Niki Lauda: Superviviente de acero

“Eso es una estupidez”. Afirma taxativamente. Si uno no conociera de antemano a Niki Lauda podría sentirse agraviado ante esta abrupta expresión, lanzada con ese árido tono austriaco con el que se maneja hablando inglés. Estamos sentándonos para una breve entrevista y lo que pretendía con la corta frase agresiva era rechazar cualquier sugerencia de que la dominación total de la F1 que el equipo Mercedes tuvo en 2014 fue mala para la propia Fórmula 1.

A lo que continúa: “…Y te diré por qué eso es una tontería. Tuvimos dos grandes pilotos luchando en coches idénticos toda la temporada, lo que es bastante mejor que tener pilotos de diferentes equipos peleando por lo mismo. Y esto es así porque ni Lewis –el campeón– ni Nico podían soñar con tener una ventaja de coche sobre su rival. Las mejores batallas son las que disputan pilotos del mismo equipo”. Recientemente se preguntó a Niki Lauda por la rivalidad existente entre los dos pilotos de la escudería, a lo que no dudo en contestar: «son bastardos egocéntricos. Es lo que se tiene que ser para poder ganar un campeonato». Además tiene para todos, a Fernando Alonso también dedicó unas palabras: «es un egocéntrico y había envenenado a Ferrari».

Niki siempre dice lo que piensa, sobre todo desde que viajó hasta las puertas de la muerte, tras su accidente en Nürburgring y volvió. En el viejo “infierno verde”, el primero de agosto de 1976, su Ferrari se salió de pista y se incendió. Con quemaduras en los pulmones y la cara Lauda estuvo algunos días en coma. En Ferrari pensaban que, o moría o no iba a poder seguir la competición. Superando el dolor y contra la opinión de sus médicos y con horribles cicatrices, todavía no del todo soldadas en el rostro, volvió a correr en el GP de Italia, casi un mes y medio después.

“Quedé con los pulmones debilitados y me costaba respirar al principio. Pero solo quería volver a ponerme al volante del coche”, afirma. No exagera el filme Rush, que muestra su duelo con James Hunt en 1976 y su dura batalla contra el dolor de los tratamientos para reponerse y volver a conducir su Ferrari. “En ningún momento sentí algún agradecimiento especial por estar vivo. Sé cómo eran las cosas entonces, los riesgos que corríamos y cuando me preguntaron si quería seguir corriendo solo hubo una palabra, “Sí”. Ni siquiera me sorprendí por haber tenido un accidente. Vi mucha gente morir en los circuitos de F1 en aquellos tiempos”.

Lauda es hoy director no ejecutivo del equipo Mercedes y Lewis Hamilton, campeón por segunda vez en 2014, fue convencido por este ácido austriaco para dejar McLaren en lo que se consideró una apuesta arriesgada. Y se explaya. “Hay varias razones por las cuales hemos sido dominadores en 2014. La principal es el cambio de reglamento. Hicimos el mejor trabajo con los nuevos motores pero, también, hemos tenido el mejor chasis y mantuvimos un ritmo de desarrollo impresionante a través del año. Cuando montamos para el GP de Singapur un nuevo y radical kit aerodinámico supimos que no nos iban a poder alcanzar. Eso fue tranquilizador”.

Lauda es un superviviente que ha pasado por casi todo: volvió de la muerte en 1976, vio a amigos morir, Piers Courage, Francois Cevert, Gilles Villeneuve…, sufrió un duro golpe en 1991, cuando un Boeing de su aerolínea, Lauda Air, se precipitó a tierra en Tailandia y tuvo que recibir dos trasplantes de riñón. Primero falló uno que le donó su hermano y después otro de la que es hoy su actual esposa, Birgit Wetzinger. Dicen que todo hombre tiene un punto débil y poco cuesta descubrirlo cuando este veterano de las pistas de 65 años habla de los dos gemelos que le ha dado Birgit en 2009, Max y Mia. Al final, su corazón de hierro tenía un punto dulce…