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Paseo nocturno por Londres con un McLaren P1

Con frecuencia las publicaciones de motor nos adelantamos demasiado a las novedades. Hablamos sobre un determinado modelo durante una temporada y, cuando la gente lo empieza a ver por la calle, para nosotros ya está pasado. Con el P1 no ha sucedido esto, claro, porque es muy difícil cruzarse con uno de los 375 que se fabricaron. El P1 es un modelo que sirvió para reescribir el concepto de superdeportivo, una idea que no ha sido superada, solo igualada por el Porsche 918 Hybrid y el Ferrari LaFerrari.

Se nos ocurrió reunirnos con el P1 en un escenario atípico pero muy visual, la ciudad de Londres por la noche. Una máquina capaz de alcanzar 350 km/h en un lugar donde la velocidad está limitada a menos de 50… quizá no es una buena idea. No vamos a decir que es más excitante que subir un puerto o rodar en un circuito, pero hay algo mágico en conducir un coche rápido por el paisaje nocturno. Trazando por las calles como no podrías hacerlo de día, viendo las formas de esta máquina futurista reflejadas en los escaparates, con la luz de las farolas y los neones iluminando fugazmente el habitáculo.

mclaren p1 revista car
Al piloto no le sobra mucho espacio en el interior, pero la vista es tan buena como en un autobús descapotable.

Estamos en un momento muy importante para McLaren, porque acaban de presentar el sensacional 720S. Es la verdadera confirmación de la marca, el modelo que sustituye al 650S, la evolución del MP4-12C, modelo con el que nació McLaren Automotive. En el nuevo 720S no hay propulsión híbrida pero es sorprendente cómo las prestaciones y el carácter del P1 han influido en el nuevo coche. Y sobre todo es una gran excusa para ponernos de nuevo al volante del P1, ¿no les parece?

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Lo recogemos por la tarde del McLaren Technology Center, con el compromiso de devolverlo a primer hora de la mañana del día siguiente. Y aquí estamos, el “P1 OOV” y yo. Tiene un aspecto increíble, tan bajo, agresivo y compacto, con esa pintura con reflejos púrpura que solo se pueden apreciar de día. En el contador marca 21.000 millas y nada más recogerlo prefiero ponerme en camino hacia la M25 Este.

 

Aún no es un buen momento para entrar en la ciudad, y además así podremos darle un poco de caña al V8 biturbo. El habitáculo es algo estrecho, pero la posición de conducción es perfecta. A pesar de ser inglés el P1 solo se fabricó con volante a la izquierda, y los pilares y el amplio parabrisas permiten ver bien por donde va el morro. Otra cosa es mirar hacia atrás, donde los gruesos pilares dificultan bastante la visibilidad. Hay que decir que este problema, en el 720S, se ha subsanado por completo.

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La instrumentación muestra que el coche solo tiene dos millas de autonomía en modo eléctrico, de modo que presiono el botón de carga. Así se emplea parte de la potencia del motor en cargar la batería hasta el máximo de 6 millas. Es un sistema útil cuando sabes que vas a entrar en una zona reservada a vehículos de “cero emisiones” o en una ciudad, como es nuestro caso. Respecto a su mecánica, el P1 emplea una versión del 3.8 V8 biturbo que han llevado todos los McLaren recientes, desde el 12C al más moderno 570 GT –el nuevo 720S incorpora un 4.0 V8–. La mecánica V8 rinde 737 CV. Pero el “arma secreta” del P1 es el motor eléctrico que añade 179 CV para lograr un total de 916 CV.

Si le buscamos las cosquillas se las encontramos. Si circulas a 110 km/h en séptima y le pides que acelere con fuerza, le cuesta. Los turbos tardan en coger carga y la respuesta es pobre. En sexta mejora algo, pero hay que hacerlo en quinta para que se sienta muy rápido. En cuarta, en una ligera curva, las ruedas traseras patinan con rabia y el eje trasero desliza. Sobreviraje en medio de la autopista M25…, quizá no es una novedad mundial, pero sí lo es para mí.

El rey del atasco

Hay poco espacio para tonterías de este tipo cuando entramos en Londres por la A20. Aún hay tráfico, lo que permite al resto de los humanos llevarse la mano al móvil y admirar la obra maestra de los técnicos de Woking. ¿Cuánto cuesta? Es la pregunta inevitable. Cuando salió era un millón de euros, pero ahora ya están por dos millones aproximadamente. Es lo que tiene estar forrado, te compras un cochazo y encima ganas dinero… Y el que conducimos, al ser “el coche de McLaren”, se podría vender por unos cinco millones. Lo que no les gusta reconocer es que el LaFerrari, del que se fabricaron más unidades (499) se ha revalorizado más y se cotiza aún más caro, en torno a los cuatro millones.

Un policía de los que custodian Downing Street nos mira con gesto de aprobación, y un C63 AMG que se coloca al lado en el semáforo presiona el acelerador con fuerza con la esperanza de que compitamos con él en aceleración. También es divertido ver las caras del personal cuando rodamos en modo eléctrico por Picadilly Circus. La gente empieza a acostumbrarse a ver coches eléctricos, pero no con el aspecto del P1. Será fascinante descubrir el supercoche eléctrico que están desarrollando en McLaren.

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La Formula-e también se disputa en las calles de Londres. Sería bonito ver al P1 adelantando a los monoplazas…

A las tres de la mañana es cuando las calles desiertas adquieren el aspecto de un plató de cine, cuando se convierten en nuestra zona de juegos particular. No es posible aprovechar todas las prestaciones del P1, pero sí puedes rodar con una libertad inimaginable con el tráfico diurno. Cualquier música que suene en la radio parece una banda sonora, y en ciertos momentos su oscura silueta puede resultar intimidante y siniestra.

 

 

 

Atravesamos Cromwell Road y pronto el paso elevado de Hammersmith nos lleva sobre los tejados de West London, bajando hacia el puente de Richmond. Ahí pusieron el primer radar de velocidad en 1992 y desde entonces se han multiplicado. Antes solía saber la posición de todos ellos, pero tras 10 años si vivir por aquí ya no estoy seguro de su localización. Así que me limito a jugar un poco en las rotondas mojadas y luego rápidamente a frenar. Es cruel esta imposibilidad de correr un poco por las calles desiertas. Espero que Amnistía Internacional incluya en su próximo comunicado la injusticia de los “supercoches con velocidad limitada a 50”. Estamos a 15 kilómetros del epicentro de la tercera ciudad más grande de Europa, totalmente desierta a las cuatro de la mañana. No puedo evitar reducir a segunda, acelerar a fondo y luego pasar rápido a tercer y cuarta. Y lo vuelvo a hacer, una y otra vez, disfrutando del sonido bestial de su mecánica.

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Un superdeportivo salvaje

El mes pasado probé el Chiron y dije que ninguno de los supercoches modernos te prepara para lo rápido que se siente el Bugatti. Ahora no estoy tan seguro de eso. Sabemos por las cifras que el Chiron es más veloz, pero es otro estilo de velocidad. El Chiron es implacable, y el P1 es salvaje. Salvaje en la entrega de potencia y en su refinamiento. Fascina de una manera que no lo hace el Chiron. Se siente ligero y vivo no solo porque pesa 450 kilos menos, sino también por su exquisita dirección y porque el eje trasero transmite toda la caballería al suelo. También tiene su gracia ponerlo en modo eléctrico y movernos en silencio como fantasmas, algo que no puede hacer el LaFerrari, pero sí el 918 Spyder. Cuando amanezca el McLaren volverá a ser la estrella, el objetivo de todas las miradas. Pero hasta entonces todo queda entre el P1 y yo.

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