Mercedes AMG SL: he vuelto…
Mercedes AMG SL: he vuelto…
Escrito el 30 de noviembre de 2021
En las redacciones de las revistas casi todos los días recibimos imágenes de nuevos modelos en primicia, unos más interesantes que otros. Pero si tuviéramos que elegir las novedades que hacen que todo el mundo se levante de su mesa y se reúna para ver y comentar, diría que en el Top 3 están: las nuevas generaciones de Porsche 911, las de berlinettas Ferrari V8 y las de Mercedes SL, en concreto la del nuevo Mercedes AMG SL.
Así que el pasado día 28 de octubre, a las 16.00, en la redacción de CAR todos nos juntamos para ver por Internet la presentación mundial del nuevo Mercedes AMG SL.
Es el momento del amor a primera vista, de juzgarlo antes de saber nada sobre sus motores o su precio. En ese instante de excitación colectiva a alguien se le ocurrió el titular de portada Sex Bomb, como la canción de Tom Jones, porque no cabe duda de que este deportivo es una preciosidad.
Son casi setenta años siendo un icono, y es que el SL lleva transportando a la gente con estilo desde 1952. Primero como coche de carreras y luego (1954) como deportivo de calle. Desde entonces se han sucedido siete generaciones que se fueron adaptando a las diferentes épocas en que nacieron.
El primero, el 300 SL (con carrocería alas de gaviota o roadster) era un supercar de la época, muy caro, muy rápido y espectacular. Pero sus sucesores tuvieron un enfoque diferente y quizá menos ambicioso, más propio de Gran Turismo que de deportivo puro. Las siglas SL viene de Sport Leicht (deportivo ligero, en alemán).
Y cuando salió el magnífico SL R129 en 1990 algunos dijeron que era bellísimo, cómodo y rápido, pero ni deportivo ni ligero. Sí hubo versiones AMG muy poderosas, como el 60 AMG o el 7.3 AMG.
Después llegó el R230, que siguió teniendo un peso elevado pero también incorporó poderosos motores V8 y V12 AMG, y con la última generación (R231), la filosofía del SL apenas cambió.
Volvamos al presente
Pero ahora el SL es un Mercedes-AMG, y según Philipp Schiemer, presidente de AMG, “combina la genética moderna del primer SL con las prestaciones y el dinamismo típico de AMG”. En el mismo sentido de reinvención se ha expresado el jefe de diseño Gorden Wagener: “Con el nuevo SL hemos reposicionado el icónico diseño del SL”.
Así que vamos a repasar qué es lo que ofrece el nuevo SL. Dicen sus diseñadores que han podido partir de una hoja en blanco, sin el encorsetamiento que a veces supone tener que “hacer el traje” sobre una estructura mecánica ya existente.
Wagener considera que su estilo combina la moderna filosofía de Mercedes “sensual purity”, que implica líneas muy limpias, con la deportividad típica de AMG. Destacan detalles que remiten al primer 300 SL, como los dos resaltes longitudinales sobre el largo capó o la calandra frontal con las 14 lamas verticales.
Más allá de su bello diseño, a primera vista llama la atención que es un 2+2 plazas y que la capota es de lona. Estos dos cambios suponen un regreso al pasado, ya que el SL perdió las plazas traseras e incorporó el techo rígido automático hace veinte años, con el R230 lanzado en 2001.
Eliminar la capota rígida implica varias ventajas, como es una reducción de peso que cuantifican en 21 kilos. Además, el techo de lona se guarda en menos espacio (la capacidad del maletero es de 240 litros con la capota puesta y 213 si está plegada) y favorece un centro de gravedad más bajo.
Esta nueva capota de lona emplea tres capas textiles y se tensa sobre una estructura de magnesio, acero y aluminio.
Es de accionamiento electrohidráulico, se abre y se cierra en solo 15 segundos, en parado o a una velocidad máxima de 60 km/h.
Desde la marca subrayan que la estructura de aluminio es completamente nueva, y no emplea ningún componente del anterior SL ni tampoco del AMG GT Roadster. Jochen Hermann, director técnico de AMG, se muestra satisfecho: “Hemos alcanzado cotas excelentes de rigidez en todos los sectores, así como un peso razonable, creando así la base para un dinamismo ágil de conducción, elevado confort y máxima seguridad”.
En el marco del parabrisas, por ejemplo, se emplea un tubo de acero de muy alta resistencia, una ayuda fundamental en caso de vuelco. Como en anteriores SL, detrás de los asientos van dos estructuras que se despliegan en fracciones de segundo si se detecta riesgo de vuelco.
En los deportivos descapotables la rigidez siempre es un factor clave y, en comparación con el anterior SL, la rigidez a la torsión de la estructura ha aumentado en un 18%.
La rigidez transversal es un 50% mayor que la del AMG GT Roadster (que ya era buena), y la rigidez longitudinal es 40% mayor. También ha mejorado la rigidez en los puntos de integración del tren de rodaje, lo que se traduce en una maniobrabilidad muy precisa.
El peso de la carrocería desnuda, sin puertas, capó ni tapa del maletero, es de unos 270 kilogramos.
Poderosos V8 biturbo para dar vida al Mercedes AMG SL
Lo menos revolucionario del nuevo SL son los motores, en el sentido de que el poderoso 4.0 V8 biturbo (tipo M 177) ya es conocido en otros modelos de la gama. El SL 55 monta la versión con 476 CV y 700 Nm de par motor y el SL 63, la de 585 CV y 800 Nm.
Ambos van acoplados al cambio AMG Speedshift MCT 9G de nueve velocidades, que emplea un embrague húmedo que sustituye al tradicional convertidor de par. Como en otros deportivos de esta categoría, el conductor puede elegir entre conducir de modo automático o cambiar de marcha manualmente mediante las levas del volante.
Gracias a estos propulsores las cifras de prestaciones están al altísimo nivel esperado: de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos para el SL 53 y 3,6 para el SL 63. Ya es sabido que estos motores llevan los turbos dentro de la V para reducir al máximo el retardo en la respuesta.
Para el SL el motor V8 ha evolucionado con un nuevo cárter de aceite, un intercooler en una nueva posición y una ventilación activa del bloque motor. Además los canales de admisión y escape han sido optimizados para un flujo más efectivo
El aumento en la potencia del SL 63 se debe, sobre todo, a una mayor presión de sobrealimentación, al mayor caudal de admisión de aire y a modificaciones en el software del motor. El SL 63 lleva apoyos activos del motor que son opcionales para el SL 55.
Más llamativo que los poderosos motores es el hecho de que, por primera vez, los SL llevarán tracción total 4Matic. Esto parece una evolución lógica en busca de la mayor seguridad y motricidad posible. El sistema calcula la distribución de par en cada eje según la situación de conducción y las preferencias del conductor.
Pero atención, porque el piloto también puede elegir que toda la tracción se vaya exclusivamente al eje trasero, como ya hemos visto en otros AMG “pata negra”. Es importante destacar que el nuevo SL es el primer coche de Mercedes-AMG que lleva un eje delantero multibrazo con cinco brazos, como también lleva en el eje trasero.
Su eficacia dinámica se ve potenciada por otra novedad técnica: el eje trasero direccional. Y a todo esto hay que sumar el sistema AMG Active Ride Control de serie, el sistema de estabilización activa del balanceo.
Este no emplea estabilizadores transversales mecánicos sino elementos hidráulicos activos. Así, los amortiguadores adaptativos están conectados y se equipan adicionalmente con dos conexiones hidráulicas.
Interior “hiperanalógico”
El interior es otro punto que enganchará a los clientes. Como decíamos al principio, recupera las plazas traseras que no se veían en el SL desde el R 129 lanzado en 1989. Aún no hemos podido sentarnos en él, pero sus creadores dicen que en ellas se pueden sentar cómodamente personas de hasta 1,50 de altura (1,35 con asiento infantil).
El diseño del habitáculo es simétrico, y los diseñadores se han inspirado en el estilo minimalista y a la vez de alta calidad del SL del 54. Así dicen haber creado una mezcla de geometría analógica y el mundo digital que han dado en llamar “hiperanalógico”. Ejemplo de esta filosofía es el cuadro de instrumentos completamente digital integrado en un visor tridimensional.
En la parte superior de la consola central lleva una pantalla táctil multimedia tipo iPad que puede ajustarse eléctricamente entre 12 y 32 grados. Cada elemento del interior merece ser observado y valorado, como las cuatro toberas metálicas de ventilación, el volante multifunción con radios dobles horizontales o los espectaculares asientos AMG de serie.
Como opción se pueden elegir otros asientos AMG Performance, cuyos apoyos laterales se ajustan más o menos al conductor en función del modo de conducción elegido.
Como era de esperar, está a la última en ayudas a la conducción y dispone del sistema de infoentretenimiento MBUX. Este hará las delicias de los aficionados a la tecnología, e incluye por supuesto integración con nuestro smartphone a través del Apple Car Play o Android Auto.
Varios modos de conducción para un Mercedes AMG SL camaleónico
Respecto a los modos de conducción, ese gran invento que permiten tener varios coches en uno, se pueden seleccionar en las teclas redondas integradas en el volante, de modo que se pueden cambiar sin necesidad de soltar las manos.
Son los siguientes: “Calzada Resbaladiza”, “Confort”, “Sport”, «Sport+” y “Race”. Este último modo es de serie en el 63 y opcional en el 55, dentro del paquete AMG Dynamic Plus.
Todavía no tenemos previsión de comercialización ni precios, pero ya estamos deseando sentarnos a sus mandos y, en lo que respecta al futuro de la gama, la marca ya ha anunciado que más adelante lanzarán una versión híbrida E Performance.
También cabe preguntarse si este SL ocupa el espacio del Mercedes-AMG GT, que ha dejado de producirse. Pero desde la marca nos han confirmado que no, y que en el futuro lanzarán una nueva generación del deportivo biplaza.