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Carlos Reutemann: cuando un amigo se va…

Mi tristeza era lógica por haber seguido en persona y parcialmente, como enviado de la revista argentina El Gráfico su campaña de F1, y por haber compartido muchos momentos con Carlos Reutemann dentro del caravan de Lotus y por estar “empotrado” dos años en su último equipo, Williams.

Carlos Reutemann

Carlos Reutemann era un piloto con un enorme talento pero también con una parte de su personalidad que condicionó sus resultados deportivos. Excesivamente introvertido, desconfiado y sensible a la crítica externa, su carrera deportiva y sus decisiones se vieron negativamente afectadas por estos rasgos de su psicología y le impidieron alcanzar el título.

Si en cualquier otra actividad humana no son decisivas, las limitaciones psicológicas son determinantes en los deportes profesionales porque siempre se está al límite. Y al límite manda el subconsciente.

Carlos Reutemann

Ganó 12 carreras, logró 6 pole position, 45 podios y disputó 146 Grandes Premios. Le pasó, por distintas circunstancias, lo mismo que a otros famosos pilotos que no pudieron coronarse: Stirling Moss, Chris Amon, Ronnie Peterson…

A Carlos Reutemann, al menos en tres oportunidades le perjudicaron notablemente cambios técnicos de sus equipos: Brabham adoptando quebradizos motores Alfa Romeo en 1975 y 1976; Ferrari y Williams cambiando de marca de neumáticos en 1978 y 1981.

Por eso, hay más que las simples estadísticas. Reutemann era muy inteligente y preparaba muy bien las carreras, pero tendía al pesimismo y era muy dubitativo alejado del volante. Aferrado a él se transformaba y así ganó con todos los equipos que corrió, menos con Lotus en 1979.

Podía ser el más valiente pero no era el más hábil en el combate cuerpo a cuerpo, aunque una de sus mejores victorias fue la de Inglaterra en 1978, cuando adelantó en arriesgada maniobra al Brabham de Niki Lauda aprovechando a un retrasado Bruno Giacomelli.

Victoria que supo a venganza y ya veremos por qué. Ganó su primer Gran Premio en 1974 en Sudáfrica con el Brabham BT44 de Gordon Murray, pero más sensacional fue para él la victoria de ese año en el velocísimo trazado de Zeltweg, Austria. En esas curvas a 240 km/h se encontraba muy a gusto y ese día le ganó al Ferrari de Niki Lauda.

Corrió durante la década de los setenta del pasado siglo en la que murieron 17 pilotos, algunos de ellos sus amigos y se enfrentó de tú a tú, al mismo o superior nivel de velocidad con tipos como Jochen Rindt, Jackie Stewart, Niki Lauda, James Hunt, Mario Andretti, Jody Scheckter…

Tenía en lo veloz la sensibilidad de un Michael Schumacher y era famoso por utilizar en esas curvas menos ala que sus rivales. Asombraba por ello. Todavía hoy recuerdan los mecánicos más veteranos aquella vuelta de 1981 a Monza sin ala delantera con el FW07, al borde del accidente para ser segundo en los entrenamientos, asustando a los Renault turbo, mucho más potente y, ser, de lejos, el mejor clasificado con motor Cosworth. Él consideraba que esa vuelta había sido la mejor de su vida.

Perfeccionista, era un profesional al estilo de Alain Prost, o Nico Rosberg: muy sensible al volante, mago de la puesta a punto y de frenar virando, aprovechando todo el agarre del neumático.

Rehuía de la prensa y era difícil sacarle algo más que un monosílabo, como a Kimi Räikkönen. Carlos Reutemann no hablaba pero su lenguaje corporal era una clara expresión de su subconsciente: rostro reconcentrado, serio, a veces con los labios en gesto de escepticismo.

Solo se distendía en su casa de Cap Ferrat, desparramado en su sofá preferido. Allí tomamos café un día y jugamos al fútbol con él y sus hijas, Cora y Mariana, en el enorme jardín de la parte trasera. Era el Lole en su refugio, el “niño” de puertas adentro, al afable y humorístico desconocido.

Allí también hablamos de los rallyes, especialidad que le gustaba mucho, sobre todo el estilo de Walter Röhrl. Después de todo él había comenzado en carreras de montaña en 1965, sobre tierra y asfalto. Y con el tiempo correría algunas pruebas del mundial logrando podios.

Cuando Ferrari le convocó para reemplazar Niki Lauda en Monza 1976, el austriaco montó en cólera y casi odiaba a Reutemann: era más peligroso que su anterior compañero Clay Regazzoni.

Lole corrió con un alerón trasero desechado por Lauda en Interlagos en 1977 y ganó su primera carrera con Ferrari, eso acrecentó la animosidad de Niki. En 1978, con Gilles Villeneuve de compañero, muchas carreras se perdieron por el bajo rendimiento de los nuevos neumáticos Michelin radiales. Otro cantar hubiera sido seguir con los más probados Goodyear.
Igualmente logró cuatro victorias pero el coche ganador era el Lotus y un llamado de Colin Chapman le convenció.

Carlos Reutemann

El gran equipo campeón de 1978 fue un desastre en 1979, con el modelo 79 desfasado y muy frágil. Otra oportunidad perdida. Jody Scheckter era campeón con el Ferrari que había dejado Reutemann.

Después de varias roturas de suspensiones (el recuerdo de Peterson seguía ahí) y un espectacular accidente en Hockenheim se convenció de que tenía que salir de Lotus. Pasó a Williams, equipo en ascenso. Tuvo que firmar un contrato por el que Alan Jones, que ya estaba en el equipo, debía recibir su ayuda para ser campeón en 1980.

Cumplió aunque pudo ganar el Gran Premio de Mónaco bajo la lluvia en otra de sus actuaciones inspiradas. Pero Reutemann sabía que era más rápido que Jones. Se acercaba a los 40 años, los coches de efecto suelo le destrozaban la columna vertebral, el Williams FW07 era el chasis dominante. ¿Iba a tener otra oportunidad? ¿Ayudar a Jones otro año más en 1981? “Hummm…”.

Comenzó ganando en Sudáfrica, pero a esa carrera le quitaron los puntos (hubiera sido campeón con ellos). El 29 de marzo ganó el Gran Premio de Brasil contra las órdenes de su equipo. Era líder y por algunas vueltas no le informaron de sus diferencias con Alan Jones, que le seguía bajo la lluvia.

Carlos Reutermann

Cuando el australiano estuvo a menos de cinco segundos, llegó la orden de ceder. No lo hizo. Jones furioso. Las relaciones intraequipo se enfriaron. Jones quedó fuera de la lucha por la corona y Reutemann fue a definir contra Nelson Piquet en Las Vegas. Williams había perdido su superioridad contra Brabham por cambiar de neumáticos Michelin a Goodyear a media temporada.

La de Las Vegas fue una debacle para Lole: tras conseguir la pole golpeó su mejor chasis, el #12 y tuvo que cambiarlo por su “muletto”, el #17 que era peor. Un juego de neumáticos sin previo rodaje, desequilibrado, provocó terribles vibraciones y la caja de cambios se puso dura (había pasado algunas veces antes).

Fue perdiendo posiciones. Terminó octavo y su rival, Piquet, quinto. El brasileño cosechaba dos puntos y se quedaba con la corona por solo una unidad. Hasta el día de hoy los periodistas y fans argentinos critican al equipo Williams porque en esa carrera no le apoyaron debidamente. Se exponen mil teorías. Se habla de sabotaje, pero Reutemann jamás afirmó eso.

Un periodista le preguntó : “¿Porqué no se chocó con Piquet cuando le adelantó en la pista”. Respuesta: “Jamás me gustaría ganar un campeonato de esa manera”. Eso fue lo que había hecho Alan Jones el año anterior en Canadá cuando tiró fuera de la pista a Piquet.

Cuestión de valores. Lo habían educado los jesuitas y un padre muy severo que explotaba un pequeño campo en Santa Fe, Argentina. Era un caballero en la pista, de acuerdo con esos valores, pero tenía las características de alguien con falta de autoestima, un frecuente subproducto de las educaciones demasiado represoras/exigentes.

Nunca hizo política intraequipo. No atacaba ni se defendía. Eso le perjudicó. Carlos Reutemann se retiró en 1982 después de ser segundo en el G.P. de Sudáfrica y abandonar en el G.P. de Brasil de ese año con Williams. Con su butaca, ese año, Keke Rosberg fue campeón.

El más rápido, casi seguro, comparable a Lauda en su inteligencia para correr pero le faltaba algo fundamental que tienen los grandes campeones: fortaleza mental.

Podría haber vivido muy bien en el glamour de la Costa Azul francesa donde tenía una casa, pero volvió a su campo y al tractor en Argentina, donde su niño interior se sentía protegido. Había llegado lejos desde su infancia yendo a la escuela a caballo… Fue gobernador de Santa Fe y senador de su país. Al contrario que a la mayoría de sus colegas parlamentarios jamás pudieron acusarle de irregularidad alguna.

Para muchos, un campeón frustrado pero para quienes lo conocieron, Carlos Reutemann fue un gran tipo que fue siempre coherente consigo mismo. Yo ya estaba agotado y seguía triste, ordené un poco mis recuerdos, mis emociones y me puse a escribir…

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