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Volkswagen en la nieve: seguridad para toda la familia

Con la mente en blanco, así te quedas después de dos días derrapando sin parar con un VW Golf R 20 Aniversario (333 CV) y un ID. 5 GTX (299 CV), en un lago helado convertido en circuito. Una experiencia que la marca alemana pone al alcance de todo el mundo y que nosotros recomendamos al máximo.

La verdad es que me asusté un poco cuando me di cuenta de que llevo ejerciendo esta profesión casi los mismos años que la escuela de conducción de Volkswagen. En estas dos décadas todo ha cambiado mucho, pero la ilusión y las ganas de disfrutar siguen intactas, por lo que negarse a ir a Arvidsjaur, a escasos 100 km del Círculo Polar Ártico, no era una opción.

La aventura de Volkswagen comenzó en 2003, en el Circuito de Jerez, donde se llevaron a cabo unas jornadas formativas para la red comercial. Al año siguiente yo empezaba de responsable de cierre en una revista que ya no está en el kiosco, Altas Prestaciones –CAR comenzó su andadura en 2007–. No había redes sociales y solo se hablaba de eléctricos en los prototipos de los salones internacionales del automóvil. Batallitas aparte, la experiencia de Volkswagen tuvo tanto éxito que se decidió hacer el evento extensivo a los clientes de la marca para que conocieran y probaran en primera persona las últimas tecnologías y los sistemas de seguridad que equipaban los modelos más recientes. Desde entonces, los circuitos más emblemáticos de nuestro país como Montmeló, Jarama, Los Arcos, Ascari o Cheste, entre otros, han acogido los cursos de conducción de Volkswagen, por los que ya han pasado más de 30.000 personas.

 

 

Hoy en día, Volkswagen Driving Experience es un proyecto abierto a clientes y no clientes de la marca, que cuenta con un equipo de instructores de primer nivel y el apoyo del gran Luis Moya, bicampeón del mundo de rallyes y embajador de la marca. Fue él quien nos dijo que hay mucha gente que repite. Un curso de este tipo ronda los 4.000 euros, pero también hay versiones más económicas que se llevan a cabo en el Circuito de Andorra – Pas de la Casa.

A lo largo de estos años, este programa ha ido evolucionando incorporando nuevos cursos con una oferta más personalizada y adaptada a las necesidades de todo el mundo. En 2014 nació la Escuela R y, dos años más tarde, la Escuela R Junior, enfocado a conductores jóvenes con menos de dos años de carné. En 2020, y coincidiendo con el lanzamiento del ID.3, Volkswagen se posicionó como una de las primeras marcas en España en ofrecer un curso de conducción diseñado específicamente para vehículos eléctricos. Y, en 2021, la marca alemana dio un paso más ampliando su oferta con nuevos cursos personalizados y jornadas privadas con monitores profesionales. 

Los coches de este curso en Suecia, denominado R Ice Experience, son el VW Golf R 20 Aniversario y el eléctrico ID.5 GTX. Lo único que comparten ambos, además del volante, es la tracción total. El Golf monta un motor de dos litros gasolina que desarrolla 333 CV –13 más que el R convencional– y el cupé eléctrico dos propulsores que, en total, entregan 299 CV. Otra cosa en común es que, para rodar en el lago helado, llevan neumáticos de inviernos con clavos. En esta parte del globo los neumáticos tienen que ser de 20 mm como máximo para rodar por la calle, pero los nuestros llevan unos de 35 mm en las ruedas delanteras para maximizar el agarre. 

 

 

Un poco de combustión para calentar el hielo

El circuito/lago es inmenso y ofrece infinidad de trazados. En teoría, para conducir sobre hielo solo se necesitan 10 cm de espesor, 5 si vas en moto de nieve, 50 en camión y con 80 cm sería suficiente para que aterrice un avión. No obstante, a nosotros nos aseguran que hay más de un metro de hielo bajo nuestros pies. Y, lo mejor de todo, las escapatorias son infinitas y la seguridad absoluta. Si te sales lo único que tienes que hacer es avisar por walkie y un VW Touareg viene al rescate para sacarte de la nieve en cuestión de segundos, casi como los cambios de rueda en la fórmula 1.

Conducir sobre nieve y hielo, con ruedas de clavos, es otra historia. Tienes que mirar a un lado y apuntar al otro con las manos para que todo fluya. Ser paciente, esperar que el coche deslice y luego jugar con el gas y la dirección. Lo normal en coches de tracción delantera o trasera es hacer mucho contravolante, pero aquí, con tracción total, el que manda es el acelerador. De hecho, es lo que utilizas para corregir la trazada si te pasas en una curva o para provocar que se ponga de lado. Cuesta acostumbrarse un poco pero, cuando lo consigues, te sientes como un piloto profesional de rallyes. La última vez que conduje sobre nieve fue por culpa de una tal Filomena, así que estaba un poco oxidado. No sé si será por la mítica voz de Luis Moya, por la nieve que lo rodea todo o porque la seguridad es absoluta, pero enseguida te vienes arriba y vas buscando mejorar en cada vuelta. El primer día la toma de contacto es ligera, unos pequeños eslalon, primero con los controles, luego con el ESC en modo Sport, que es un poco más permisivo y, por último, sin “la niñera” como decía nuestro monitor. Con el ESC Off es la mejor forma de conocer las inercias y el comportamiento del coche. También cambiamos de vehículo para ir haciéndonos a sus dimensiones y sus diferencias, que son muchas: peso, altura, centro de gravedad, etc… Primero el ID.5 GTX y luego el Golf.

 

 

Nos subimos al eléctrico

Imagino que ya habrás leído mil veces lo del par instantáneo que ofrecen los vehículos eléctricos, pero no por eso deja de ser cierto. El ID.5 GTX te pega al asiento en cuanto pisas a fondo el pedal derecho. Eso sí, la mayor altura y el peso no juegan a su favor cuando tienes que enlazar curvas. El Golf siempre ha destacado por su agilidad pero, comparaciones a parte, el GTX nos ha sorprendido gratamente. Primero hicimos un par de eslalon y, a continuación, barra libre de diversión. ¿Te imaginas tener una glorieta gigantesca para ti solo y poder ir de lado hasta marcarte un 360 grados?

 

 

Pues esta es otra de las asignaturas de esta gran escuela. Lo malo es que no teníamos mucha nieve y el hielo lo pone más complicado. Los instructores siempre están contigo y si algo no te sale, se suben al coche y te lo explican. Te corrigen lo que haces mal y te enseñan cómo lo hacen ellos. Es increíble lo mucho que se mejora en cuestión de horas. También nos dicen que estamos “jugando” con los únicos ID.5 GTX en el mundo que pueden desconectar el control de estabilidad. Como en el Golf, contamos con tres posiciones y, como en el compacto, rápido nos lanzamos al agua, mejor dicho, al hielo. Un hielo que va cambiando de color en función de lo resbaladizo que está o, como decía Manuel, nuestro instructor mejicano, está “resbaloso”. Si está blanco es que tiene un poco de nieve encima y algo de agarre, si se va oscureciendo la cosa se complica y el grip es mínimo. Por eso la trazada suele variar y no hay referencias que te sirvan de una vuelta a otra, como en los circuitos de asfalto.

 

Lo mejor para el hielo, la tracción total

El Golf siempre ha sido uno de los mejores de su categoría y el R es un prodigio de la naturaleza. Después de dos exigentes jornadas, todos estaban en perfecto orden de marcha. Solo un par de golpecitos, algunos plásticos y nada más. Al terminar la jornada nosotros estábamos más cansados que el propio coche. El Golf R cuenta con una tracción total de nuevo diseño con control del par selectivo de la rueda en el eje trasero denominada “R-Performance Torque Vectoring”. En este caso, la fuerza de la transmisión se distribuye mediante una gestión selectiva del par de cada rueda no solo entre el eje delantero y el trasero, sino también entre las dos ruedas traseras. De este modo, se aumenta significativamente la agilidad en curvas. Además, como novedad mundial, la tracción total se interconecta mediante un gestor de dinámica de marcha con otros sistemas de tren de rodaje como el bloqueo electrónico del diferencial (XDS) y la suspensión adaptativa DCC. Gracias a esta conexión, el nuevo Golf R ofrece una precisión quirúrgica, máxima agilidad y, en definitiva, máximo placer de conducción que disfrutamos en nuestras propias carnes.  

 

 

La dirección progresiva de serie y también se ajusta perfectamente a esta agilidad. La intensidad de la distribución de fuerza viene determinada por el ángulo de giro correspondiente, la posición del pedal de acelerador, la aceleración transversal, la velocidad angular y la velocidad. El conductor puede influir en el efecto del “R-Performance Torque Vectoring” y de los sistemas de dinámica de marcha que se estabilizan mediante la selección del perfil de conducción de serie (Comfort, Sport, Race e individual). Además, en combinación con el paquete “R-Performance” –de serie en el 20 Aniversario–, están disponibles los perfiles Special y Drift. Nosotros, después de jugar un poco con el modo Drift, estuvimos rodando con el Special y el ESC Off.

Casi ocho horas disfrutando al volante en nuestro segundo día. Primero en un circuito y luego, en el mismo pero en el otro sentido. Vuelta tras vuelta, vas notando cómo mejoras pero, de vez en cuando, conviene para en boxes para respirar aire fresco, que aquí hay mucho, e intentar llevar a cabo lo que nos explicaron la tarde anterior sobre la conducción sobre nieve y hielo: “El 85% del input es la vista”. No es fácil, pero si miras lejos descubres que las cosas vienen más despacio y puedes anticipar la reacción de tu coche. La salida de cada curva tiene que ser una preparación de la siguiente… así durante los ocho minutos que duraba cada vuelta.

 

 

Llega el último día y tenemos dos horas más para disfrutar. Es el trazado más largo y el más exigente. Varias curvas de 90 grados nos conducen a otra zona muy rápida, una paella y mucho gas. Curvas rápidas y lentas se van entrelazando... al final estás más tiempo de lado que recto. La agilidad del Golf R se estudiará dentro de cien años, cuando los coches vuelen y sean, probablemente, mucho más aburridos. No son solo sus prestaciones, 270 km/h de punta y 4,6 segundos a los 100 km/h, es lo cómodo que te hace sentir. Es como ese gran compañero de viaje que te perdona tus equivocaciones y te anima a seguir una vuelta más, te motiva y te ayuda a buscar tus límites. Yo tuve la suerte de probar el Golf R cuando se presentó, en el circuito de asfalto de Mallorca. Entonces ya me conquistó por completo, pero este tipo de experiencias hacen que cargues las pilas al máximo. Después de lo vivido durante estos tres días, la verdad es que no nos extraña que la gente repita.

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