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Verstappen vs Hamilton: ¿Duelo a muerte?

¿Es que algo ha cambiado en la motivación del público en dos milenios? Los instintos básicos de aquellos que iban al Coliseo romano a ver morir a los gladiadores perdedores se parecen mucho a los que, sin reconocerlos, tenemos hoy, dos milenios después, los que observamos deportes de riesgo cómodamente sentados en una tribuna o en un sofá. Y en la Fórmula 1 nuestros gladiadores son Max Verstappen y Lewis Hamilton.

Quizá por ello nos atrae tanto la batalla Hamilton-Verstappen. Nos frotamos las manos preparándonos para escenas de alto voltaje después de los incidentes del GP de Gran Bretaña, en Silverstone, el GP de Hungría, en Hungaroring y el espectacular vuelo del Red Bull de Max para impactar sobre el Halo y un poco la cabeza de Lewis en Monza.

En el primero Lewis Hamilton empujó desde atrás al Red Bull de Verstappen y lo envió a casi 300 km/h contra las barreras. En el segundo, Valtteri Bottas, del equipo Mercedes, compañero de Hamilton, provocó una carambola múltiple que terminó averiando seriamente la aerodinámica del coche del holandés. Y en los primeros metros del GP de Italia, primero Max hecho al exterior a Hamilton y este cedió en la chicane.

Verstappen

Pero cuando en la vuelta 26, Lewis tenía precedencia en la chicana al final del “Rettifilo”. Max quiso aparearlo por fuera pero no lo consiguió del todo. Lewis barrió la pista como habitualmente hace Max. El holandés no cedió, salió al exterior, rebotó sobre unas “bananas” disuasorias y su coche levantó vuelo. Lo que paso es muy conocido y Hamilton agradece hoy a Dios y a la protección del Halo que este aún vivo.

Sabemos que no habrá tregua. Y nada mejor que un prolongado duelo con altibajos e imprevisibilidad hasta la última carrera para mantener la adrenalina a tope. Chocar en la F1 sale hoy muy caro en dinero pero, en general, “barato” en términos físicos.

Verstappen

Solo basta ver cómo Max emergió apenas conmocionado del choque espectacular en la curva Copse de Silverstone y horas después contraatacaba verbalmente (muy a su estilo) diciendo que era una vergüenza que Lewis festejara por su victoria en Inglaterra mientras él estaba en el hospital.

Según él, todo el equipo Mercedes “es así”. En Monza, sin embargo, solo decía que Lewis no le había dejado espacio.

Los comisarios sancionaban al de Red Bull con perder tres posiciones en la siguiente carrera que debía ser el Gran Premio de Rusia. Su equipo no le defendía.

Llamó la atención que el holandés ni siquiera hiciera un gesto de interés hacia el estado de Hamilton cuando este estaba momentáneamente atrapado debajo del coche de su rival. Se fue, totalmente indiferente.

¿Sed de venganza con Verstappen?

Uno podría interpretar que en la mente de Max crece el ansia de “venganza”. El combate de ambos ante un coliseo mundial de pantallas de alta definición ya venía calentándose desde el momento en que Verstappen tuvo un coche capaz de pelear de tú a tú con el de Hamilton.

Y dispuesto a no ceder jamás desde comienzos de esta temporada. El inglés, por primera vez en su trayectoria en la F1, se enfrenta a alguien capaz de ganarle no solo por velocidad sino, también, por fuerza bruta.

Lewis se había olvidado de esto último desde sus toques y choques contra su ex compañero Nico Rosberg, a quien empujó al retiro tras ganar el alemán su único cetro en 2016.

Ya ha pasado al olvido aquella temporada de 2018 en la que el irreductible Max chocó seis veces en siete carreras. Ya estaba en su cuarta temporadas en la F1 pero seguía gritando: “¡Apartaos, yo estoy aquí!”.

Max tiene expectativas muy altas y cuando algo se interpone en su avance para lograrlas reacciona con la agresividad debida a una frustración. Y la frustración en individuos con altas dosis de testosterona y una experiencia de infancia donde la violencia ha estado presente, suscita comportamientos violentos. Esto se traduce en agresividad verbal o física.

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Los psicólogos deportivos distinguen entre agresividad instrumental o agresividad hostil. En un deporte de contacto –que a menudo lo es el automovilismo– hay sitio para una cierta agresividad instrumental, como barrer la pista o tocar las puertas en coches de turismo.

¿Cuándo y cómo se pasa a la agresividad hostil, que trata de eliminar o sacar al rival del juego? Los límites son difusos en el automovilismo aunque la FIA trata de prever situaciones. Pero Verstappen, más que Lewis, ha estado más veces del lado de la agresividad hostil que de la agresividad instrumental.

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Tras seis campeonatos y medio en la F1, Max se ha calmado un poco –no demasiado, claro– pero esta temporada ha sacado nuevamente su gladio romano (la típica espada de los gladiadores) porque cree que la necesita. Se trata de jugar en los límites del reglamento deportivo, incluso más allá, y salirse con la suya.

Lewis, claro, tampoco es un santo, aunque en siete de las últimas ocho temporadas no tuvo necesidad de lanzarse a choques discutibles (los practicó en 2016 contra Rosberg).

Empujones y algo más

Tienen historia común Max y Lewis. Protagonizaron desde 2017 múltiples duelos sin toques. Pero estos son algunos en los que hubo fricciones y algo más:

2018: Sakhir. Max empuja a Lewis queriendo adelantar pero encerrado también por Alonso. China: Hamilton saca hacia fuera a Max, en la curva siete. Max choca con Vettel, Lewis termina cuarto.

2019: Mónaco. Verstappen empuja desde atrás a Lewis en la chicane del puerto. Lewis sigue para ganar. México. Verstappen aparea por fuera a Lewis en la curva 1 y lo echa fuera antes de la curva 2. Se tocan, ambos pierden muchas posiciones.

2021: Bahrein. Max quita a Lewis la primera posición adelantando fuera de los límites. Devuelve posición. Gana Lewis.

Imola: Max manda a la hierba a Lewis bajo la lluvia cuando este quiere aparearlo en la primera curva de la chicane. Gana Max.

España: Max pasa a Lewis por dentro en la curva 1, alargando frenada y mandando a Lewis fuera. Gana Lewis por estrategia.

Paul Ricard: parada extra, persecución y paliza de Max a Mercedes y Hamilton. Triunfo de Max por estrategia y ritmo.

Silverstone: Hamilton empuja a Max en Copse a casi 300 km/h. Espectacular accidente de Max.

Hungaroring: Bottas embiste a Lando Norris y este, espectacularmente, a Verstappen. Max acaba noveno por desclasificación de Sebastian Vettel (2º) y Lewis 2º por la misma circunstancia. Al retorno de las vacaciones se frustró por lluvia el GP de Bélgica pero una semana después, llegó el choque en Monza.

Oficio a tope

La lucha es y ha sido en muchas carreras dura pero sin toques, barriendo en ocasiones ambos la pista de manera progresiva, al límite del reglamento, para obligar al contrincante a levantar y salirse a la calle de escape si pretendía pasar por fuera.

También, en lo que Max es un maestro, alargando frenadas y girar por fuera cuando te quieren adelantar por dentro y acelerar por fuera de los límites externos para no perder posición.

Y el que persigue, renuncia a esa curva y comienza a preparar la próxima, perdiendo antes velocidad, tocando el vértice pero, también, acelerando mucho antes para adelantar en la recta que sigue si el próximo viraje queda de su lado.

Da gusto verlos manejar así cuando no van al choque, en un ballet rapidísimo donde aplican todos sus trucos. A veces interfieren las estrategias que les dejan con neumáticos de rendimiento diferente, pero los momentos de alta intensidad son impagables.

Parece que ni para Max ni para Lewis existe aquella alegada falta de carga aerodinámica en el eje delantero por turbulencia que impide adelantar cuando llega el momento de la verdad. Velocidad, sensibilidad, confianza, ultra ambición e inmenso talento. De esto último, les sobra. Habrá que ver si les queda algo de deportividad en las próximas carreras.

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