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¿Con cuál te quedas? Volvo V90 (2016) o BMW 535d Touring (2010)

Aunque la firma es cada vez más vanguardista y moderna, Volvo siempre estará unida a siluetas de carrocería familiar con excelente capacidad para viajar. Por eso, cuando pensamos en un coche con espacio en el sector premium, Volvo es la primera marca que aparece en nuestra lista: espacio, calidad, confort, economía… casi todos los modelos de la marca destacan en estos parámetros, así que, elegimos el V90 diésel con 190 CV y tracción delantera como la opción ideal para las familias. Por 50.133 euros y cargado de equipamiento de serie, es una excelente elección, pero basta un vistazo al mercado de ocasión para encontrar que los familiares premium tienen precios excelentes y, seguramente, una vida extraordinaria en buenas manos y garajes cubiertos.

Es el caso del BMW 535d que nos acompaña. Tiene cuatro años, pero es un modelo de la generación actualmente a la venta, aunque dejará su paso al nuevo Serie 5 Touring en pocos meses. Aún así, su diseño es muy atractivo y, en esta versión, equipa uno de los mejores motores diésel del mundo: el seis cilindros biturbo de BMW, con 313 CV. Además nuestra unidad tiene kit M, unas prestaciones excelentes y, con su tracción trasera, una mejor capacidad para llevar remolques o caravanas si llega el caso. Para dejar las espadas más en alto, su precio de ocasión está entre 32.000 y 45.000 euros, más económico que el V90, aunque claro, el Volvo es nuevo…

Vamos a empezar esta prueba por el maletero. Los dos cuentan con idénticos 560 litros de capacidad, portón trasero eléctrico y unos botones para abatir los asientos con el máximo confort. A partir de aquí empiezan las ventajas para el que parece “menos familiar”. El BMW tiene los respaldos traseros partidos en tres tramos 40/20/40, muy práctico para cargar esquíes, tablas de snow u objetos largos, algo difícil de hacer con los respaldos 60/40 del Volvo. Si abatimos por completo los asientos, encontramos que el BMW cuenta con 1.670 litros por 1.526 del Volvo, 144 litros más en su capacidad total, y no contento con estas ventajas parciales, el alemán tiene un portón que llega más abajo para facilitar la entrada de bultos. Aunque es una victoria en toda regla, no es ni mucho menos decisiva, ya que el Volvo tiene un maletero enorme para cualquier familia, y los detalles extra del BMW, aunque importantes, no inclinan la balanza tanto como para decantar la compra.


En las plazas traseras es más cómodo el Volvo, sin un túnel central de transmisión tan abultado como el BMW y con formas que dan un mayor espacio, es algo relevante si nuestros hijos son ya “talluditos”, pero en ambos van a ir sobrados. Es en la parte delantera donde nos gusta estar. Al entrar en el V90 pocos coches te hacen relajar tu pulso y respiración con solo sentarnos en el interior. El Volvo es uno de ellos. Colores claros, diseño suave y una pantalla central vertical en la que podemos entretenernos dentro de sus diferentes y suaves menús. Comparativamente, en el BMW todo es muy oscuro, hay muchos botones y podría parecer que falta espacio, pero la pantalla central tiene una visión perfecta, se maneja bien con el iDrive y los asientos agarran muy bien. Digamos que aguanta el tipo, a pesar de la modernidad sueca.

NOS GUSTA CONDUCIR…

Nos ponemos en marcha y desde el primer giro de volante se nota que el BMW es mucho más deportivo. Invita a conducir rápido, con una aceleración de 0 a 100 km/h en 5,4 segundos que nos deja alucinados –8,5 segundos en el Volvo–. Su motor tiene un gran carácter y hasta buen sonido, y disfruta enlazando una curva con otra. La suspensión M es más dura que la de serie, así que si encontramos unidades con la regulación electrónica de la suspensión, ganaremos algo de confort.


Al Volvo también le gusta enlazar curvas, pero a su ritmo, uniéndolas suavemente para un mayor confort, y no buscando su vértice. Ambos tienen una caja automática de ocho marchas con control por levas –opcionales en el BMW, ojo al buscar la unidad adecuada–. El V90 solo tiene motores de cuatro cilindros, y esta versión da 190 CV, frente a los 240 de la más potente, que va unida a la tracción total. La suspensión regulable es opcional por 2.000 euros, con ella mantiene la compostura a pesar de su carga. El consumo es menor que el del BMW, casi dos litros menos cada 100 kilómetros. Es bastante, pero tampoco va a ser un factor decisivo a no ser que viajemos muchísimo cada año.


El equipo de serie de ambos es completo, pero el equipamiento Momentum del Volvo está cargado de extras, aunque tendremos que ir a la lista de opciones para la cámara trasera o para el winter pack opcional, con parabrisas térmico y volante calefactable. La tapicería clara es un punto de conflicto, ya que si llevamos pantalones vaqueros y llueve dejaremos un rastro azul en los asientos… El BMW es más comedido en su equipo, así que habrá que buscar unidades completas, con el kit M o la cámara trasera. La suspensión neumática o las luces multi-Led son opciones poco instaladas por su alto coste, por lo que si los lleva la unidad que elegimos, tanto mejor.

Hermanos pequeños: Serie 3 Touring vs V60 A pesar de que las medidas son casi idénticas entre el BMW (4.633 x 1.811 x 1.429 mm) y el Volvo (4.635 x 1.865 x 1.484 mm), el bávaro ofrece 65 litros más de maletero (495) que el sueco (430), con los asientos sin abatir. En cuanto a precios, a igualdad de motores diésel de 150 CV, el BMW arranca en 38.000 (318d) y el Volvo en 34.200 euros (D3 Kinetic).

En cuanto a coste de uso el Volvo tiene dos años de garantía, financiaciones que incluyen las revisiones y un mantenimiento, en general, reducido. El BMW tiene intervalos variables de mantenimiento según el uso, con topes en dos años o 20.000 kilómetros, así que hacer las revisiones oficiales si realizamos pocos kilómetros no será caro. Conviene que el coche haya sido mantenido en BMW y si lo compramos en los concesionarios de la marca como “Premium Selection”, podemos incluso contratar garantía oficial. No se conocen grandes fallos en ninguno de los dos modelos, pero es el BMW el que puede dar más pegas por su mayor complejidad mecánica y por tener más años y kilómetros. El V90 es nuevo, pero está técnicamente basado en el SUV XC90, al que no se le conocen fallos relevantes.


Llega la hora de elegir. El BMW es más barato, tiene más versatilidad y es un coche que se disfruta al volante. El Volvo es más moderno, cuenta con un interior más confortable, consume menos y tiene más garantía y menor coste de uso. La elección final la tiene que hacer el conductor que todos llevamos dentro, si queremos un coche más familiar para los viajes o uno que nos emocione más en nuestro día a día. Las dos opciones son por tanto muy acertadas. 

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