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Richard Rawlings, sudor, gasolina y cerveza.

El tejano se ha convertido en una estrella mundial gracias a Fast N´ Loud, la serie de TV en la que compra, arregla y vende automóviles, sobre todo clásicos americanos. Un verdadero loco por los coches al que CAR rinde homenaje.

 
El poder de la televisión es tal, que puede hacer de cualquiera un personaje popular en todo el mundo. Y es por eso que, si viajas al extranjero, en cualquier sitio te encontrarás a algún tipo con una camiseta de “Sons of Anarchy” (la serie de moteros californianos) o de “Gas Monkey Garage”, el taller donde se desarrolla Fast N’Loud. Esta serie se ha emitido hasta ahora en más de 200 países, y ha triunfado porque en todas partes hay gente que ama los coches.  


Nosotros también hemos disfrutado mucho con ella desde hace años. Nos gustaba el ambiente, las bromas y los comentarios de los mecánicos, o los viajes para ir a comprar clásicos a cualquier pueblo perdido. La ves y piensas “vaya, ese sí que es un buen trabajo”. Después Richard aparecía en el taller remolcando, con su Ford pick-up negra, un viejo Mustang, un Cadillac o un Mercury, y decidían que hacer con él. Unos los revendían tal cual, otros los restauraban y algunos los preparaban, con llantas, tapizados y colores que elegían ellos mismos. Si le preguntas a un restaurador por la serie de TV, posiblemente te dirá que todo es mentira, o que son malos desde el punto de vista técnico. Es evidente que las reparaciones y restauraciones en la tele son “demasiado rápidas”, porque el ritmo narrativo lo impone así y sería tedioso –al menos para muchos televidentes– centrase demasiado en los detalles. Pero hay que tener claro que es un show televisivo sobre la vida en Gas Monkey Garage, no un reportaje. Del mismo modo que el inigualable programa Top Gear, el que hacían Clarkson, May y Hammond no era un espacio para probar coches, sino más bien un disparatado show en el que se usaban coches. 


Los personajes de Fast N’Loud resultan cercanos y entrañables, desde Aaron, el número dos del taller y el cerebro para la mecánica, a Dennis, el amigo de Richard que tiene un concesionario Jeep. Algunas veces, los chicos del taller llevan carrocerías a pintar o asientos a tapizar al taller de Sue, la vietnamita que siempre está de mal humor. Y en el centro de todo está siempre el jefe, Richard Rawlings (1969). 

Si has visto algún capítulo sabrás que es un tipo astuto, con mucha calle y don de gentes, bastante vacilón y con sentido del humor. Sabe lo que le gusta, es duro cuando hay que serlo y siempre lleva encima un buen fajo de billetes. Cuando era pequeño, su padre le dijo: “puedes comprar un coche de 10.000 dólares por 5.000 si llevas el dinero en el bolsillo”, y él se grabó a fuego ese consejo.


Con 22 años le pegaron un tiro para robarle su Mustang Fastback del 65, pero no lo consiguieron

Con gasolina en las venas

Nuestro protagonista nació en Fort Worth (Texas) y desde niño fue con su padre a shows automovilísticos. Su progenitor solía estar en el garaje, liado con coches viejos y motos, y sus amigos iban allí para echarle una mano y tomar unas cervezas. Richard también recuerda cómo su padre le llevaba con él, muy temprano, para hacer repartos. Nuestro protagonista se compró su primer coche, un Mercury Comet verde, con catorce años, aunque lógicamente no podía conducirlo. Desde entonces empezó a comprar y vender coches, hasta que se hizo con un Pontiac Trans Am del 77 en sus tiempos del high school. Después fue repartidor de cerveza Miller Lite, policía y bombero. Lo recuerda así: una vez estaba entregando cerveza en un bar, y el típico tipo que siempre estaba en la barra me dijo: “hijo, ¿qué vas a hacer con tu vida?” Le dije: “señor, quiero ser oficial de policía”. Él dijo: “Bueno, ¿por qué no lo haces? ¡Estás repartiendo cerveza!”. Yo tenía 19 años. Le dije que tenía que ser una ciudad que me aceptase y tal. Entonces me dijo: “¡Maldita sea, soy el alcalde de Richardson!”. Dos semanas y media después, estaba en la academia de policía. 
Un momento difícil fue cuando le pegaron un tiro, pero no por estar de servicio: “Eso fue en Fort Worth, cerca de Oakland Boulevard. Conducía un Ford Mustang Fastback del 65. Tenía 22 años y estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Un par de tipos se me acercaron por detrás para quitarme el coche. Pelea o huye ,me dije, y supongo que volé”. Terminó recibiendo una bala en la parte posterior del hombro. Gracias a Dios, no hubo daños en el Mustang.


En 1999 abrió un negocio de impresión, publicidad y marketing llamado The Lincoln Press. Él era muy buen vendedor, y sabía mantener buenas relaciones con sus clientes. Fue en 2004 cuando inauguró en Dallas (Texas) el negocio que cambiaría su vida, el taller Gas Monkey Garage. Su socio fue Aaron Kaufman, un talentoso mecánico de Forth Worth. Empezaron a trabajar juntos, y se movieron todo lo necesario para promocionar su marca. 
Fue a partir de ahí cuando Rawlings comenzó a concebir su show televisivo. Después de ocho años con el taller funcionando, finalmente logró convencer a Craig Coffman, vicepresidente de Discovery Channel, para que diera luz verde al programa. Rawlings admite, medio en broma, que es posible accediera a emitir el programa solo para que dejara de acosarle. Y Coffman reconoce: “Probablemente sea el empresario más agresivo con el que he trabajado”. El primer capítulo se emitió en 2012, y se tituló “Model A Madness”; en él restauraban y preparaban un Ford A de 1931 en solo nueve días. Es un plazo demasiado corto, pero como decíamos al principio, el ritmo de la serie reclama mucha velocidad. Pronto Fast N’Loud se hizo enormemente popular, y en 2014 Dodge contrató a Rawlings para una campaña de publicidad en televisión, que incluso se emitió en la Superbowl. En otro divertido anuncio aparecía junto a David Hasselhoff, el creador y protagonista de “Los vigilantes de la playa” promocionando Dodge para el verano. 

La serie quedó muy tocada en 2017 cuando, tras trece años de relación, el barbudo mecánico Aaron Kaufman decidió dejar el programa

 

¡Lo entrevistamos! Richard acudió al Scamp Festival, Nuestro protagonista visitó Madrid, invitado por la firma de cosmética masculina Beardburys.

P: ¿Qué tal está yendo el día?
R: ¡Perfecto! Mira cómo está esto, lleno de gente, es increíble el evento que hemos organizado, estoy entusiasmado.

P: ¿Es ésta la primera vez que vienes a España?
R: Sí, nunca había estado en España; he tenido ocasión de pasear por Madrid, me está gustando mucho la ciudad, es muy bonita; entre otras cosas, he visto el Palacio Real, he visitado un par de museos, y la comida me está encantando.
Llevamos aquí una semana. El tiempo no ha sido muy bueno, pero hemos tenido mucha suerte, porque hoy hace un día precioso; mañana descansamos, y luego vuelta a casa.

P: Tuviste una buena bienvenida en el aeropuerto, ¿verdad?
R: ¡Sí, había muchísima gente cuando llegamos! Es increíble lo que Gas Monkey ha conseguido, me siento muy orgulloso de ello.

P: ¿Cuál crees que es la razón del éxito de Gas Monkey?
R: Estoy abrumado por la aceptación de Gas Monkey en todo el mundo; cuando yo era un niño, los coches y las motos giraban en torno a tu familia, al barrio en el que vivías; yo trasladé eso a la pantalla, que tu coche o tu moto son una extensión de tu personalidad, creo que la gente lo entendió así, y ha tenido mucha aceptación.

P: Personalmente, ¿qué es lo mejor y lo peor de ser tan famoso?
R: Lo mejor es el cariño y la amabilidad que recibo de todo el mundo, en cualquier parte, de personas muy diferentes; lo peor es, probablemente, los viajes, porque siempre estoy de acá para allá, pero no me puedo quejar, estoy muy agradecido por la vida tan maravillosa que tengo, desde hace ya unos diez años.

P: ¿De qué te sientes más orgulloso, tu récord de Cannonball, el programa de televisión, tu negocio de hostelería…?
R: Me siento orgulloso de la marca en general, pero, sobre todo, de que me levanto cada mañana para ir a trabajar, y sé que toda las personas a las que empleo tienen un salario y pueden cuidar de sus familias; éso es, sin duda, lo más gratificante.

P: ¿Tienes algún coche en tu colección del que nunca te desprenderías, pasara lo que pasara?
R: Sí, tengo tres o cuatro (risas), un Mustang del 68 de “El Secreto de Thomas Crown”, un Chevrolet Fleetline del 51 y un Ford 3-Window del 32; los tengo desde hace mucho, y probablemente nunca los vendería.

P: Es evidente que te apasiona lo que haces, ¿crees que es difícil encontrar ese tipo de pasión en las nuevas generaciones?
R: No, no lo creo, siempre va a haber interés por los coches y las motos, pero es cierto que estamos viviendo un cambio, de los vehículos de los 60 y 70, que han sido muy populares, a los de los 80 y los 90, y todo el mundo está buscando su lugar; creo que el futuro nos deparará cosas increíbles. 

P: ¿Qué opinión tienes de las redes sociales?
R: Creo que son una muy poderosas, tanto para lo bueno como para lo malo; evidentemente no me gusta la parte negativa, pero las redes sociales serán, sin duda, fundamentales para mantener y extender la afición por los hot rod, los coches en general y las motos; para los de nuestra edad, las redes sociales son algo nuevo, pero las nuevas generaciones crecerán con ellas, y serán capaces de identificar sus ventajas y sus inconvenientes.

P: ¿Qué piensas de los vehículos eléctricos?
R: Entiendo su existencia, pero creo que todavía no sabemos el perjuicio que van a ocasionar a la Tierra. Personalmente, creo que las baterías de iones de litio supondrán un gran problema para nuestro planeta, nadie sabe cómo de grande, y me preocupa que estamos haciendo algo de lo que no sabemos lo suficiente; hicimos lo mismo con los motores de combustión durante el siglo pasado, y también causaron daño, así que tendremos que esperar y ver las consecuencias.

P: ¿Te ves haciendo lo que haces ahora, pero con vehículos eléctricos?
R: Sin duda; es muy fácil trabajar con vehículos eléctricos, son muy potentes, y muy rápidos –pueden ser increíblemente rápidos (risas); de todas formas, para mí, que tengo 53 años, lo mío siempre serán los motores de combustión interna.

P: Por último, pero no menos importante, ¿has tenido ocasión de probar la cerveza aquí en España?
R: ¡Por supuesto! Aquí hay muy buena cerveza (risas). 

P: ¿Hay algo más que quieras decir a tus seguidores?
R: Sí, que visiten nuestro canal Gas Monkey Garage en YouTube, y nuestra web, gasmonkeygarage.com.

Álvaro Borges

Récord en la Cannoball

La primera Gumball, una carrera ilegal de costa a costa de EE UU, la organizó en 1971 el periodista Brock Yates, como una forma de protestar contra las nuevas restricciones de velocidad. El Ferrari 365 GTB/4 “Daytona” del piloto Dan Gurney y Yates hizo el recorrido entre Nueva York y el hotel Portofino Inn en 35 horas y 54 minutos. En las primeras horas del lunes 14 de mayo de 2007, Richard Rawlings y Dennis Collins rompieron, con un Jaguar XJS, el récord de Heinz y Yarborough, que llevaba vigente de casi 30 años, y que marcaba 32 horas y 51 minutos. Decidieron intentar mejorar el récord después de hacer una apuesta de 50.000 dólares con un participante de la Bullrun Rally 2007. Richard y Dennis usaron un Ferrari 550 Maranello con la capacidad del depósito de combustible aumentada, y marcaron un tiempo de 31 horas y 59 minutos.

Rawlings se hizo un tatuaje conmemorativo con el tiempo entre Nueva York y Los Ángeles.

En 2013 inauguró un restaurante y un año después, un local para conciertos. En 2016 creó su propia bebida energética

Respecto a su vida sentimental, con 24 años se casó con Karen, su primera mujer; se divorciaron un año después. En 1999 se casó con Suzanne en Las Vegas, un matrimonio que duró diez años. Sorprendentemente en 2015 se casaron de nuevo, pero en 2019 se separaron definitivamente. Y en 2020 cayó una vez más en el matrimonio, esta vez con Katerina Deason.


Richard siempre quiere más, y nunca se ha conformado con la serie, sino que ha expandido su marca sin parar. Un detalle significativo sobre su talento para promocionar su marca es que tiene puesto el nombre de Gas Monkey en el techo de su nave, para que lo vean los pasajeros de los aviones que la sobrevuelan. Su tienda on-line de ropa y accesorios funciona muy bien; en 2013 inauguró un enorme restaurante en Dallas, Gas Monkey Bar & Grill, y en 2014 un lugar para conciertos. En 2016 creó la que seguramente es la línea más rentable, su propia bebida energética, Gas Monkey Energy. Consiguió incluso un acuerdo con el gobierno para venderla en todas las bases americanas alrededor del mundo. Y también hemos visto a la marca patrocinando a diferentes coches de carreras. Lo último es su propia marca de tequila, con un toque de canela. 


Volviendo al meollo de su imperio, el show televisivo, dejó de grabarse en 2021. Durante los ocho años en los que el programa se emitió, Rawlings dirigió el taller con mano dura, y despidió a muchos empleados sin contemplaciones. Algunos incluso trabajaron en otros shows de televisión para hacerle la competencia. Para muchos seguidores, la serie quedó muy tocada en 2017 cuando, tras trece años de relación, Aaron Kaufman decidió dejar el programa. Al parecer se sentía muy estresado y no tenía tiempo para otros proyectos. 


Actualmente el simpático mecánico barbudo protagoniza otro programa en Amazon llamado Shifting Gears, donde realiza proyectos más detallados. Como suele ocurrir en cualquier proyecto que implica mucho trabajo y estrés (con jornadas que superaban las doce horas), al final todo el equipo de la serie estaba muy quemado. Además, la actitud con frecuencia despótica de un Richard agotado (con problemas en su sala de conciertos, que acabaría cerrando), no era de gran ayuda. Por si todo esto fuera poco algunos acusan a la productora de alimentar los conflictos para darle más interés al programa. En definitiva, el ambiente se estropeó y dejó de ser algo divertido, y eso también quedaba a la vista en el programa. En junio de 2020 se emitió el último de los 166 episodios que se rodaron. Desde entonces Rawlings se lo ha tomado con más calma y sigue trabajando para la TV, en el show Garage Rehab. 


Dieciocho años después de abrir Gas Monkey Garage, Rawlings puede mirar hacia atrás con orgullo. A lo largo de su vida ha tenido tres esposas, más de 400 coches y se le calcula una fortuna personal de unos 20 millones de dólares. Es fácil entender porqué solía terminar sus capítulos sonriente y con una cerveza en la mano. 


 

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