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Al campo con el Volvo XC90 y el V90 Cross Country, se puede embarrar a los premium

Sabemos que el usuario medio de un coche de la talla del Volvo XC90 no se va a meter por un camino de cabras con él. Quizás sí que dude entre el enorme SUV y su equivalente berlina, el V90 Cross Country, así que como nos pagan por ello, decidimos que había que irse al campo con los dos suecos, a ver qué tal les queda el barro sobre sus carrocerías de diseño escandinavo. Dado que la nieve aún seguía presente en el momento de la prueba, pusimos rumbo al norte de Madrid para intentar hacer que ambos se sintieran lo más cerca de su Suecia natal.

Ambos modelos son elegantes, cada uno a su estilo, pues el XC90 es más un ejecutivo alto y que marca sus músculos debajo de su traje sueco a medida, mientras que el V90 CC sería ese arquitecto estilizado de éxito que acude a la oficina en chaqueta guerrera y botas beige. Los dos, aunque diferentes, no están lejos en medidas, con 4,95 metros de largo y 2,98 de batalla en el SUV, por los 4,94 y 2,94 del familiar. El XC90 sí que destaca por su altura libre de 238 mm, frente a los nada despreciables 210 mm del Cross Country. El maletero se decanta a favor del XC90 con sus 640 litros por los 560 del V90.

En el caso del XC90 contamos con su versión más potente y a la vez respetuosa con los consumos y el medio ambiente, el híbrido enchufable T8. 408 CV gracias a un bloque gasolina de 303 CV (el de la versión T6) sumado a uno eléctrico de 65 kW. Con él podremos bajar los consumos de un vehículo de 2.384 kilos hasta los 7 litros, pero no os recomendamos sacarlo a pasear sin el apoyo eléctrico ya que sus cifras de consumo suben a dos cifras. Podremos hacer uso de él sin gastar una gota de combustible durante los 43 km de autonomía que la batería de 10,4 kWh nos ofrece. Esta se recarga en 4 horas en una red eléctrica de 230 V.

A su lado el V90 Cross Country no parece gran cosa pero al igual que el SUV también tiene tracción total por ser la versión “campera” del familiar. Aquí tenemos una motorización más tradicional, incluso obsoleta dentro de muy poco para Volvo, pero muy aconsejable aún para quienes hacen más kilómetros que un taxista. Es el D5, el diésel de 235 CV, asociado al igual que el otro miembro de la saga 90 a un cambio de convertidor de par de 8 velocidades.

Para probar dos modelos como estos es preciso tocar todas sus facetas, así que nos fuimos en busca de nieve para hacerlos sentir como en casa. En la autopista ambos tienen un aplomo soberbio, son cómodos y permiten cruzar el país con un confort máximo. En tramos de carretera secundaria nos quedamos con el V90 Cross Country, que se muestra más reactivo a nuestras peticiones de dirección, permite ir más rápido con confianza y es más ágil debido a su concepto de berlina familiar.

Sin hacer ascos al XC90, este se ve retrasado en dinámica de conducción con respecto al familiar por su altura y su peso, especialmente en esta versión T8 que supera las 2,3 toneladas. A pesar de ello su suspensión neumática le aguanta muy bien en los cambios bruscos de apoyo y en curvas rápidas es todo un valor seguro. A nivel de repostajes, con el V90 podremos hacer unos 8 litros de media si vamos con suavidad. El XC90 se puede acercar a esos valores, algo muy encomiable teniendo en cuenta su peso y fisionomía. Sin embargo será mejor que siempre lo lleves cargado, pues este T8 sin apoyo eléctrico deja a solas su motor gasolina de 303 CV y eso ocasiona consumos de dos cifras. Además nos deja sin un importante empujón en las salidas de las curvas, especialmente las lentas, gracias al par eléctrico instantáneo.

Ahora toca sacarlos del asfalto. Ambos pueden hacerlo con total solvencia gracias a su modo offroad, con él no podremos pasar de 40 km/h y este gestiona el cambio y el motor, así como las ayudas electrónicas de seguridad, asegurando siempre un reparto óptimo del par para poder pasar por donde queramos. Intentamos subir un repecho con barro y sin este modo activado en el V90 y resultó imposible. Un poco de carrerilla y el trabajo de la electrónica nos volvieron a poner en marcha para seguir al XC90.

El SUV sueco es todo un portento del fuera pista, aunque siendo sinceros, meter un coche de 80.000 euros por los caminos no es algo que se suela hacer. Sin embargo para eso estamos aquí, y sin comerlo ni beberlo, también para rescatar otros coches atrapados. Antes incluso de que pudiéramos empezar el reportaje fotográfico apareció un alterado señor, el cual después de tomar aire, nos explicó que había dejado su todoterreno encajado intentando dar la vuelta en un camino. La elección para acudir en su ayuda fue clara, el XC90, aunque minutos y varias ramas después me arrepentí. Sin embargo a medida que me acercaba a su atrapado Jimny iba quedando más sorprendido con las cualidades del SUV escandinavo. Se comía muchas irregularidades sin problema y las pérdidas de tracción quedaban subsanadas en seguida. La nieve del camino no nos detuvo y una eslinga y cinco minutos después salíamos ambos de la zona por un camino que daba a la carretera. Misión cumplida.

Habiendo encontrado una buena zona donde poder probar y fotografiar los coches, acudimos hacia allí. Al principio ambos se comportaron excelentemente, incluso vadeamos un pequeño riachuelo lleno de piedras sin miedo. Pero en un momento dado por un camino completamente cubierto de nieve, no hubo forma de poder avanzar. El tramo se iba empinando y para desgracia nuestra calzábamos unas fabulosas Pirelli PZero de 21 pulgadas, excelentes para los tramos de curvas pero tan inútiles como un gato con guantes en este terreno. La nieve había dejado fuera de combate la capacidad de agarre de las gomas y ante el riesgo de tener que hacer noche atrapados en un camino dejado de la mano de dios, nos dimos la vuelta. Una retirada a tiempo salva muchas vidas y la vergüenza de llamar a una grúa.

El caso es que con unos neumáticos de invierno o unas gomas mixtas hubiésemos intentado atacar el camino del rescate pero cuesta arriba. Sin embargo este tipo de coches en nuestro país llevarán una vida más cómoda, pisando más suelos de centros comerciales que la tierra de la montaña y no les culpamos por ello, porque son perfectamente válidos para ambos lugares. Y es que Volvo pone a nuestra disposición un compendio tecnológico que va más allá de la mecánica y las capacidades motrices.  Por ejemplo sus ayudas a la conducción. El sistema de control de crucero adaptativo es excelente, permitiéndonos gestionar a qué velocidad y distancia del coche de delante ir sin necesidad de tocar acelerador o freno. Además tenemos asistentes de frenada de emergencia en ciudad, de aviso por vehículo en ángulo muerto y hasta uno pensado para ayudarnos en las maniobras evasivas, aunque muchos son opcionales.

El caso es que si el V90 Cross Country era nuestra elección para el asfalto por su buena dinámica de conducción, el XC90 lo sería fuera de él. No solo gracias a una mayor altura libre, también a un mayor confort y capacidad de tracción, además de ofrecer una sensación de seguridad y control al volante mayor.

Volvo XC90

De su interior destacaremos que ambos son bastante parejos en diseño y por lo tanto en calidades, pues son dos modelos de la serie 90 y deben demostrarlo. Así lo hacen con una casi total ausencia de plásticos, la inserción de metales pulidos, madera y por supuesto cuero para todo el habitáculo. Hay calidad y también tecnología, con una pantalla táctil coronando la consola central, de disposición vertical en 10” en ambos modelos y con un sistema multimedia muy claro y sencillo, desde donde se controla todo, incluido el climatizador, pues dentro del diseño del habitáculo prima la sencillez y este va casi desprovisto de botones.

La instrumentación podrá ser digital, desde la que ver el navegador, y los asientos son bastante elegantes y muy confortables. Para los amantes de la música 100% recomendable el sistema de audio opcional de Bower & Wilkins. En sus plazas traseras ambos gozan de espacio suficiente para adultos bien desarrollados, además de contar con climatización independiente y tomas USB de carga.

Tanto el Volvo XC90 como el V90 Cross Country son dos modelos pensados para un uso muy polivalente, no son rivales pero tampoco complementarios, porque ambos pueden hacer lo mismo, cada uno mejor en un campo pero gozando de la misma tecnología y calidad. Por lo tanto la elección de uno y otro os la dejamos a vosotros en función de las necesidades. El coche para viajar puede ser cualquiera, para ir al súper preferimos el V90 por cuestión de maniobrabilidad y para ir a esquiar el XC90 por espacio y seguridad al volante ante cualquier terreno. Otro factor es el precio, pues el XC90 T8 que hemos probado asciende a 84.090 euros, mientras que el V90 CC es más económico, 64.886 euros. Elijas el que elijas recuerda, no repliques cuando te manches los zapatos de barro.

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