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Prueba Mazda CX-5 2.5 SKYACTIV-G AWD 2017, auténtico SUV a la japonesa

Mazda sigue empeñada en hacer las cosas a su manera, con motores atmosféricos gasolina en lugar de los turbo, sin lanzar aún híbridos hasta que no estén desarrollados como ellos consideren perfectos para el mercado, pero sobre todo haciéndolo bien. Y es que después de probar uno de sus modelos como es el Mazda CX-5 uno se da cuenta de que a veces al revés no significa equivocado.

El SUV del segmento C de la marca de Hiroshima ha sufrido este año un restilyng a nivel de diseño y las correspondientes actualizaciones de equipamiento, materiales y la llegada de un nuevo motor. Y hay que reconocer que ese lavado de cara, nunca mejor dicho, le ha sentado de maravilla para actualizarse en un segmento en el que enumerar todos los rivales llevaría un párrafo entero.

El frontal del Mazda CX-5 2017 recibe nuevas ópticas Full Led en nuestra unidad, una calandra nueva, con un efecto que la hace hundirse hacia adentro en lugar de sobresalir como antes, y que cambia no solo su forma sino también su diseño, afilando más el morro que antes. La silueta apenas recibe cambios, si nuevas llantas, de 19” en nuestra unidad. La trasera renueva paragolpes y diseño de las ópticas, Led en todos los niveles de acabado.

El nuevo motor para el Mazda CX-5 es un SKYACTIV-G (gasolina) de 2.5 litros de aspiración natural y cuatro cilindros. Este es el que hemos probado, con 194 CV y 258 Nm de par. Su característica de motor atmosférico lo hace menos reactivo a bajas vueltas, sin embargo no es perezoso y a medio régimen mueve muy bien los 1.560 kg del CX-5. Permite una circulación muy suave en autopista, mientras que en ciudad habrá que ser enérgicos de primeras con el acelerador para coger la velocidad máxima de la calle, pero luego con un leve gesto del pie podremos mantener la velocidad. En carreteras con curvas la caja automática de siete velocidades por convertidor de par gestiona las relaciones de cambio bastante bien, pues además tenemos un selector de modos para poner un Sport, justo al lado de la palanca de cambios.

Este motor con este cambio lleva asociada la tracción total. Un sistema de eje trasero desconectable para permitir al CX-5 lograr un consumo medio de 7,1 litros a los 100 km. En conducción real pudimos acercarnos a estas cifras, aunque si no prestas atención te vas a los 8 litros, que sigue siendo una cifra muy buena teniendo bajo el pie 194 CV y tracción total. No sacamos del asfalto al CX-5, pero su cota de 192 mm de altura libre al suelo le hacen más que solvente si queremos transitar cualquier camino para aprovechar la tracción total. Esta ayuda a un paso por curva más seguro, que no más rápido, pues la característica de ser tracción delantera  de primeras le hace subvirar si damos gas en el vértice de la curva, es decir, antes de lo que toca con este coche.

Con su dirección, pasa un poco como con la del CX-3 que probamos, es bastante liviana, aunque en este modelo debido a sus dimensiones y peso es bastante menos. Esto nos ofrece una capacidad de respuesta buena y una suavidad en ciudad muy confortable. A medida que ganamos velocidad se torna algo menos blanda y el coche en autopista ofrece, en conjunto, una estabilidad bastante buena, como suele ser habitual en los SUV. De su suspensión podemos decir que Mazda ha debido optar por un tarado que sea lo más cómoda posible sin llegar a comprometer su estabilidad. Los cambios de apoyo son bastante suaves y no hay brusquedades o movimientos inesperados de su carrocería.

Nuestra unidad era una versión de acabado Zenith, el más alto de gama, con la opción del cuero blanco para la tapicería. Si sus hijos ya tienen cierta edad, es recomendable, le da cierta sensación de amplitud al habitáculo y combinado con el color exterior Soul Red Chrysital (800 euros) la configuración es muy elegante y sofisticada. Si no es el caso también hay cuero negro, no se preocupe. Además el paquete del cuero incluye los asientos calefactados y ventilados, así como un techo solar de apertura completa.

Por lo demás, es todo lo que podríamos tener en cualquier Mazda con el máximo nivel de equipamiento. Tenemos el sistema multimedia con la pantalla de siete pulgadas, de uso rápido, intuitivo y sencillo, control de crucero adaptativo, limitador de velocidad, sensores de aparcamiento, cámara de marcha atrás, climatizador bizona, ajuste eléctrico de los asientos delanteros y así una lista bastante larga, haciendo de este Mazda CX-5 2017 un coche al que no le falta de nada.

Tampoco le falta espacio. Su batalla de 2.700 mm permite que los ocupantes de las plazas traseras vayan con una comodidad envidiable en el espacio para la cabeza y las rodillas. La plaza central tan temida aquí no tiene que serlo, pues ofrece un espacio más que respetable, y eso que llevamos tracción total. De maletero tampoco nos podemos quejar, pues los 477 litros ( más 29 litros debajo del suelo) pasan a ser 1.620 litros al abatir sus plazas traseras. Mazda ha pensado en todo y para plegarlo hay tres tiradores en los laterales del maletero, lo que permite abatirlos de forma independiente. El acceso a este es eléctrico y también dispone del pedal invisible bajo el paragolpes para abrirse.

Con todo esto, quién busque un SUV muy equipado, de estos que cuando los tienes no dices “tenía que haberlo pedido con X”, muy capaz en carretera, sin pasar penurias para adelantar ni al sacarlo del asfalto, cómodo y práctico, pues aquí tiene un candidato, que aunque haga las cosas a su manera, las hace de manera muy satisfactoria. El SUV a la japonesa existe, es el Mazda CX-5, y parte con un precio de 24.600 euros (CX-5 Origin 2.0 SKYACTIV-G 165 CV 2WD), que en nuestra unidad por equipamiento motor y transmisión es de 38.000 euros.

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