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Prueba Lexus LC 500 Cabrio, techo fuera, dentro V8

Son las 9 de la mañana en Sevilla, salimos del Palacio de Villapanés y en la explanada empedrada de en frente nos espera uno de los cabriolets más hermoso del momento en un espectacular Space Orange. Su negra capota ya está plegada y si no fuera porque tiene las ventanillas subidas, saltaríamos por encima de su puerta para subir cual tipo duro de película o estrella del rock. Pero nos sentimos más lo segundo cuando arrancamos el Lexus LC 500 Cabrio y su V8 resuena por las callejuelas de blancas paredes abandonando la capital andaluza.

Pocos coches hay en el mercado que representen tan bien la filosofía de un estilo de vida como el Lexus LC, el coupé de 2+2 plazas japonés que gira en torno a un diseño escultural, una calidad soberbia y una mecánica y puesta a punto para hacer muchos kilómetros, ya sea cómodos, o rápidos. Sin embargo el Cabrio es algo diferente en filosofía.

Estamos ante un coche pensado para un público más «disfrutón» que el coupé, alguien al que no le importa que le vean cuando la gente se gire al pasar el coche, bien por su diseño, o bien por el ronroneo de su motor de vieja escuela. Aquí solo lo hay en versión V8 atmosférico y nos alegramos de ello.

8 cilindros en banda para disfrutar

Lexus es una marca muy ligada a la tecnología híbrida, sin embargo, en su pasado, hay muchos modelos de espíritu deportivo, como el LFA, pero también grandes motores, desde los 2JZ famosos sin turbo hasta grandes V8, como este de 5.0 litros.

En el Lexus LC 500 Cabrio produce 477 CV y 540 Nm, potencia más que sobrada para que pongamos morros de velocidad cuando pisemos a fondo el acelerador. Ese levantamiento de morro instantáneo y ese sonido profundo y atronador ya no son tan fáciles de encontrar, y sentir eso descapotado acrecienta aún más la sensación de libertad. Y de velocidad, porque firma el 0 a 100 km/h en 5 segundos y llega hasta 270 km/h.

Esto no es un deportivo descapotable, de acuerdo, aunque por precio pueda medirse a más de alguno, 155.000 euros, es un Gran Turismo sin techo con el que se puede ir muy rápido. Lo cierto es que se conduce tan bien como se ve, y a pesar de sus dos toneladas de peso, te sientes muy a gusto con él en todo tipo de conducción y circunstancias.

Es una maravilla para los sentidos, en cuanto a tacto, rodadura y sobre todo sonido. Lexus no aplica botones mágicos que lo hagan sonar más o petardear, esto último no sería muy propio de un caballero japonés, pero si ha creado un sistema de escape que nos permitirá elegir el género musical. Si pisamos con suavidad sonarán Led Zeppelin, con ritmo pero no demasiado atrevido. En cambio, lleva el pedal hasta la cuidada alfombrilla y aparecerá Alice Cooper y su toque macarra, un sonido que te envenena a pisar una y otra vez a fondo después de cada viraje.

En cuanto a los giros, no necesitamos grandes florituras para sentirnos cómodos con el LC 500 Cabrio. Aquí no hay eje trasero direccional como en el Coupé por el sistema de la capota, pero Lexus ha reforzado el chasis para que no haya diferencias a nivel dinámico con el coupé. Para ello se han añadido refuerzos en la parte inferior de los pilares delantero y central, se ha instalado una caja de torsión de aleación de aluminio, se han reforzado las torretas de la suspensión trasera y hay un refuerzo en V entre la parte superior izquierda y derecha de la carrocería y la parte inferior de esta.

Los modos de conducción pasan del afilado y reactivo Sport+ hasta un modo Eco que jamás pensamos en usar las 4 horas que lo condujimos por el sur de España. Lo cierto es que la suspensión es muy afable hasta en el modo más radical, ya que lleva amortiguadores adaptativos, pero lo que si es cierto es que la viveza con la que reaccionaba el V8 y sobre todo el cambio era muy diferente de un modo a otro.

Para un mejor control de la tracción hay en opción un diferencial trasero, que ayuda a que no seamos un hooligan saliendo de cada curva y podamos ser más precisos dando gas. Con todos los controles puestos rara era la vez que el indicador del control de tracción hacía aparición en escena.

El cambio es el Direct Shift de diez velocidades de Lexus, el mismo que el del Coupé. Parecen demasiadas marchas para un coche de pretensiones tan deportivas, pero están ahí para poder rodar a 2.000 rpm a 120 km/h y disfrutar de largos recorridos con comodidad. En carreteras de muchas curvas donde nos apetece hacer cantar su V8 rara vez pasaremos de cuarta, y será un placer volver a segunda al toque de las rápidas levas, pues el motor emite un corto rugido con cada cambio descendente que nos pone los pelos de punta.

Bueno al volante ¿y como cabrio?

El Lexus LC 500 Cabrio está dotado de una perfecta y cuidada capota de lona, que podemos pedir en negro u ocre, cuyo mecanismo de plegado y puesta es automático con un botón escondido bajo una tapa en el túnel central. Tarda 15 segundos y se puede operar hasta a 60 km/h.

La insonorización con el techo puesto es excelente, sin ruidos molestos hasta a 120 km/h, momento en el que el viento empieza a ser más notorio. Y con el techo bajado, las ventanillas subidas y el pequeño deflector trasero de serie de policarbonato transparente, el viento no molesta apenas en el interior. Además en opción podemos llevar uno plegable en las plazas traseras que reduce un 20% más las turbulencias a bordo.

De hecho, la mayor parte de la prueba la hicimos con el techo quitado, incluso un tramo de autovía a 120 km/h, y siempre íbamos a gusto. A esto también contribuye el sistema de climatización inteligente denominado Climate Concierge, encargado de regular el climatizador, los asientos calefactados y el sistema de aire en el cuello para que la temperatura a bordo sea óptima sin importar que tiempo haga fuera y sin que nosotros ajustemos nada, solo la temperatura deseada.

Tan hermoso por fuera como por dentro

La gran calidad de Lexus resalta en el LC 500 Cabrio, un coche de exquisito nivel, con cuero en volante, asientos, salpicadero, paneles de las puertas, consola central, botones de buen tacto y hasta algo de peso. Los asientos son tremendamente cómodos para largas aventuras y recogen muy bien si nos adentramos en caminos sinuosos.

En cuanto a tecnología, tenemos una gran pantalla apaisada en la consola central, que podemos controlar de forma táctil o con el clásico «touchpad» de la consola central, que como siempre, requiere algo de aprendizaje si venimos de otros sistemas de control táctiles o de ruleta.

En la instrumentación tenemos un dial redondo digital, con un cuentarrevoluciones y una pequeña pantalla a la izquierda que podemos hacer aparecer o desaparecer con un botón del volante. Cuando esta es suprimida, el dial de las revoluciones se desplaza hacia el centro y el coche parece entrar en modo de combate. Su apariencia y colores cambian en función del modo de conducción, y la aguja de revoluciones es digital, un guiño a aquel LFA cuyo V10 subía tan rápido de vueltas que una aguja analógica no seguía su ritmo.

Veredicto Lexus LC 500 Cabrio

Estamos ante el modelo más exclusivo y carismático de Lexus, uno de esos coches que te vuelven a recordar lo que es el placer de conducir mucho y muy rápido, todo a la vez. Su buena dinámica hace que quieras volver a subirte a conducir, y eso que tiene un diseño que te enamora cada vez que te bajas.

Lexus LC 500 Cabrio

No es el más deportivo, tampoco lo pretende, pero si es fiel a los conceptos y la filosofía que Lexus quiere transmitir. El LC 500 Cabrio te hará volver a sentir joven, y si ya lo eres, te hará sentir como una estrella del Rock.

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