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(Prueba) Hyundai Tucson 2.0 CRDi: be milennial my friend

Aprovechando que teníamos un compromiso en Barcelona el fin de semana, nos subimos en el Hyundai Tucson para probarlo durante más de 1.200 kilómetros y entre atascos en la ciudad condal. Una ciudad muy chic, cosmopolita, joven y llena de gente moderna, de esa que sigue a «influencers» y enseña los tobillos con sus pantalones pitillo. De la que ahora llaman «milennials», el cliente potencial de los SUV según las marcas. Son chicos y chicas en edad de conducir y menores de 30 y pico años, amantes de la aventura la vida social y parece que no tanto del motor. Digo no tanto porque no quieren un tracción trasera con mucho par a bajo y medio régimen capaz de bajar tiempos en el Jarama a cada vuelta. Quieren un coche que les lleve a donde sus ansias de libertad les dicten y que puedan conectar el teléfono. Tenemos el SUV, el Hyundai Tucson, y tenemos a un tipo que encaja en la edad de esta nueva generación, yo. Actuemos como tal unos días.

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Lo primero es llegar al coche. Lo ves por fuera y piensas, es grande, alto, pero la silueta no aburre y las llantas «molan». La calandra no es excesivamente abultada, está proporcionada en conjunción con el resto de elementos del frontal como las luces diurnas LED y los antinieblas. Las llantas de 19 pulgadas de cinco radios plateados con otros cinco en gris mate oscuro dan el toque deportivo al Hyundai Tucson en su imagen. Resumen: tenemos un coche de imagen fresca y atractiva, lo que un milennial querría. 

Pues con el trasero en los asiento ahora toca examinar que tenemos. Para empezar una llamativa tapicería de cuero rojo en los asientos que le aportan mucho estilo a un interior cuya calidad percibida es notable. Destacar que estos asientos en nuestra versión podían ser ventilados y calefactados, habiendo hecho uso del primer modo y quedando realmente fascinados con la rapidez del sistema. La pantalla en el salpicadero con los botones y todo el ajuste del climatizador nos permitía viajar frescos y además con la música que queríamos gracias al puerto USB situado en la parte más baja de la consola central. También había una clavija para un cable  auxiliar de audio y un enchufe de mechero tradicional. Suficiente para cargar tu iPhone mientras pones tu música del «pincho USB». 

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Todo esto está muy bien pero es que además teníamos techo solar, pero no estos que se abren hacia arriba un poco no, corredero hasta las plazas traseras el panel de tela y el cristal se superponía en la parte trasera del techo, por lo que la brisa del Mediterráneo entraba al caer la tarde por Barcelona. Los asientos regulables eléctricamente se agradecieron a la hora de encontrar la posición de conducción adecuada. En este coche elevada, pues para eso mide 1,65 metros de alto. Subirse sin embargo no es problema no implica elevar la pierna más allá de lo que lo haría una bailarina de ballet. ¿Es cómodo os preguntaréis? Pues si, el viaje de ida y vuelta fue muchísimo más llevadero gracias a una suspensión bastante absorbente de los baches y unos asientos de buen respaldo.

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Como todo viaje el repostaje fue ineludible. Pero sólo en ciudad para movernos por allí. El viaje directos no precisó de parada para llenar el tanque. Aunque homologa un consumo medio de 6,5 litros el trayecto implicó un litro más por el tránsito en ciudad. Es en este terreno donde a pesar de sus 1,8 metros de ancho podría parecer torpe, pero por las céntricas y estrechas calles de la ciudad se movía con soltura y en los parking, gracias a los sensores y la cámara de visión trasera el único problema era encontrar un hueco para aparcar. De respuesta ágil en el primer acelerón, en parte gracias a la tracción total y a los 184 CV, la caja automática de 6 marchas era cumplidora y no se notaban las transiciones, muy bien refinada, pero sin la rapidez que gozan las de doble embrague por ser de convertidor de par.

Destacar lo silencioso que es un motor tan potente como este en marcha, incluso rodando por encima de la velocidad normal en algunos momentos. El aislamiento interior era bastante bueno y eso aumentaba el confort en marcha.

Hyundai Tucson

El coche de los milennials ha resultado ser un gran coche para viajar y que no asusta en ciudad, para donde a fin de cuenta va a ser usado, porque si bien nos escapamos a la playa, el coche no pisó tierra, no tuvimos ocasión de probar el sistema AWD. Si en cambio el botón que activa el modo Sport, este hacía que el acelerador y el cambio se volvieran  más agresivos y de mayor respuesta. La experiencia ha sido gratificante en gran medida gracias al Hyundai Tucson, que con el sistema de tracción total, el interior cargado de extras como el cuero, el techo solar, el navegador, los asientos ventilados y calefactados y el motor más potente diésel cuesta 42.000 euros. Ser milennial ha estado bien, pero convivir con el Tucson mucho mejor.

Fotografía: David Photocars

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