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Mercedes EQE vs. BMW i4: caminos dispares

Las cosas están cambiando en el mundo del automóvil. Mercedes y BMW lo saben, y para crear sus berlinas eléctricas equivalentes a los Clase E y Serie 3/4 han seguido métodos muy diferentes. 

No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. En esta etapa de apogeo de modelos eléctricos, no es que hayamos perdido definitivamente al Mercedes Clase E o al BMW Serie 3/4, pero sí parece que, tras décadas de leal servicio, se están batiendo en retirada. Han sido muchos años, en los que hemos podido disfrutar de las cualidades de estas dos magníficas berlinas, que nos han ofrecido desde variantes lógicas y equilibradas hasta las menos sensatas, pero increíblemente divertidas, versiones AMG y M.

Para estos nuevos modelos, tanto Mercedes como BMW mantienen la letra y el número, respectivamente, característicos de sus primos de combustión; también mantienen algo de la estética, aunque con planteamientos muy distintos. En el i4, el enfoque es bastante continuista; utiliza el chasis CLAR (acrónimo de CLuster ARchitecture) del Serie 4, así como una estética muy similar, tanto en el exterior como en el interior.
El EQE, en cambio, se toma muchas más libertades; de hecho, la vista lateral poco tiene que ver con el Clase E. En el interior se mantienen algunos elementos, como los asientos o las rejillas de ventilación, pero las diferencias son evidentes, incluido el inmenso espacio disponible para las plazas traseras –cortesía de la plataforma EVA2–. 

Mercedes lleva años evolucionando su gama eléctrica, y la llegada del EQS hace unos meses cambió sustancialmente las cosas. Ya conocíamos los SUV eléctricos, EQA, EQB y EQC, y el monovolumen/furgoneta EQV; pero con el EQS llegó este chasis EVA2, específicamente diseñado por la marca para vehículos eléctricos grandes. Además de la plataforma, este EQE comparte con su hermano mayor rasgos de diseño, a escala reducida, y sobre todo, gran parte de la tecnología.

¿Son comparables?

No estamos descubriendo la pólvora si decimos que el Clase E y el Serie 4 no pertenecen al mismo segmento, por lo que puede parecer que esta comparativa no tiene mucho sentido. Además, la diferencia en cuanto a tamaño se amplifica en la transición de estos modelos a las versiones eléctricas: la carrocería del EQE es notablemente más grande que la del i4, y ofrece mucho más espacio en el interior.
Esta diferencia se refleja en el precio: la versión de esta prueba es la básica del i4, con un precio de salida en España de 61.900 euros; el siguiente escalón es el acabado M, que parte de 64.400 euros, y hace que el eDrive 40 se parezca al más potente M50, con tracción total xDrive, cuyo precio sin extras es de 76.025 euros.
El EQE 350 parte de 76.025 euros, que corresponde al acabado Advanced; para el Advantage hay que añadir algo más de 4.500 euros, para el Premium 11.500 euros, y por último, si queremos el Premium Plus, tendremos que sumar unos 15.000 euros a la tarifa base.

Por lo tanto, la diferencia en el precio es evidente, así como en el tamaño. Pero el hecho es que, si queremos una berlina premium eléctrica alemana, y dejando a un lado los buques insignia, estas son las opciones. Actualmente no hay rival eléctrico en BMW para el Clase E, ni en Mercedes para el Serie 4, así que, aquí estamos: EQE contra i4. Más concretamente, en los Alpes Bávaros, un magnífico lugar para que estos coches nos demuestren de qué son capaces.
El BMW declara 250 kW (340 CV) de potencia, 430 Nm de par, y un peso de 2.125 kg, y se siente más ágil que el Mercedes, que según la marca rinde menos potencia, 215 kW (292 CV), pero más par (565 Nm), para un peso de 2.355 kg.

 

Conduciendo por Los Alpes

En las versiones de combustión, con estas potencias y estos precios, estamos acostumbrados a que muchas equipen tracción a las cuatro ruedas, pero en este caso ambos se conforman con tracción trasera. Esto tiene sus ventajas –menos peso y mayor intervención por parte del conductor–, aunque puede crear problemas de tracción en agua si hacemos uso de ese enorme e instantáneo par disponible. Con los controles de tracción y estabilidad apagados, el sobreviraje aparece sin reparos.
Sorprendentemente, en estas condiciones de baja adherencia el EQE es más juguetón –y más controlable– que el i4. Su mayor par es más fácil de modular, y su comportamiento en aceleración es más permisivo. Las gomas que montaban nuestras unidades de prueba también contribuían a darle ventaja al Mercedes.

Antes de que la carretera se seque, el BMW nos permite hacer algunas florituras; el bajo centro de gravedad ayuda a controlar estos derrapes intencionados, así como la firmeza del chasis, la distribución de pesos 50:50 o el enorme par disponible.
Como casi todos los BMW, este i4 traza su trayectoria con gran precisión e inmediatez, y ofrece esa transmisión de sensaciones característica de la marca, pero hace trabajar al conductor algo más que el EQE equipado con la dirección trasera y suspensión neumática opcionales. Esta dirección a las ruedas traseras del Mercedes no solo reduce el radio de giro desde 12,5 metros –similar al del BMW– a unos ajustados 10,7 metros, sino que también mejora su comportamiento hasta un nivel superior, que resulta a la vez divertido y seguro. Con un buen conductor al volante, el i4 es más rápido en carreteras viradas, mientras que el más civilizado EQE mantiene con mayor facilidad el ritmo deseado: eficiente y sin complicaciones.

La suspensión Airmatic –incluida en los dos acabados superiores– proporciona una mejora sustancial en el comportamiento del Mercedes, pero incluso la suspensión convencional de serie nos ha gustado algo más que la del BMW. Probablemente porque el objetivo de la firma bávara es, además de salvar el planeta, hacer que se dibuje una sonrisa en la cara del conductor, y quizá han primado las sensaciones al volante y la capacidad de influencia del conductor en el comportamiento del coche sobre la comodidad –teniendo en cuenta que en todo momento estamos hablando de un nivel excelente en ambos modelos–.

Estas dos berlinas superan con creces la nada despreciable cifra de 400 km de autonomía real a ritmo alegre

El EQE busca más la tranquilidad y el confort de marcha, quitando presión al conductor. Su asistencia electrónica no está al nivel del EQS, pero da la sensación de que tiene mucho camino recorrido en el sendero de la capacidad de conducción autónoma, aunque esto queda a un lado si a sus mandos hay una persona con ganas de conducir.
El BMW monta una batería de 80,7 kWh, mientras que la del Mercedes es de 90,6 kWh; las cifras de autonomía homologadas, en ciclo WLTP, son 589 y 631 km respectivamente. En nuestra prueba, a ritmo alegre, los dos modelos superaron la nada despreciable marca de 400 km de autonomía real.

Vida a bordo

Respecto al interior, en ambos casos se mantiene el excelente nivel de acabado al que nos tienen acostumbrados estas marcas. El habitáculo del Mercedes es increíblemente amplio, con mucha altura libre para todos los ocupantes, y un espacio enorme para las piernas en las plazas traseras.
Subirse al BMW es como volver a casa, puesto que, como hemos comentado al inicio de esta prueba, mantiene en gran medida la estética del Serie 4. En su interior encontramos una pantalla de infoentretenimiento más grande que en el modelo de combustión, lo mismo que sucede con la de la instrumentación, pero mantiene el mando iDrive y una palanca de cambios tradicional. Los pasajeros de las plazas traseras disponen de poco espacio para las piernas, que prácticamente desaparece si el conductor es alto y desplaza su asiento hacia atrás –esto tampoco es nuevo–.

Ambos modelos ofrecen multitud de información sobre el rendimiento de sus propulsores: gráficos, curvas, datos actuales, proyecciones, análisis y cálculos, además de los habituales de consumo de energía, autonomía o estaciones de carga en un radio determinado.
El maletero del i4 es algo más grande –470 litros, frente a los 430 de su rival en esta comparativa–, y la configuración de su carrocería hace que sea más práctico, al contar con un portón trasero, mientras que en el EQE encontramos una tapa, típica de un tres volúmenes, que además es algo alta y estrecha –al contrario que su hermano mayor, el EQS, en el que, al igual que en el i4, se accede al maletero a través de un portón–. Ninguno de los dos ofrece un segundo espacio de carga bajo el capó delantero, lo cual sería muy práctico para, por ejemplo, guardar el cable de carga.

Dos vencedores, cada uno a su estilo

Aunque no pertenezcan al mismo segmento, ambos modelos cuentan con atributos para convencer a potenciales clientes similares en muchos aspectos, que busquen las ventajas de un coche eléctrico sin renunciar a las cualidades dinámicas, calidad, nivel de acabados y representatividad que ofrecen nuestros protagonistas. 
La decisión entre uno u otro dependerá de cuáles sean nuestras prioridades, pero estamos seguros de que, una vez analizado qué es lo que buscamos, y sabiendo lo que ofrece cada uno de ellos, con ninguno de los dos nos equivocaremos.

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