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Mercedes AMG-GT C: mi abuelo era un crack

El Mercedes 300 SL “gullwing” y su versión roadster tienen plaza reservada en cualquier listado sobre los automóviles más bellos. El 300 SL nació como coche de competición en 1952 –tipo W194, ya con sus puertas de apertura vertical– y en 1954 lanzaron la versión de calle (W198) para enamorar a los ricos estadounidenses. El 300 SL lo diseñó Friedrich Geiger y montaba un motor de seis cilindros en línea y tres litros con inyección directa que rendía 215 CV. La estructura era tubular de acero y su carrocería del mismo metal, aunque con las puertas y los capós de aluminio –también se fabricaron 29 unidades completamente de aluminio–. La versión convertible tuvo que recibir importantes cambios estructurales, para reforzarlo y también para poder montar unas puertas de apertura convencional. También rendía 20 CV más al montar un nuevo árbol de levas y aumentarse la compresión. Tras finalizar la producción de 1.400 unidades del cupé, el Roadster se fabricó entre 1957 y 1963, y salieron de la fábrica 1.858 coches. Hoy, bajo el legado de este mito, llega el Mercedes AMG-GT C.

Podría decirse que el 300 SL fue el coche de las estrellas de los años cincuenta y parte de los sesenta del siglo pasado, desde los actores Clark Gable, Marcelo Mastroianni o Yul Brynner a playboys como Aly Khan, Porfirio Rubirosa o Hugh Hefner.

Mercedes AMG-GT C

El 300 SL Roadster que ilustra este reportaje pertenece a un prestigioso profesional residente en Madrid. A él siempre le han gustado los Mercedes, y recuerda que su abuelo tuvo un 220 “pontón”. Curiosamente su primer automóvil con estrella fue nada menos que un 300 SL “alas de gaviota”. Más tarde adquirió el Roadster que ilustra este reportaje. Su precioso roadster negro con el interior rojo se estrenó en EE UU –como la gran mayoría de los 300 SL– pero él lo compró en Alemania –en el alucinante Autosalon Singen–. Después lo llevó a restaurar al prestigioso especialista en este modelo HK Engineering.

Nuestro amigo recuerda que, cuando fue a recogerlo tras la restauración, hicieron una prueba por autopista y lo pusieron a 200 km/h, pero él prefiere conducirlo con más tranquilidad: “Estos coches corren más de lo que crees, pero también frenan menos de lo que crees”, nos advierte.
En efecto, el motor empuja con bastante alegría y el resto –dirección, frenos, cambio– se sienten imprecisos para los cánones actuales. Pero es absurdo juzgarlo como si fuera un deportivo moderno, porque ya tiene más de 60 años. Conducir una obra de arte como el 300 SL Roadster es un privilegio que te traslada a otros tiempos, una época en la que las carreteras estaban vacías y no había límites de velocidad. Situémonos en 1957, cuando se lanzó en España el Seat 600 con 21 CV. El Mercedes rendía 10 veces más potencia. Por lo tanto es como si ahora, que un Ibiza ofrece 100 CV, Mercedes lanzara un deportivo con 1.000 CV. Nuestro descapotable negro acelera de 0 a 100 km/h en 7,2 segundos y alcanza los 250 km/h. Una importante innovación de los 300 SL Roadster fue la suspensión modificada respecto al cupé, que les hacía más estables y menos propensos a sobrevirar. También incluyeron, a partir de marzo de 1961, frenos de disco tanto delante como detrás.

Mercedes AMG-GT C

Sucesores

El 300 SL Roadster fue el último Mercedes con chasis y carrocería separada, y tras él llegaron otros SL maravillosos como los “Pagoda” o los R107. Pero estos descapotables no eran deportivos puros y nunca pretendieron competir en sensaciones al volante con los mejores productos de Porsche o Ferrari. El verdadero sucesor del 300 SL fue el SLS AMG de 2010, un biplaza desarrollado por la división AMG. En su carrocería monocasco de aluminio acogía el glorioso motor 6.3 V8 atmosférico de 571 CV, con un sonido y un carácter que no ha sido superado por los 4.0 V8 biturbo actuales. Se fabricaron más de 10.000 unidades del SLS, y se cotiza tanto que apenas han bajado de precio respecto a cuando se vendían nuevos.

El Mercedes-AMG GT lanzado en 2015 es el segundo modelo desarrollado íntegramente por AMG. Mercedes-Benz comercializa varios cupés (Clases C, E, S, SL) pero este es diferente. Es un biplaza concebido para disfrutar al volante, sin concesiones, y para competir con el Porsche 911. Las versiones Roadster se lanzaron en 2017 y a finales de 2019 recibieron un restyling. Actualmente en el gama Mercedes AMG-GT para España hay un total de seis versiones (sin contar con el AMG-GT de cuatro puertas): AMG GT S (522 CV), Mercedes AMG-GT C (557 CV) y AMG GT R (585 CV), todos en versión cupé. A estos hay que añadir las versiones Roadster: AMG GT S (198.000 euros), AMG GT C (207.900 euros) y AMG GT R (250.000 euros). El “nuestro” es el Mercedes AMG-GT C Roadster, que incluye numerosos extras como la pintura designo azul magno satinada (3.312 euros) o los frenos carbono cerámicos “de alto rendimiento” (10.473 euros), reconocibles porque llevan las pinzas de color bronce. El diseño exterior nos parece muy elegante y con reminiscencias clásicas –como la parrilla estilo “Panamericana”–, pero sobre todo expresa potencia.

Nos acomodamos en su interior, absolutamente espectacular por diseño y acabados, y equipado con los más avanzados sistemas electrónicos de la marca alemana. Basta con arrancarlo para intuir que es un coche con mucho carácter. El techo de lona se pliega en solo 11 segundos. La deportividad consiste ante todo en responder al instante a las órdenes del conductor, y este coche lo hace. El motor es lo que domina la experiencia de la conducción, con una respuesta inmediata y progresiva, sin retardos. Además el empuje es apabullante, como es fácil imaginar al ver sus cifras de par. Tiene ese toque algo salvaje en plan muscle car que debemos esperar de un motor V8 de AMG. El cambio DCT de doble embrague y siete marchas es rapidísimo en manual, y sorprendentemente intuitivo en modo automático. Si en el 300 SL conduces con cuidado y suavidad, en el Mercedes AMG-GT C sabes que puedes acelerar, girar y frenar como un poseso y todo seguirá funcionando a la perfección.

La carrocería del Mercedes AMG-GT C es muy rígida. Además el 53% del peso se asienta en el eje trasero (donde lleva el cambio). La fantástica motricidad corre a cargo de un diferencial autoblocante controlado electrónicamente, que transmite al potencia al eje trasero y sus enormes gomas de medida 305/30 R 20 (en el eje delantero la medida es 265/35 R 19). Cuando empiezan las curvas el eje delantero se agarra al asfalto como una lapa, la dirección se siente rápida y los cambios de dirección son milimétricos. En esto último participa la dirección en el eje trasero, que provoca el efecto de reducción virtual de la batalla, con lo que gana en agilidad. Y si encuentras el lugar adecuado y desconectas los controles –el “ESP” tiene tres niveles de asistencia–, puedes socarrar los Michelin Pilot Super Sport.

Mercedes AMG-GT C

Creado para disfrutar

Pero este es un coche para gentlemen y no vamos a ir siempre de carreras. Lleva un tren de rodaje con amortiguación adaptativa y dispone de cuatro programas de conducción, incluyendo el “Race”. La suspensión se puede regular aparte, en otras tres posiciones. Hay bastante diferencia entre lo más cómodo y lo más radical, lo que nos parece muy bien, así que puedes viajar cómodamente o meterlo en un circuito con garantías. También lleva soportes dinámicos del motor, que adaptan su rigidez al modo de conducción y al estilo del conductor.

Mercedes AMG-GT C

No obstante, y como ocurre con otros supercoches que rondan los 200.000 euros, en carretera abierta apenas es posible exprimir sus cualidades. Pero con la conducción a cielo abierto disfrutarás incluso rodando despacio, y con la mejor banda sonora. El sistema de escape AMG Performance es de serie, y su sonido se modifica según el modo de conducción, o con un botón. En posición “Sport Plus” suena mucho, y en el escandaloso modo “Race” puedes escuchar petardeos al ahuecar el acelerador. Y es que el show es una parte esencial del disfrute de estos roadsters, concebidos para tipos extrovertidos. Conducir un Mercedes AMG-GT C es entrar a formar parte de la leyenda. Una glamurosa manera de que, en el futuro, tus nietos recuerden a su abuelo como un verdadero crack.

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