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McLaren 720S y Honda NSX, los mejores rivales

Aquí estamos, en la capital de Japón, una de las ciudades más sorprendentemente y alocadas del mundo, a la vez que bella. Tokio nos recibe con los brazos abiertos, y no es porque seamos celebrities o jugadores de fútbol, sino que a lomos de dos superdeportivos como el Honda NSX y el McLaren 720S no pasas nunca desapercibido. Tampoco hace falta recordar que pisamos tierras niponas, terreno familiar para uno de los contendientes del viaje.

Mi primera arma –con la que intentaré sortear el tráfico de Tokio– será el superdeportivo de producción más avanzado que McLaren ha tenido el placer de desarrollar, con permiso del P1. Su estética rompedora y su color naranja chillón le dotan de un estilo único, con un corazón en peligro de extinción. Esta prueba es algo distinta a las que estoy acostumbrado a hacer en un coche de semejante calibre; voy a comprobar tanto si el 720S como el NSX se pueden utilizar como vehículos para realizar nuestros trayectos diarios.

Estéticamente el 720S es brutal, sus líneas aerodinámicas se esculpen en la carrocería como si de una escultura renacentista se tratara, pura belleza automovilística. Sobre este monstruo me lanzo a las calles de Tokio, que son así como una especie de maremágnum en el cual convergen ciclomotores, cientos de miles de coches y unos nueve millones de personas –y aumentando–. Entre este caos veo las primeras sonrisas de la gente, unas dirigidas al superdeportivo británico y otras –la gran mayoría– al superdeportivo japonés que me precede. Por mucho coche que lleves, aquí se siente pasión por lo nacional. Al paso del NSX vemos pulgares arriba y niños –y no tan niños– girando su cabeza y fijando su mirada en el deportivo híbrido que hereda las siglas de un mito de los años noventa.

Para comenzar voy en modo “Normal”, la suspensión neumática se aclimata a cualquier imperfección de la carretera, dando la sensación que el McLaren ha aprendido japonés de una forma que ni en sueños podría alcanzar. El asfalto de la capital no tiene nada que ver con nuestras carreteras, aquí la mayoría de ellas están perfectamente pavimentadas junto con una seguridad vial que solo he podido contemplar en tierras germanas –otro gallo cantaría en Madrid…

A bordo del 720S me siento más libre, la amplia visibilidad que proporciona el McLaren me hace aferrarme a los huecos que el tráfico genera con una confianza mayor. Confianza que se incrementa al saber que voy bien protegido, gracias a un monocasco central de fibra de carbono y abrazado por uno de los asientos más deportivos que he visto en mi vida. El confort interior es sublime, gracias al Proactive Chasis Control II, el cual cuenta ahora con un software mejorado, con más sensores y acelerómetros en cada rueda, para lograr el máximo control de la carrocería y la mejor adherencia.

Su diseño es sublime pero a la vez simple. McLaren ha “limpiado” la atmósfera interior sin botones en el volante, junto con una pantalla vertical de la instrumentación que se puede “tumbar”, cosa que ocurre cuando seleccionamos los dos modos más agresivos, quedando un display horizontal que informa de las revoluciones. En “Sport” y “Track” el coche cambia por completo; el volante se endurece notablemente y el coche saca todo el músculo y hace relucir los 720 CV que brotan de su V8. Su respuesta es inmediata, con un empuje brutal a partir de las 1.700 vueltas.

Cambiamos de montura

Honda NSX

Parada para tomar un café y reponer fuerzas para continuar nuestro camino. Miro por la ventana del bar y mi mirada se posa en el Honda NSX, mi próximo objetivo. El superdeportivo japonés tiene mucho que demostrar, y no solo por heredar las siglas de un deportivo que el mismísimo Ayrton Senna refinó hasta el infinito, sino también por presentar una mecánica híbrida. Y es que tenemos dos contendientes que pertenecen al mismo segmento pero con personalidades totalmente distintas. Nos encontramos en una contienda en la que se enfrentan un V8 (720 CV) contra un V6 con varios motores eléctricos (580 CV); monochasis de carbono frente a estructura de aluminio; 284.700 euros del McLaren (www.barcelona.mclaren.com) frente a unos 180.000 del Honda. Este último es algo más “complejo” en mecánica que el 720S.

Lo primero que se hace patente es el porqué de la diferencia de precio, los acabados. El McLaren describe una atmósfera interior rematada hasta el mínimo detalle con una dedicación sensacional; por otro lado está el NSX, el cual presenta un acabado interior más “modesto”. A pesar de ello, nos tenemos que centrar en las sensaciones que nos transmiten su corazón híbrido y su tracción total.

Honda NSX

El NSX arranca en modo “Quiet” (tranquilo o reservado). Mientras nos encontramos en esta posición el sistema funciona solamente con los motores eléctricos, deslizándonos por el tráfico de Tokio en total silencio, siempre y cuando nuestro pie derecho no demande más energía de la cuenta. En su salsa, la posibilidad de circular en este modo eléctrico nos recuerda que el NSX está más pensado para circular en todo tipo de ambientes –si en Madrid se activara el protocolo de anticontaminación de nivel 2+, aún podrías circular con él–. Se desplaza de manera muy fluida y serena entre el tráfico, pero rápidamente queremos más, ahí es cuando despierta la mecánica V6 que se esconde justo detrás de nuestra columna vertebral. Con el mando giratorio activamos el modo “Sport”, con el cual la sonoridad ya llama a nuestra puerta. El NSX se vuelve más reactivo a los cambios de dirección y la transmisión adquiere una naturaleza más inmediata.

Honda NSX

El impulso inicial de la parte eléctrica se nota, y mucho. Despega como un verdadero misil hambriento de alcanzar su objetivo, pudiendo traspasar la línea de los 100 km/h en menos de 3 segundos. Su mecánica no es nada si los sistemas que posee no actuarán como deben para controlar todo. El NSX es un portento tecnológico que gestiona el par de manera brillante. Y es que el comportamiento del superdeportivo nipón se ve favorecido por el llamado Sport Hybrid Super Handling All-Wheel Drive, el cual se encarga de gestionar la tracción de las ruedas delanteras. Por otro lado, el diferencial autoblocante trasero está diseñado para completar la función de los motores que impulsan el eje frontal, y también el trabajo del control de estabilidad.

Japón contra el Reino Unido

Parece innegable el trabajo que ha hecho McLaren con el 720S, uno de los superdeportivos más bonitos y más potente que el mercado pueda ofrecer, pero aquí en Tokio tenemos un protagonista único; el 720S es más rápido y con un aspecto más moderno –así como más caro–, pero el NSX pertenece a Honda, y ese nombre resuena más que ningún otro. Durante uno de los cientos de semáforos en rojo que nos encontramos nos ponemos uno al lado de otro; una vez la luz verde aparece aceleramos hasta dejar atrás al enjambre de coche que nos predecían.

El NSX tiene un empuje brutal, se nota el sistema eléctrico ayudando al V6 turboalimentado, se nota más lineal e intuitivo que el generoso V8 del 720S, el cual tiene un pico de par en un rango un poco elevado para ser un motor turboalimentado, sobre las 5.500 vueltas. En curvas de carretera el 720S se pega al asfalto como si de un fórmula 1 se tratase, con una respuesta más eléctrica que el motor del NSX. Por otra parte, el superdeportivo japonés no se queda atrás, la inmediatez del tren de potencia híbrido hace que no consiga despegarse del 720S.

McLaren 720S y Honda NSX,

Está oscureciendo y volvemos a las calles principales de la urbe, la cual dejamos atrás hace dos horas pero ahora parece una ciudad completamente diferente. De noche Tokio se transforma, es casi irreconocible después de que se ponga el sol, la ausencia de luz proporciona un lienzo negro perfecto para hacer relucir la belleza audiovisual de Tokio. Miro el reloj y veo que ya llevamos 18 horas conduciendo, y aún me siento cómodo a bordo del NSX.

Después de todo puede que lo veamos como una máquina más capaz de sobrellevar los ajetreos del día a día, gracias a su facilidad de uso y su menos intimidante tren de potencia, el cual ayuda a que la circulación urbana sea tan serena como dentro de un Jazz.
Por un lado, el Honda se presenta como un superdeportivo veloz y sensible y, en última estancia, un poco menos eficaz cuando lo llevamos al límite, quizás debido a unos neumáticos con un grip más bajo del esperado. Puede que la radical variante Type R del NSX monte unos más anchos, así podría inclinar la balanza… A pesar de ser increíblemente inteligente en la gestión de potencia y demás sistemas, el McLaren 720S se muestra más reactivo y feroz en la carretera, lo que nos hace despertar el niño que llevamos dentro, al que le da igual la aguja del tanque de combustible.

En definitiva, Honda ha hecho un gran trabajo y ha tomado muchos más riesgos al apostar por una mecánica tan difícil de enclaustrar en un segmento aún no familiarizado con ella; y es que no solo se atreve a hacerlo, sino que lo hace bien. Sin embargo, el McLaren 720S vuelve a hacer relucir la filosofía de la firma británica: hacer de lo ordinario algo extraordinario.

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