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Los deportivos de nuestras vidas: imposible equivocarse

Puedes elegir cualquier llave, aquí no hay una mala elección. Son siete de los mejores deportivos de todos los tiempos. El coche con el que tomo confianza con el circuito de Goodwood (UK) fue concebido para homologarlo como coche de carreras. Es por supuesto el BMW M3, tan atractivo por fuera como por dentro. El pequeño cuatro de 2.3 litros puede subir hasta 7.500 rpm y rinde poco más de 210 CV, una potencia decente en los años ochenta aunque nada especial en estos días. Afortunadamente, el peso también es de otros tiempos. Un E30 M3 sin carga pesa solo 1.250 kg, y se percibe al volante.

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Los clásicos deportivos están a la orden del día

Ninguno de los M3 E30 se siente realmente rápido (el nuestro es un edición especial Ravaglia del 1989), pero es lo suficientemente veloz para como mantenerte atento y para hacer que el chasis se luzca. La dirección es rápida y con cuatro cilindros sobre el morro, puedes elegir el ángulo de la curva y clavarlo cada vez. Pronto te sientes como un piloto mientras mueves el pie derecho del freno al acelerador, tratando de recordar otro coche tan adecuado para hacer un poco de punta-tacón. Pienso que alguien debería volver a fabricar este coche.

Lo mismo se podría pensar tras conducir el Porsche 911 Carrera RS, que se siente viejo porque lo es. Un automóvil de casi 50 años basado en un diseño de casi 60. Vas sentado alto y extrañamente cerca del parabrisas vertical. Y cuando seleccionas la primera marcha, sientes como si la palanca estuviera desconectada de la transmisión. Pero el motor 2.7 suena crudo y urgente, cuando sube de vueltas, y también se siente ligero. El RS emana energía nerviosa y juguetona, incitándote a darle caña en cada oportunidad. Además los frenos aún se sienten firmes y, al igual que el M3, es un automóvil con el que te sientes cómodo conduciendo como si lo hubieras robado.

Así como la sombra del RS ’73 todavía se cierne sobre los productos modernos de deportivos Porsche, el 205 GTI se cierne sobre todos los deportivos compactos fabricados desde entonces. El Golf GTI popularizó el género, pero tres décadas después sigue siendo el 205 GTI quien lo define. El asiento del conductor está colocado alto y en general tienes la sensación de que estás sentado en el automóvil, no integrado en él. A baja velocidad sientes el embrague y la dirección pesados –la asistencia eléctrica era opcional–, el cambio de marchas ligero y una respuesta brusca del acelerador. Aun así se le considera el mejor utilitario “GTI”, y tras la primera vuelta sabrás por qué.

Esta es una pista rápida y puede hacer que los coches poco deportivos potentes se sientan aburridos. Pues el 205 nunca se siente así. Gira maravillosamente, esa dirección carnosa que te dice todo sobre la sorprendente cantidad de agarre de los estrechos neumáticos. Y hay mucho margen para ajustar tu trazada sin provocar el sobreviraje al ahuecar el acelerador, que envió a tantos al desguace. Un GTI moderno aplastaría al 205 en línea recta, pero el acelerador ágil, la distribución del par y el equilibrio perfecto permiten que siga siendo rápido.

Heroicamente, el propietario de nuestro “E-Type reinventado”, el Eagle Low Drag GT, lo conduce a diario, a pesar de estar valorado en un millón de euros. Mientras que Jaguar Heritage se obsesiona con la máxima originalidad de sus E-Type, en Eagle se obsesionan con producir unos E-Type deportivos que sean mejores para conducir, tanto despacio como deprisa. Hay aire acondicionado y bajo un capó que parece extenderse hasta la primera curva un seis cilindros en línea con 345 CV, frenos modernos y la goma para ayudar a aprovecharlos. Aunque la posición de conducción es rara para los cánones actuales, se siente completamente manejable y, junto al carácter que le dan los carburadores (la inyección de combustible está disponible) ofrece el tipo de sensación muscular que esperarías de un coche así. Lo que no esperas es un automóvil tan bien preparado para recibir una buena paliza.

El cambio de marchas desliza muy bien, la entrega de potencia es suave y poderosa, y la suspensión hace un trabajo perfecto al retener algo del carácter del clásico, y a la vez mantener algunos compromisos dinámicos. No es muy rápido pero se siente tenso y firme en la pista. Tanto el agarre como el control de la carrocería o la precisión de frenado y dirección, son mucho mejores que en un E-Type original.

El Lotus Elise siempre ha sido “un coche CAR”. Ligero, innovador, atractivo e inteligente, el Elise es un resumen de todo lo que hemos defendido durante años a la hora de crear deportivos. También es cierto que incluso sin la capota se siente sorprendentemente pequeño por dentro. Y todo lo que no es imprescindible, fuera. Eso incluye cualquier tipo de asistencia eléctrica para los frenos y la dirección. Los S1 son la versión más pura de los Elise.

Tienen más agarre y te conectan con la carretera de una manera que casi ningún automóvil moderno lo hace. Por supuesto que el chasis podría soportar fácilmente más potencia de los 120 CV que ofrece, pero es tan divertido como siempre. Demuestra que no necesitas una potencia enorme para disfrutarlo, y tampoco ser un gran piloto para comprender su brillantez.

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El Ford GT fue construido para ganar Le Mans (en su categoría) y se siente muy especial. Si la misión del GT era seria, también lo es el puesto de conducción. La cabina es pequeña y en lugar de mover el asiento a los pedales, los pedales vienen hacia ti. Y hay muchos interruptores también, incluidos los destinados a los cinco modos de conducción disponibles. Suena raro decirlo, pero el motor de 645 CV tiene poca potencia y cilindros en comparación con otros superdeportivos modernos que cuestan la mitad. Pero la respuesta del acelerador es aguda y el balanceo muy limitado. Además la dirección se siente más como una herramienta quirúrgica que como algo con lo que mover dos rodillos de goma.

Cuando le exiges este V6 tiene pegada, golpeándote en la espalda con una gran banda sonora. El F40 no puede igualarlo en velocidad, aunque el Ferrari responde como una granada de mano. El 0 a 100 km/h del italiano en aproximadamente 4 segundos se siente mucho más explosivo por ejemplo, que en un 911 Tipo 992.

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Incluso estacionado, el F40 emociona e intimida más que los supercars modernos, todos domesticados por la electrónica. El volante de tres radios está inclinado hacia arriba, como el del M3, mientras que los pedales están muy desplazados hacia la derecha. Un Ferrari moderno se siente como un Kia en comparación. En movimiento, la dirección es sublime. Más pesado que el Lotus, pero casi tan comunicativo, es un aspecto tan sobresaliente de este automóvil como el motor.

Su mecánica biturbo pasa de empujar poco a empujar con mucha fuerza, sube hacia la línea roja y tu estas sudoroso, con ojos muy abiertos. También es difícil de conducir rápido, o al menos de conducir bien. Su fama le precede y muchos conductores han sufrido accidentes con él. Los pedales son pesados, la palanca de cambios también. Hay que ir poco a poco e ir aprendiendo, lo que tiene su gracia en una era en la que tantos coches revelan sus secretos de inmediato. Conducir un F40 siempre es tan especial como esperabas que fuese cuando lo viste por primera vez.

Conclusión

Aquí hay muchos tipos de deportivos, comenzando por el E-Type. En su formato Eagle es un coche asombrosamente capaz y, sin embargo, tiene todo el atractivo de un clásico. Es el coche más bello y sobre sus neumáticos de perfil alto, derrapa y baila alrededor del circuito, más nervioso pero no menos controlable que sus rivales.

En el otro extremo de la escala está el 205 GTI 1.9. Ningún otro pequeño GTI es tan sensible al acelerador, posee un cambio de marchas tan dulce, tiene una dirección tan agradable o es tan ágil. El BMW E30 M3 también se siente maravilloso a pesar de sus 30 años, exquisitamente centrado en el conductor. Y si el motor de cuatro cilindros no es un prodigio de potencia, eso no atenúa su atractivo pura sangre.

El Ford GT es el superdeportivo de hoy, un coche de ciencia, no de poesía. Realmente rápido, el más preciso a alta velocidad y brutalmente poderoso. Es sintomático por la forma en que los superdeportivos priorizan cada vez más la velocidad bruta sobre el tacto. Porque si lo que desea es velocidad, este ofrece un agarre y una velocidad aparentemente ilimitados.

Eso contrasta con el Carrera RS 2.7, mucho más pequeño y liviano que los 911 actuales. La visibilidad es sobresaliente, el motor entusiasta y la dirección nítida. Además, baila y entretiene tanto a bajas como altas velocidades.

Pero nuestros dos primeros deportivos clasificados llevan insignias de Lotus y Ferrari ¿Elise o F40? Después de todo, el Elise es el coche perfecto para los entusiastas. Su dirección es deliciosamente afilada. Es ágil, tiene un balanceo mínimo de la carrocería, frenos maravillosos y el cambio de marcha más corto. Te sientas bajo en la estructura de aleación, y en general prioriza, sobre cualquier otra cosa, la satisfacción al conducir más que la emoción.

Pero al final dimos como ganador al Ferrari. Ofrece gran parte de la pureza de conducción de Elise, añadiendo una gran dosis de euforia, velocidad y radical. Este quizá es el automóvil más espectacular que Ferrari haya fabricado. Es firme y muy físico de conducir, sin ninguna de las modernas concesiones de lujo o asistencia al conductor.

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Su motor ruge y transmite como ninguno de los demás deportivos y la dirección no está adulterada por la asistencia eléctrica. El F40 fue el primer automóvil de carretera en superar los 320 km/h y todavía se siente increíblemente rápido. Algunos Ferrari posteriores han sido más rápidos, pero no ofrecen el mismo nivel de radicalidad escalofriante, sin filtro, a cualquier velocidad y en cualquier momento.

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