La XXIII Clásica Tenerife: Mujeres al Volante Rompiendo Moldes
La XXIII Clásica Tenerife dejó huella en el automovilismo clásico al destacar no solo por la majestuosidad de los vehículos participantes, sino por el protagonismo de las mujeres. Desde jóvenes talentos hasta equipos familiares, demostraron con habilidad y pasión que este deporte no tiene género, celebrando historias de esfuerzo y superación que rompen barreras sobre ruedas.
El Éxito de Samantha Montaner
Entre los nombres que resonaron en esta edición, destaca el de Samantha Montaner, quien, junto a su marido José Carlos Rendón Rodríguez, alcanzó la victoria absoluta. Montaner, piloto de un MG de 1955, mostró su precisión y calma en un evento lleno de retos. “Fue emocionante, especialmente en la etapa final con tanto tráfico en Anaga. El secreto fue no discutir como pareja; ese fue nuestro trato”, comentó con una sonrisa antes de tomar un vuelo hacia la Península, donde reside.
Esta dupla no solo se llevó el trofeo, sino también los aplausos de una comunidad que reconoce la importancia del trabajo en equipo.
Cristina Montes de Oca: Juventud y Talento
Con tan solo 24 años, Cristina Montes de Oca se posicionó como la participante más joven de entre los 200 inscritos. A los mandos de un Triumph TR6 de 1969, y con su madre, Cristina Rodríguez de Azero, como copiloto, lograron un impresionante top 10 en la clasificación general. “Conducir es mi pasión, y mi madre es la mejor guía que podría tener”, declaró Montes de Oca, quien ha heredado el amor por los clásicos de su padre, Francis.
La joven, que divide su tiempo entre Valencia y Tenerife, se mueve habitualmente en transporte público cuando asiste a la universidad, aunque no oculta su entusiasmo por conducir el Mini Cooper familiar o el robusto Defender de su padre.
Más Que una Competencia
La Clásica Tenerife no solo fue escenario de velocidad y estrategia; también ofreció momentos inolvidables para los equipos femeninos. Isabel y Adela Hernández Lorenzo, primas e hijas de la familia que preside el RACT, participaron con un Austin Healey de 1955. Aunque no lograron clasificar, su entusiasmo y sonrisas constantes dejaron una huella imborrable.
En la categoría de turismo, el podio también fue dominado por mujeres copilotos como Marina Monterrey, Sofía Monshouwer y Miriam Casariego, quienes demostraron que los clásicos no solo son elegancia, sino también precisión y dedicación.
Una Revolución Sobre Ruedas
Esta edición dejó claro que el futuro del automovilismo clásico está en excelentes manos, con nuevas generaciones de mujeres al volante que no solo heredan una rica tradición, sino que también la reinventan con determinación y frescura. Desde el liderazgo y la precisión de Samantha Montaner, hasta la energía y entusiasmo de jóvenes como Cristina Montes de Oca, las mujeres han demostrado que tienen un papel fundamental en este apasionante mundo.
A esto se suma la fuerza de los equipos familiares, que reflejan cómo la pasión por los clásicos trasciende generaciones y lazos familiares. La Clásica Tenerife se erige hoy como un ejemplo de inclusión, innovación y amor por el motor, donde cada participante deja una huella única en la historia del automovilismo.