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La historia de Nismo: el arte de esculpir el viento

En la cima, se lo ha ganado a pulso. Ahora vemos a Nismo como uno de los grandes referentes en el mundo del automovilismo por sus numerosas victorias en distintas disciplinas como en el Super GT Japonés o en el Campeonato Japonés de Sport Prototipos. Además es una marca con la que compartimos cierta cercanía al contar entre sus filas con un piloto español Lucas Ordóñez, comenzando su andadura en el automovilismo profesional a través del videojuego Gran Turismo 5, en el cual se proclamó vencedor de la GT Academy –competición anual en la que Nissan elige al siguiente piloto de la marca a través de diferentes pruebas.

Una vez que ya eres “famoso” todo el mundo parece conocerte, pero pocos saben realmente de dónde vienes. Por ello, comencemos desde sus primeros proyectos que forjaron el nombre de esta división de carreras. Tenemos que echar la vista atrás hasta 1964, momento en el que los ingenieros de Prince Motor Company, un fabricante local, llegaron a la conclusión que podrían aumentar las ventas desarrollando una berlina más potente. Sin pensarlo dos veces, montaron el motor V6 de 2.0 litros del Gloria en el modelo más pequeño del Skyline.

¿El resultado? Nacieron cien modelos del Prince Skyline 2000GT listos para correr el día 1 de mayo de 1964, dos días más tarde posó sus cuatro ruedas en la competición por primera vez. Ese mismo día no pudo subirse a lo más alto del podio debido a la sensacional carrera de un Porsche 904, pero el Skyline GT abarcó todas las posiciones siguientes desde el segundo puesto hasta el séptimo, estaba empezando a surgir una leyenda.

Prince Motor Company pasó a formar parte de Nissan en 1966, lanzado al año siguiente la variante “S57” con un generoso motor de 1.5 litros. Cuando realmente nacería el mito sería en 1969, cuando pudimos ver la insignia que le ha dotado el prestigio del que goza hoy día, GT-R. A pesar de ello, hasta 1984 no se estructuró como tal la división Nismo. Dos años después, se aventuraron a correr en Le Mans, donde comenzó su camino al olimpo.

Con el R32 Skyline la marca nipona comenzaba a ser temida en todos los circuitos, ostentó un total de 29 victorias en 29 carreras en el campeonato japonés. Le apodaron Godzilla tras su paso por el Campeonato de Turismos de Australia en los años noventa, en referencia al terrorífico monstruo de la famosa película japonesa. Su sucesor, el Skyline GT-R (R33) logró meterse por debajo de la barrera de los 8 minutos en el “Infierno Verde”, el circuito de Nordschleife, una proeza que muchos quisieron replicar.

En la versión R34, Nismo sorprendió a los entusiastas del motor con el V-Spec (“Victory Specification”). Esta versión del GT-R 34 recibió el apellido “Z-tune” que le distinguía de los demás por su preparación orientada a alcanzar las mejores prestaciones de entre todos sus hermanos de gama. Lograron extraer más de 500 CV del motor 2.8 que ya montaba, una auténtica máquina de engullir circuitos. Nissan aumentó su presencia en los campeonatos alrededor del mundo y logró mantenerse entre el top 3 de los más rápidos en los años noventa.

Un punto determinante fue cuando el Skyline GT-R (R32) ganó las 24 Horas de Spa en 1991, décima plaza para el Nismo GT-R LM en Le Mans en 1995 y escalando hasta el tercer lugar en Le Mans en 1998 con el Nissan R390 GT1.

En territorio nipón, Nismo compitió con el R34 en el Campeonato GT entre 1999 y 2003, embolsándose el título de pilotos y equipos en dos ocasiones. El Fairlady Z “tallado” por Nismo llegó a Europa en 2004 bajo el nombre de 350Z. No tardó en adquirir protagonismo en su debut en las Series Super GT, logrando hacerse con los títulos de pilotos y de marcas.

LA EVOLUCIÓN NUNCA SE DETIENE

Nos alejamos de los circuitos para adentrarnos en los modelos que Nismo pone a disposición del público para sentir la ferviente pasión de la división por la competición adaptada a la carretera. Nismo logró colocarse en un nicho de mercado de coches de prestaciones de semicompetición aprovechando su experiencia en competición, desarrollando un respetado negocio de tuning; cautivando primero al público japonés para después expandirse por todo el mundo.

El lanzamiento de la nueva generación de Nissan GT-R (R35) en 2008 creó una nueva base frente al compromiso de la marca nipona con la competición. Logró en 2007 parar el crono en el circuito de Nordschleife en 7:38 en el primer intento, logrando alzarse como el modelo de producción más rápido del mundo. Dos años más tarde, conmocionó al mundo del alto rendimiento con un tiempo no oficial de 7:26. ¿Creéis que fue suficiente? En mayo de 2012 cargaron de nuevo contra el Infierno Verde para luchar contra otros vehículos de competición en las 24 horas.

Haciendo uso de su ferviente agresividad, logró proclamarse campeón indiscutible de la categoría de vehículos producidos en serie. No contento con ello, el 30 de septiembre de 2013 volvió a verse las caras con el trazado alemán con la versión GT-R Nismo 2014 con el pack Nismo N Attack, dejando mudos a los asistentes con el 7:08:679 que marcó tras cruzar la línea de meta. ¿Se habrán tomado un descanso después de semejantes hazañas? Dicen que los campeones nunca descansan; parece ser que donde unos ven una línea de meta, Nismo ve el inicio de la siguiente vuelta.

Con sus modelos Nismo custodiándole –Nissan Juke Nismo y Nissan 370Z Nismo– el terror de los circuitos vuelve a estar sediento de sangre, la nueva versión Nissan GT-R Nismo 2017 ha llegado para destrozar todos los récords imaginables hasta la fecha. Una pasión sin límites, Godzilla ha regresado. 

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