JEEP: ¿Cómo consigue enamorarnos?
¿Por qué? Hoy comenzamos con esta pregunta, por qué es que estos coches consiguen enamorarnos y nos gustan tanto. La respuesta nos la dieron en el Camp Jeep, pero no fue ninguna sorpresa, fue de esas respuestas que según las están diciendo vas asintiendo con la cabeza mientras una sonrisa se te escapa y el vello se te eriza. Esto es lo que me pasó a mí.
Me pasó esto porque Jeep es una marca que puede llegar al corazón de todo aquel que siente afán por explorar y por ir siempre un poco más allá de donde se supone que debe ir, y lo sabe. Pero que lo sepan no quiere decir que simplemente se aprovechen de ello; lo que hacen al respecto es lo que les ennoblece desde mi punto de vista, porque tienen la necesidad de satisfacer a sus clientes, no con un coche insípido y eficiente, si no con un coche efectivo con alma, fuerza y capacidad. Un coche que te lleve hasta la cima del pico de una montaña en un país muy lejano, o a comprar el pan. Un coche que te haga desear que llegue el fin de semana para cambiar los insectos estrellados contra el frontal por barro, arena, agua, nieve, hielo o rocas.
El diseño sabemos que es una parte muy importante a la hora de fabricar un coche, y vemos a unas cuantas marcas que se rompen la cabeza por sacar modelos totalmente diferentes, por innovar, por sacar el diseño rompedor que atraiga clientes a sus concesionarios y esto está muy bien. Pero en Jeep parece que están por encima de esto porque ya dieron con este diseño hace exactamente 75 años. Y es que no siempre la clave está en hacer algo diferente, si no en adaptar tu legado y tu herencia al presente.
Por ello, Jeep sigue manteniendo su eterna parrilla. Lleva tanto tiempo en uso este diseño que ya han surgido leyendas dentro de la comunidad “Jeepera”, algunos dicen que sus siete barras de la parrilla representan las siete direcciones, arriba, abajo, derecha, izquierda, adelante, atrás y centro. Pero realmente hay muchas más, ¿podría ser por los 7 pecados capitales? O quizás por los 7 mares, los siete días de la semana, los siete colores del arcoíris… Son muchas las legendas que tratan de buscar la razón del número de barras en la calandra, pero la respuesta es más simple.
Las siete barras conmemoran al Nº1 en salir de la línea de montaje, ese Jeep Willis tenía alguna barra de más pero eso no importa. Da igual porque vino al mundo con un único objetivo, luchar por la libertad. Y luchó; luchó más de lo que debería, combatió fieramente en varias guerras y hoy en día sigue haciéndolo en alguna, pero eso le sirvió como medio para ver mundo, ver otros países, otras culturas, y de la misma manera que a una persona, el viajar le dio conocimiento y sobretodo, sembró la semilla de la aventura dentro de él.
Esta semilla creció una vez acabaron sus luchas y entonces, se transformó en uno de los principales medios de transporte para aquél que quiere vivir al límite, experimentar aventuras y conocer otros territorios. Pasó a ser el fiel escudero del explorador y se transformó en la leyenda que es hoy en día. Pasó de defender su libertad en un continente ajeno a conquistar los corazones de ciudadanos de todo el mundo en cuestión de muy pocos años.
Un noble objetivo dio lugar al nacimiento de esta marca, pero una vez conseguida la victoria, no se desvaneció en la oscuridad, más bien se transformó en un espíritu de crear coches que sirvan para agradar a la gente, llevarles donde tienen que ir de forma segura y divertida, coches con carácter guerrero.
Pienso que a la gente aventurera les gustan los Jeep porque hoy en día este carácter sigue estando implícito en ellos, tanto el Renegade como el Wrangler, el Cherokee y el Grand Cherokee son coches con mucha “mala leche” y que aunque alguno lo aparente más que otro, todos tienen unas capacidades Off-Road increíbles y son coches de los que te puedes fiar.
Por cierto, hace 75 años salió el primer Willys de la línea de producción.