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Héroes del Metal: Mitsubishi Lancer EVO VI y Pajero Evolution

En 1999 llegó el euro, el Livin’ la Vida Loca, de Ricky Martin, y el cuarto título de Tommi Mäkinen al volante de un Mitsubishi. De hecho, los años noventa fueron bastante prolíficos en competición para la firma de los tres diamantes, ya que no solo dominaban en el mundial de rallyes, sino que también lo habían hecho en el Dakar. Y fruto de ello surgieron unicornios como el Mitsubishi Lancer EVO VI.

Hace unas décadas Mitsubishi estaba tan unida a la competición como los viejos roqueros a las drogas, al alcohol y las fiestas, ambos no se concebían sin la otra parte. En 2016 se finalizó la saga del Lancer Evo y con ella esa historia de la firma japonesa en competición.

Por eso siempre es emocionante poder probar un modelo de la vieja escuela de los rallyes con el apellido Evolution. Pero esta vez la cita sería doble. Y es que Roberto, de Sttoon Automotive, tenía en sus instalaciones dos modelos Evolution diferentes, un Lancer Evo VI y un rara avis, uno de los 2.500 Mitusbishi Pajero Evolution, otro homologation special de pura cepa de los años noventa.

Mitsubishi Lancer EVO VI

La historia del Lancer Evo la conocemos bien, en 1992 Mitsubishi lanza para los rallyes un coche más pequeño y ligero que el Galant, dotado de tracción total y un potente motor con el fin de homologarlo para competir en el Grupo A del Campeonato Mundial de Rallyes.

Su evolución año tras año tenía un objetivo muy definido, mejorar el coche para ser más competitivo en el mundial. Así fueron llegando los posteriores Evo, siendo el V el primero que se vendió en España y este, el Evo VI, el considerado por muchos como el último fiel al concepto de coche de rallye para calle.

Con el Evo VII Mitsubishi cambió de nuevo la plataforma del Lancer y pasó de la homologación del Grupo A, a la del WRC, que ya no necesitaba de una versión tan cercana al coche de calle para poder homologarse.

Desde japón a españa con el Mitsubishi Lancer EVO VI

El Pajero Evolution es un unicornio más curioso de ver en nuestro país. Solo se lanzó en Japón y la firma solo necesitaba fabricar 2.500 unidades para su homologación en el la categoría T2 del rallye Dakar. Por eso tenemos que ir al lado derecho para ponernos al volante.

En España, por cuestiones obvias, a este modelo le conocemos como Montero, y ha sido siempre un coche muy popular en los rallyes todoterreno por su fiabilidad y capacidad de ir rápido por cualquier terreno. Ganó en 1997 y 1998 el Dakar, y su versión de carreras, al igual que en el Lancer Evo, era muy fiel a la que se vendía.

Hoy vamos a poder sentirnos como Mäkinen y Shinozuka, el ganador en 1997 del Dakar, al volante de estos dos Evolution, un término ligado para siempre al ADN de competición. El Mitsubishi Lancer Evo VI es de esos coches en los que se puede apreciar con todo detalle lo que era conducir un coche nacido para los rallyes. Las sensaciones afloran desde el primer giro de llave y las vibraciones llegan al interior hasta las yemas de tus dedos, que agarran un volante de cuero Momo que podría tener una relación más directa, pero que lo compensa con toda la información que transmite a cualquier velocidad.

Y precisamente velocidad es lo que mejor entrega este Evo VI. De serie daban en papeles 280 CV, potencia establecida en el famoso “pacto de caballeros” de los fabricantes japoneses, pero como en el 99% de los Lancer, no va de serie.

El motor de 4 cilindros, el indestructible bloque 4G63, lleva nueva admisión, electrónica, válvula de descarga y alguna cosa más, no sabrían decirnos cuanta potencia está dando, pero cuando el turbo carga y pasas las 3.000 rpm tu cabeza se pega al asiento Recaro y tus ojos se abren igual que la válvula de mariposa, es impresionante el empuje y la capacidad de tracción de su sistema integral.

Me bajo del Lancer Evo VI con la piel de gallina y enamorado del sonido de la válvula de descarga silbando cada vez que suelto el acelerador, es hora de subirse, literalmente, al Pajero Evolution. Las modificaciones de serie incluían ese picudo alerón trasero, unos pasos de rueda mayores, mejoras aerodinámicas, y hasta podías pedir las faldillas antibarro rojas, o unos focos extra en el morro. Arrancamos el V6 de 3.5 litros y el sonido nos recuerda que esto no es un coche normal.

También nos da la bienvenida una voz en japonés que intuimos que nos recuerda que nos abrochemos el cinturón. Lo hacemos y pisamos a fondo para salir. Sin el empuje del sedán, es rápido para su altura y peso. Marca un 0 a 100 km/h en 8 segundos y, con la carretera suficiente por delante, podría llegar hasta los 205 km/h. El sistema 4×4 es conectable y lleva dos diferenciales LSD, uno por eje, pero vamos en tracción trasera por el asfalto. La suspensión también es específica y sujeta muy bien sus dos toneladas.

Esperaba un coche torpe y que solo supiese levantar el morro cuando azuzamos su V6 de 280 CV, pero lo cierto es que transmite mucha confianza en las curvas. Su cambio automático, había una caja manual opcional pero menos fiable, es bastante rápido para tener su edad, e incluso tiene modo secuencial.

Coches con pedigrí

Sentirse como un piloto de rallyes tiene un precio. Los coches de competición no son baratos precisamente, sus equivalentes de calle tampoco lo eran, ni lo son ahora por su exclusividad y el estatus que se han ganado estos años atrás. Adquirir un Lancer Evolution VI ronda los 20.000 euros dependiendo de su estado y el lugar del volante, y los Pajero Evo ni siquiera los encuentras en España, arrancando sus precios en 15.000 libras en Reino Unido.

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