Franco Colapinto, el “rebelde” volador
Nadie en España, fuera del núcleo que sigue la F1, sabía quién era el piloto argentino de 21 años Franco Colapinto, hasta el pasado martes 7 de octubre. Apareció, así de repente, en el programa “El Hormiguero” de Pablo Motos (Antena 3), casi como un convidado de piedra. Y de la misma manera que en sus primeras tres carreras (Italia, Azerbaiyán, Singapur) sorprendió siendo más rápido que el compañero de equipo y ganando puntos contra todo pronóstico, en la tele fue un impacto por su humor, naturalidad y desparpajo.
Carcajada y aprobación del público presente logró por su ping pong de frases ingeniosas y graciosas con Trancas y Barrancas, las insolentes hormigas del programa. A ellas les prometió expulsarlas con un insecticida si seguían “pinchándolo”. Y entre esas frases contaba, también, su vida desde que llegó a Europa, a los 14 años, para vivir solo en Italia, en una habitación arriba de la pequeña fábrica de kartings que le cobijó. “Seguro que quieres quedarte aquí solo, puedes volver con nosotros a Argentina y en un par de años volvemos a traerte”, le preguntó su padre, Anibal. En el momento de la gran decisión Franco contestó: “No, papá, sé que será duro, pero es lo que quiero”.
Siete años después le confesaba a Motos: “Fue muy duro (toda esa soledad), pero era mi sueño y lo volvería a hacer”. Según Motos, Colapinto es un rebelde, un indomable y se lo demostró enseguida, nada más comenzar el programa. En cuanto le pidió que contestara preguntas sobre la competición en sí, el “pibe” de 21 años, en tono de broma le espetó: “Igual no hablamos tanto de Fórmula 1, porque no tienes ni idea. Estás perdido y me haces cada pregunta...”.
Las carcajadas del público presente saturaron los micrófonos. ¿Qué entrevistado se anima a decirle al entrevistador que no sabe nada de su disciplina? Motos se lo había preparado bien y tenía un guion que seguir, pero a Colapinto, al que le habían dicho que “disfrutase de la entrevista”, estaba dispuesto a hacerlo pero con sus propios términos. Y comenzó a incorporar palabrejas al diccionario coloquial madrileño, “boludo” (tronco), “joda” (de bromas), “chabón” (tío), “quilombo” (follón) y así siguió. Nos estaba cambiando el diccionario.
Solo en Italia, con apenas unas monedas para su sustento, así se las arreglaba. “Compraba arroz y me lo hacia en la “pava” (hervidor) eléctrica”. ¿Es cierto que te duchabas con el mono de carreras puesto? “Pero que hijo de p… te dijo eso? Sí, es verdad. Un día metí el mono en la lavadora y le di calor, se me achicó y ya no me entraba más. En las carreras no podía dar el mono a lavar. Entonces me enjabonaba con él puesto, champú, jabón. Después me sacaba el mono y me lavaba yo también. Me pareció práctico, lo recomendé y otros pilotos ya lo han adoptado”. Así nomás, con la naturalidad el desparpajo y los tacos habituales de un joven hablando con su “panda” reunida ante la barra de un bar.
Su vida antes de la Fórmula 1
Colapinto ganó su primera carrera en la F4 española de la que fue campeón con el equipo Drivex en 2019. Ayudado por María Catarineu y el ex piloto escocés Jamie Campbell-Walter de Bullet Sports Management comenzó a subir peldaños logrando su ración de victorias: Eurocopa F. Renault, European Le Mans Series, Fórmula 3 (4 triunfos) y Fórmula 2 (1 triunfo).
Estabas corriendo en Fórmula 2 en el equipo Williams (en realidad con la escuadra MP Motorsport, pero con ayuda de Williams) y, de la noche a la mañana te llaman para tener un volante en la Fórmula 1. El campeonato ya había comenzado. Es como empezar el colegio a mitad de año… “Peor, el colegio es más barato que la F1. Pero es lo que desde niño soñé y aquí estoy”.
Con esa confianza y decisión que mostró en la tele irrumpió en la mitad de del circunspecto y superprofesional pelotón de la F1 en el pasado GP de Italia. Hacía 23 años que no había un piloto argentino en la F1. Pocas vueltas tardó en igualar los mejores tiempos de su experimentado compañero, Alex Albon (más de 100 carreras disputadas). Y continuó superándole en los entrenamientos oficiales para el GP de Azerbaiyán, después, incluso, de accidentarse el viernes en la primera sesión no cronometrada. Y en Singapur no solo adelantó con osadía a Albon, a Carlos Sainz y a Yuki Tsunoda en la salida, sino que contuvo todos los embates del Red Bull multi ganador del mexicano Sergio Pérez. Y mantuvo el ritmo de Fernando Alonso con su Aston Martin. Rápido en los entrenamientos oficiales pero firme y rápido en carrera en función de su coche, el Williams FW46 que no está para grandes alharacas. Impresionó más por su ritmo y madurez que por los resultados concretos: 12º en Monza, 8º en Azerbaiyán y 11º en Singapur. Por todo esto y por su calma rápida en carrera ya ha recibido claros elogios de prestigiosos pilotos y jefes de equipo.
Tipos que no regalan adjetivos positivos fácilmente le han puesto por las nubes: expertos como Helmut Marko, el responsable de pilotos de Red Bull, el ex piloto de Sport y F1 que eligió a Max Verstappen; o Toto Wolff, el mandamás de Mercedes que le felicitó especialmente. Del mismo modo, también ha recibido halagos por parte de Fernando Alonso y Lewis Hamilton, quien le saludó especialmente en Singapur.
Un futuro de lo más prometedor
Estudiados los debuts destacados de pilotos campeones o pluri ganadores en la F1 la conclusión es obvia: lo que Colapinto ha conseguido por velocidad y oficio está, como mínimo, al nivel de verdaderas leyendas de la Fórmula 1. Igualando en esas primeras carreras los rendimientos de verdaderos gigantes como Ayrton Senna, Alain Prost o Michael Schumacher. Por eso lo observan y Williams, que ya tiene contratos con Albon y Carlos Sainz para 2025, le busca plaza. No obstante, ya hay otros jefes de equipo que quieren comprarle el pase, como si de una naciente estrella de fútbol se tratase.
Pero... específicamente, ¿qué han visto o intuido aquellos que han declarado que, sin compromisos previos de por medio, estarían dispuestos a hacerle un lugar? La velocidad, la paciencia, la agresividad útil, la resiliencia, la dedicación y otras virtudes eufemísticamente definidas como “talento”, entran en la balanza.
Tras solo seis meses de Franco en la Fórmula 2, James Vowles y Sven Smeets, que se incorporaron a la “Williams Driver Academy” en enero de 2023, ya habían medido estos factores cuando decidieron confiar en “Fran”, como le llaman sus amistades.
Lo normal es que se establezcan dos temporadas mínimas de desarrollo en la Fórmula 2 antes de pensar en un ascenso. Sus trabajos en el simulador de Williams en Grove, Inglaterra, y la forma en que ganó en Imola su única carrera en la Fórmula 2 en mayo de este año, adelantando por fuera en la penúltima curva al líder del certamen, Paul Aron, convencieron a Vowles.
De la virtualidad de un simulador a lo que se siente en pista puede haber un trecho muy largo. En la realidad, imposibles de replicar en el “simu”, influyen la propia sensibilidad al volante sometido hasta 5 G en las curvas y la combinación de hormonas generadas por la carga de trabajo físico y una multifacética presión mental. Pilotos novatos rápidos hay muchos, pero pilotos rápidos, calmados, completos, determinados y de espíritu indomable, muy pocos. Por lo mostrado hasta ahora y en relación a su corta experiencia en la F1, Colapinto está entre los segundos.
Rey de las redes sociales
En muy corto tiempo Fran ha conseguido un gran impacto en las redes sociales donde se prodiga. Quizás por una necesidad interna de explicarse tras años de soledad. En Instagram, con su perfil personal @francolapinto ya acumuló 2,6 millones de seguidores y otros 522 mil en Twitter. Los pilotos que ya llevan varias temporadas en F1 acumulan algunos más de 12 millones de seguidores, pero eso tras años de campaña y con victorias en su haber.
Con su participación en Singapur obtuvo muchas más menciones en “X”, ex twitter (391.000), que el ídolo de Ferrari, Charles Leclerc (184.000) o Carlos Sainz (83.000). Sus imágenes difieren notablemente de las que en su cuenta sube (o le suben) Max Verstappen. Mucho mono, fotos armadas, poco sentimiento. En cambio, Franco (y sus asesores de Williams) han apostado por la humanización y las emociones. Y eso está totalmente alineado con la identidad y lo que quiere transmitir el recién llegado. Sus seguidores no miran tanto los resultados sino los sentimientos de la experiencia. Algunos le llaman “efecto Colapinto”.
Sobre el final de “El Hormiguero”, Motos logró recuperar el control: “Ahora mismo no tienes equipo para el año que viene”, a lo que Franco le contestó: “Lo que pasa es que Carlos (Sainz) me va a sacar la butaca. Tu compatriota... ‘rajalo’ a Carlitos, ‘decile’ que no joda. Si me saca el lugar en Williams yo le saco el lugar en el Hormiguero, que no venga más”... Últimas carcajadas y, saludando al público, salió tranquilamente del plató para volver a vivir sus sueños.