El coche de los malditos bastardos
William Grover-Williams, Robert Benoist, Jean-Pierre Wimille y René Dreyfus, ganadores de Grand Prix con Bugatti en los años 20 y 30, fueron heroicos miembros de la Resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial. Esta es la increíble historia del Type 35B chasis “4914” y la de sus pilotos considerados “Malditos bastardos” por los nazis.
El gélido chorro de aire de esa noche francesa de mayo de 1942 golpeaba con fuerza el rostro de “Willy”. Caía rápidamente y, a 300 metros de altura, le sacudió el tirón de su paracaídas al abrirse. Suspiró aliviado. El rugido de los motores Merlin 27 litros del cuatrimotor que lo había transportado se alejaba. Entraba de lleno en la Segunda Guerra Mundial. Aferrado a los tirantes de ese enorme hongo en lento descenso, visible quizás desde la ensombrecida campiña cercana a Le Mans, repasó la que había sido su anterior vida. ¿Dónde estaría “Didi”, su adorada y bella esposa, dónde estaría su “4914”, el Bugatti Type 35B que le había lanzado, 13 años antes, a la fama?
Montecarlo, refugio invernal de millonarios y oportunistas, 14 de abril de 1929, a disputarse el Gran Premio de Mónaco. William Charles Frederik Grover, “Willy” para los amigos, “W. Williams” en su ficha de inscripción, arrancaba desde la quinta posición. Ettore Bugatti le había prestado un Type 35B de 2.3 litros y 140 CV. Ese chasis, el “4914”, lucía pintado de verde británico para la ocasión. La gran amenaza, el Mercedes SSK con 7.5 litros y más de 200 CV del as alemán, Rudolf Caracciola, arrancaba decimoquinto tras el sorteo de la parrilla.
Grover-Williams alcanzó el liderazgo en la segunda vuelta. Desde atrás avanzaba en tromba el Mercedes de Caracciola. “Carach” le adelantó en la vuelta 30 de las 100 pactadas. Fueron combatiendo, derrapando y saltando, sobre las vías del tranvía. El Bugatti con el dorsal 12 paró a repostar en la ronda 49, Caracciola en la 51 y tardó 4 minutos en cambiar gomas. Suficiente para Willy, que ganaba y se consagraba. Levantaba la reluciente copa entregada por el Príncipe Louis II y festejaba junto a su primer y único amor, Ivonne “Didi” Aupicq. Por fin había llegado a la cima. Pasaba ser el piloto británico más exitoso de los años veinte.
De la gloria a la guerra
La prueba de fuego para los papeles que identificaban al agente “Vladimir” del Special Operations Executive (SOE) como el ingeniero Charles Lelong, iba a ser la estación de ferrocarril de Le Mans, cerca de donde había descendido. Cuando los soldados de la “Wehrmacht” los revisaron, “Willy” se puso más tenso que cuando se jugaba la vida en las pistas, pero disimuló. Le dejaron pasar. Ya en París se reencontró en un interminable abrazo con “Didi” y arrancó con su misión: montar la red “Chesnut” y mantener un perfil bajo hasta el desembarco de los Aliados.
Había dejado las carreras en 1933 y vivía tranquilo en La Baule, al oeste de Francia, pero la guerra trastocó todo. Convertido en soldado británico lo evacuaron tras el desastre de Dunquerque. Pero quería volver. Se imponían su desprecio por el peligro y su capacidad de lucha, virtudes que le llevaron a ganar siete Grandes Premios: dos veces el GP de Francia, una el de Bélgica y tres veces el de La Baule y una el de Mónaco.
El chasis “4914” de Bugatti también había triunfado con el monegasco Louis Chiron al volante, en el GP del Marne, en Reims, en julio de 1928. Tras el éxito en Montecarlo, Bugatti vendió el “4914” a su representante en Mónaco, el ex piloto Ernest Friderich. A los pocos días lo adquirió el millonario Albert de Bondeli para que corriese con él su piloto favorito, René Dreyfus, quien triunfó en el GP de Dieppe en julio de 1929.
Chófer con solo 16 años
Un novio de la hermana mayor de Willy le había enseñado a conducir y el precoz velocista ya corría en motos cuando, en 1919, por una recomendación, y con solo 16 años, se convirtió en chófer del Rolls Royce negro del acaudalado y prestigioso pintor irlandés Sir William Orpen.
Orpen vivía con su joven y bellísima musa, Ivonne Aupicq, en un cómodo piso parisino. Cuando “Willy” vio por primera vez a la impactante Ivonne tuvo su primer flechazo de adolescente. Era, para él, un amor imposible que transportaba por París observándola a escondidas por el retrovisor.
Orpen viajaba con mucha frecuencia a Inglaterra para visitar a su esposa e hijos. Pronto nació una amistad entre el chófer e Ivonne. Cuando Grover-Williams se transformó ya en un apuesto joven de 20 años, surgió algo más, mucho más. Para “Willy”, Ivonne pasó a ser “Didi” en la intimidad, mientras se perdía en esos ojos de azul profundo y el cabello rubio ensortijado.
En 1924 Grover-Williams compró un Hispano Suiza H6 que utilizaba para transportar clientes y competir en carreras cortas de montaña. Su motivación: ganarle al dominante equipo Delage y al ídolo francés, Robert Benoist –una especie de Alain Prost de la época–. Para ello necesitaba un Bugatti Type 35. Gracias a hábiles trapicheos pudo hacerse con un 35B de ocasión en 1925.
En 1927, Benoist, condecorado piloto de caza en la Primera Guerra Mundial, sería virtual campeón del mundo al darle el título de constructores a Delage ganando tres Grandes Premios. “Willy”, nacido en Francia, de padre inglés y madre francesa, era perfectamente bilingüe, corría con licencia británica y aprendía…
Un año más tarde, en 1928, Ivonne le dijo a Orpen que no podía continuar con su relación de 12 años. El pintor, ya seriamente enfermo del hígado por su afición al alcohol, lo entendió y fue generoso: le dejó el piso en que vivían, el Rolls y regresó definitivamente a Inglaterra. Iba a fallecer, dos años más tarde de cirrosis.
“Willy” y “Didi” se casaron tras la victoria de Mónaco. Aun así le costó al franco-británico encontrar estabilidad profesional. Sus presentaciones con Bugatti se hacían escasas y se retiró al terminar el año 1933. De manera intermitente sería vendedor de lujo e instructor de clientes para Bugatti en París, a las órdenes de Robert Benoist.
Un coche con mucho pedigrí y muchos dueños
Dreyfus compró el coche ganador en Dieppe y lo vendió al marsellés Aristide Lumachi. Este no lo utilizó y en 1940 envió el coche a Niza donde Ernest Friderich lo ocultó de las garras de los nazis…
A comienzo de los años 30, René Dreyfus era el nuevo ídolo francés. Fue piloto oficial de Bugatti en 1932 y 1933 junto a Robert Benoist, Grover-Williams y Achile Varzi. En 1938, al volante de un Delahaye 145, consiguió en Pau el triunfo francés más recordado contra las entonces aplastantes Flechas de Plata. Mercedes le rechazó como piloto debido a su origen judio. Comenzada la guerra, el ejército francés lo envió a Estados Unidos en representación deportiva y disputó las 500 Millas de Indianápolis. Volvió al frente europeo como soldado americano. Tras la contienda abrió en Nueva York el famoso restaurante “Le Gourmet”.
En 1942, de regreso en París, Grover-Williams “fichó”a Benoist. Por entonces, Robert era gerente del concesionario Bugatti tras haber dirigido por varios años el equipo de competición. Benoist quiso sumar al joven Jean-Pierre Wimille pero “Willy” se lo impidió. En 1937 Benoist-Wimille habían ganado las 24 Horas de Le Mans con el Bugatti Type 57G. Y Robert repetiría en 1939 como jefe de equipo con Wimille y Pierre Veyron. Benoist, conocido en la red como “Lionel”, se transformó en mano derecha de “Willy”. Todavía se le revolvía el estómago por la rendición de Francia.
Una resistencia muy activa
“Chesnut” fue creciendo en integrantes, y con ello la incertidumbre sobre la seguridad. Peligrosas eran, también los contactos con otras redes. “Chesnut” llevaban a cabo sabotajes “invisibles”: averiaba máquinas en las industrias. La planta Citroën en París, por ejemplo, sufrió extrañas desgracias que redujo hasta un 60% su producción entre 1942 y 1943.
Los servicios de seguridad nazis trabajaban a destajo. Sospechosos detenidos podían ceder en los interrogatorios. Por torturas, por instinto de supervivencia, por coacción a familiares, a través de atemorizados colaboradores voluntarios o por simpatías políticas, el “Sicherdienst” (SD), rama de las “SS”, obtenía valiosa información. Al caer otra red, denominada “Prosper” y por, información suministrada por Maurice Benoist, el hermano mayor de Robert, el 2 de mayo de 1944 el SD detuvo a Grover-Williams. A “Willy” lo enviaron al campo de concentración de Sachsenhausen, cercano a Berlín.
También arrestaron a Robert Benoist que pudo saltar del coche en que los transportaban a París. Huyó a Inglaterra. Pero volvió para montar la red “Glergyman”.
Con otros colaboradores, entre ellos Jean-Pierre Wimille, los “saboteurs” volaron dos veces en mayo de 1944 los pilotes principales de la red eléctrica de Nantes. Y el día anterior al desembarco en Normandía (6 de junio de 1944), cortaron las líneas telefónicas de Nantes, inutilizaron vías ferroviarias y emboscaron a los mensajeros correos alemanes.
Jean-Pierre Wimille escapó milagrosamente de una redada en la que arrestaron a los padres de Benoist. Ausente Robert en ese momento, asumió muchos riesgos y fue a mediados de junio de 1944 a París porque su madre había fallecido. Allí le detuvieron y al poco tiempo lo deportaron al terrible campo de Buchenbald, cerca de Weimar en Alemania.
Una gran sorpresa
Tras la guerra, el chasis “4914” fue adquirido por un bodeguero de la zona del VAR. En 1954, en subasta fiscal y por 12 libras lo compró Edmond Escudier, quien de niño había presenciado el GP de Mónaco de 1929. Solo en 1964 descubrió que su Bugatti era el mismo que había ganado esa carrera.
Robert Benoist, el ex rival, patrón, gran amigo y colaborador de “Willy” Grover era ejecutado y cremado en Buchenbald el 9 de septiembre de 1944. Grover Williams corría la misma suerte el 3 de marzo de 1945. También desapareció su cuerpo. Benoist y Grover Williams tuvieron menciones de honor, secretas, del gobierno británico.
Siempre en nuestra memoria
Tras la guerra, el 9 de septiembre de 1945, se disputó en los bosques de Boulogne, París, la “Copa Robert Benoist”. Ettore Bugatti se hizo presente en el homenaje al volante de su impresionante “Bugatti Royale”.
En 2000, el Príncipe Rainiero inauguró una estatua en bronce 1:1 de “Willy” y su “4914” junto a la curva de Saint Devote en Mónaco. Wimille, que acabó la guerra luchando con la Resistencia, falleció el 28 de enero de 1949 tras accidentarse en los entrenamientos para el GP de Buenos Aires, Argentina.
Ivonne Aupicq Williams fue arrestada en septiembre de 1943, pero liberada en octubre. Durante años esperó inútilmente la vuelta de su “Willy”. En Normandía se dedicó a la crianza de Highland terriers hasta su fallecimiento en 1973.
En 2006, conservado en el estado original tal cual lo recibió en 1954, Escudier el “4914” se vendió por una cifra en torno a 2.700.000 euros. De tanto en tanto, este Bugatti Type 35 B reaparece con toda su extraordinaria historia y no restaurado, en concursos de elegancia. El coche de “Los Malditos Bastardos” sigue rodando.
Ettore Bugatti: “Nada es demasiado bello, nada es demasiado caro”
Nacido en Milán en 1881 estudio disciplinas artísticas, pero desde los 14 años se inclinó por la mecánica. Asociado a De Dietrich crea su primer automóvil en 1902. Desde 1906, con otros socios produce coches deportivos. El primero destinado solo a la competición fue el Type 8. Sencillo, ligero, potente, de vanguardia, con muy finos acabados. Ese iba a ser el sello de todos los Bugatti. Su hijo Jean heredó su creatividad. Los Bugatti llegaron a registrar 1.000 patentes, casi 500 invenciones.
A través de sus variantes, con motores de 1.5, 2 y 2.2 litros el Type 35 llegó a ganar más de 2.000 carreras. En los años veinte y comienzos de los treinta, había que tener un Type 35 si querías ganar. Solo el poderío de Mercedes acabó con ese reinado.
Más adelante, Ettore y Jean concibieron el enorme y lujoso Type 41 o “Royale”. Fracaso comercial que solo vendió tres de seis ejemplares. Hoy es el sueño de cualquier coleccionista. En 1939, Jean fallece probando un Type 57C, y Ettore vuelve a la oficina.
Su fábrica de Molsheim, confiscada por los alemanes, se dedicó a la producción militar durante la Segunda Guerra Mundial. Desde París, Ettore suministró salvoconductos de actividad industrial para que Robert Benoist viajara por toda Francia en sus tareas para la Resistencia. Bugatti falleció en 1947 poco después de que se le devolviera su ya destruida fábrica.
La vida y suerte corrida por los “Malditos Bastardos” y Bugatti tienen una referencia insoslayable en el libro “The Grand Prix Saboueurs” de Joe Saward.