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Los coches que debes probar antes de morir: Chevrolet Corvette

Tanto el Aston DB5, como el Jaguar E-Type, el Chevrolet Corvette y el Lamborghini Miura convirtieron el automóvil en una forma de arte.

Chevrolet Corvette

La mayor aventura del diseño automovilístico comenzó en 1927, cuando Harley Earl estableció la división de Arte y Colores dentro de General Motors. Era un incondicional de los cromados, lacados y cualquier cosa que llamara la atención. No sabía nada de dinámica ni de chasis, pero era un experto en fantasía y en potenciar el deseo de los clientes. La mejor expresión de la filosofía de diseño de Harley Earl fueron los Corvette. Él y sus pupilos sabían de todo sobre siluetas, grafías y todo tipo de detalles para hacer un coche apetecible. Su sucesor fue Bill Mitchell, y su creación más brillante fue el Corvette de segunda generación que ilustra estas páginas. Mitchell explicó una vez que la diferencia entre una bola de billar y una bola de béisbol es que, cuando sostienes un poco la primera, pronto la dejas sobre le mesa. En cambio con la de béisbol, gracias a su textura y a sus detalles, puedes jugar indefinidamente.

El prototipo del Sting Ray diseñado por Mitchell se presentó en 1959, y la espectacular versión de calle, la segunda generación del Corvette, llegó en 1963.

El primer Corvette fue presentado en el Hotel Walfdorf Astoria de Nueva York en 1953, no en Sebring o Daytona. Esto es representativo de las moderadas ambiciones deportivas de sus diseñadores. Más tarde llegaría a GM un joven ingeniero llamado Zora Arkus-Duntov, autor de un documento titulado «Pensamientos sobre jóvenes, Hot-Rodding y Chevrolet».

Su influencia daría a los productos de GM y especialmente a los Corvette una orientación más deportiva. Zora, personaje de origen ruso, se casó con una bailarina del Folies-Bergère de París y compitió con un Porsche en Le Mans. Le gustaban los motores grandes y en GM encontró el sitio perfecto para desarrollar su pasión. El prototipo del Sting Ray diseñado por Mitchell se presentó en 1959, y la espectacular versión de calle, la segunda generación del Corvette, llegó en 1963. En ella trabajó el diseñador Larry Shinoda, que incluyó en el coche referencias a la emergente cultura pop, al universo hot-rod y al mundo de la competición.

Los motores estaban a la altura, ya que estos Corvette se vendieron con mecánicas V8 con potencias entre los 250 y los 425 CV. En ellos el estilo siempre estuvo por encima de la funcionalidad. Los ingenieros no invirtieron en mejorar la suspensión trasera, pero en cambio se gastaron el dinero en los caros y pesados faros retráctiles. El modelo de 1963 también llevó la bonita luneta trasera partida en dos, aunque esta característica, vagamente inspirada en Bugatti, se eliminó en la versión de 1964. Nunca hubo un despliegue tan descarado de elementos efectistas como el empleado en los espectaculares Corvette de mediados de los años sesenta.

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