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Audi S5, Infiniti Q60 S y Mercedes-AMG C43, la hora de los cupés

Infiniti va a ser una marca de gran éxito, no hay más que ver el prototipo del SUV Q50 para reconocer que la firma de lujo ha encontrado un lenguaje de diseño atractivo con el que continuar el “bombazo” que supuso el QX70, y con el panorama actual de crecimiento del mercado SUV y premium, las cosas van a ir bien para la firma. La gama sigue creciendo, y si el coche de moda en los concesionarios es el Q30 y su variante SUV QX30, a la gama se ha incorporado casi discretamente el cupé Q60, que en el Salón de Ginebra presentaba una versión Black S con más de 500 CV.

El Q60 es un derivado de la berlina Q50, con dos puertas, motores de gasolina y cambio automático de siete marchas. Tiene dos opciones mecánicas, un 2.0 turbo de 211 CV y tracción trasera y este V6 biturbo con 405 CV y tracción total, con una tarifa de 66.700 euros. Obviamente, Audi cuenta con un rival en este nicho de mercado. Se trata del nuevo Audi S5, derivado de la berlina A4 y, como en el Infiniti, con dos puertas menos, menos espacio y un mayor precio, en este “menos es más” que se aplica a los cupés de gama alta.

El modelo que más encaja para rivalizar con el Q60 S es el S5, que equipa ahora un V6 biturbo de 354 CV en lugar del anterior motor con compresor, cuenta con la tracción total Quattro y un cambio Tiptronic de ocho marchas. En configuración base el Audi sale por 77.900 euros, unos 13.000 más que su rival japonés. Mercedes también tiene el Clase C Coupé en ese sector, y si bien el modelo es un poco más veterano, el verano pasado la marca cubrió el hueco entre las versiones convencionales y el excelente 63 AMG con este 43 AMG.

El motor también es un V6 biturbo, con una potencia de 367 CV, intermedia entre las de sus dos rivales. La tracción también es a las cuatro ruedas, aunque con preferencia para el eje trasero, y el cambio alcanza aquí las nueve velocidades. El precio es de 68.200 euros, lo que muestra hasta qué punto Mercedes está comprometida con seguir ganando cuota de mercado a sus rivales, aunque el precio no siempre es decisivo en un sector como este. El diseño del Infiniti resulta agradable y atractivo. Tiene un aire al BMW Serie 4, y resulta compacto y elegante, con sus cromados, escapes y llantas. De hecho hace que el S5 parezca hasta discreto. Audi reserva sus mejores galas para el RS5, pero podría haber dado un mayor atractivo a un modelo que tiene bastante demanda y un precio elevado.

En cualquier caso, aunque lo hubiera intentando con más ahínco, no podría haber robado el protagonismo al Clase C. Es el coche más atractivo de los tres, con unas luces muy trabajadas, gran parrilla, efectos cromados por todas partes y pilotos Led, bonitas llantas…; la verdad es que la marca de la estrella, antes discreta, se ha vuelto un poco “racing”, en el buen sentido, y eso nos gusta. Del interior se puede decir algo parecido. El Infiniti es elegante y tiene una altísima calidad de materiales. Cuenta con dos panelas táctiles, aunque el diseño del software de cada uno es diferente, y aún así tiene muchos botones. Por equipamiento y acabados, justifica de sobra su tarifa y apetece conducirlo.

El Audi es muy discreto, excepto por el virtual cockpit, que sustituye el cuadro de relojes por una gran pantalla. Roto el flash inicial, el modo que más utilizamos es el que simula los relojes, pero su pantalla central es atractiva y el equipo multimedia bastante bueno, aunque la pantalla no es táctil y meter los datos correctos en la rueda central requiere de algo de entrenamiento. De nuevo el Mercedes nos convence más en su interior. Al abrir la puerta tiene el efecto “¡oh!” que uno busca cuando se gasta más de sesenta mil euros en un coche. Superficies metálicas y de aluminio, un bonito diseño, muchos detalles… Se nota que es un coche que cuesta dinero, y eso se agradece. Si sumamos unas opciones en paquetes razonables –el equipo Burmester sale por algo más de mil euros–, un buen manejo y ergonomía, termina resultando el más agradable de los tres, aunque sea un tema más que subjetivo.

HORA DE ARRANCAR

El Infiniti parte por la autovía con un motor que apenas hace ruido, que resulta potente y que acude a nuestro servicio a cada momento. El viaje es relajado y el aislamiento merece un 10, con la dirección mandando, muy pocos de los baches que hay en el asfalto llegan hasta el volante. Delante se viaja de lujo, aunque las plazas traseras son pequeñas y, si en anchura o longitud se salvan, en altura penalizan bastante y solo son aptas para niños o para adultos dispuestos a pasar un rato encogidos. El maletero es el más pequeño de los tres, con 365 litros, que coinciden con el formato 2+2 del interior. El Mercedes tiene un mejor equilibrio entre diseño y espacio.

El interior es bonito, aunque la pantalla siga pareciendo puesta después de comprar el coche y, al final, casi todo sea similar al Clase C berlina, pero con diferencias de presentación que marcan la pauta. La tapicería de cuero es de serie, pero la opcional es muy llamativa y de alta calidad. Detrás el espacio es superior al del Q60, como también lo es su maletero, con 400 litros de capacidad. Es en este apartado donde el de los aros sale claramente vencedor. El interior tiene una calidad intachable, los asientos son comodísimos y agarran muy bien, la ergonomía es de primera, etcétera… Se echa de menos una pantalla táctil, aunque lo cierto es que luego siempre parece que esté sucia. La calidad es la mejor del trío y, aunque tengamos que recurrir a las opciones, también puede ser muy lujoso.

Es el más amplio detrás y su maletero es mejor que el de muchas berlinas, con 465 litros de capacidad. Llega el momento de coger curvas, y los tres presentan varios modos de conducir de los que vamos a elegir el más deportivo. El Q60 nos espera con la mayor potencia del grupo: más de 400 CV que se notan al acelerar a fondo y al atacar las curvas. Ahora bien, la dirección es electrónica al cien por cien, es decir, no hay conexión entre el volante y las ruedas y las sensaciones que llegan son simuladas.

Esto, que es una maravilla en ciudad o autovía, resta tacto cuando se necesita. La caja de cambios va muy bien y responde con rapidez, aprovechando el menor número de marchas para obtener la mejor respuesta. Por su parte, la tracción total se muestra neutra y segura, y aunque no es un coche que se vaya a ir de delante a las primeras de cambio, tampoco nos va a hacer salir cruzados de una rotonda o una curva.

LOS ALEMANES TIENEN LA ÚLTIMA PALABRA

Saltamos al Mercedes y la cosa cambia, en especial en el modo “Sport+”. El coche acelera con brillantez y tiene un bonito sonido que, además, no es simulado ni nada parecido, sino que tiene un motor que suena bien. La respuesta es buena y el peso algo más ligero permite que no se aprecie una gran diferencia de velocidad con el Q60. Ahora bien, al tomar las curvas el coche es mucho más pasional. Gira con avidez y, si pisamos el acelerador, derrapa con cierta alegría. Aunque vayamos despacio, siempre notamos que es la trasera la que tira del coche. Finalmente, nueve marchas son muchas, pero el modo “Sport” elige las mejores en cada momento para que pasemos un muy buen rato al volante.

Por nombre y experiencia, el S5 debería ser el más deportivo del lote, pero es el menos potente, y se nota algo menos veloz que la concurrencia aquí presente. El interior es perfecto, y la tracción total, totalmente segura, de modo que podemos ir muy rápidos, pero la pega es que no tenemos ningún motivo para extraer su velocidad a no ser que sea por prisa, ya que la diversión se ha reservado para el RS5. Eso sí, si somos habituales de carreteras en malas condiciones climatológicas, es el más seguro, con un sistema de tracción total de respuesta muy efectiva, y si queremos demostrar lo veloz que es, realmente lo conseguiremos, aunque con menos emociones de las que merece el conductor de un coche como este.

Llega la hora de decidir, y aunque el Q60 S nos ha gustado mucho, se queda en tercer lugar. Es muy potente, pero también es el más pesado, pierde algo en practicidad y la dirección penaliza las sensaciones. A su favor, el diseño es bueno, la calidad alta y en el precio incluye todo de serie. El segundo puesto es para el S5. Es un coche excelente, pero el pedigrí de su logotipo y el mayor precio respecto a sus rivales deberían hacer del Audi un coche netamente mejor, y en algunos apartados no lo es. Eso sí, alta calidad y seguridad están por encima de todo, pero si has decidido pagar 25.000 euros extra respecto al A5 2.0 TFSI de 252 CV, es porque quieres muchas más emociones.

El ganador es el Mercedes. Primero porque, tanto por fuera como por dentro, es el más llamativo y lujoso y, después, porque aunque no es el más potente, su motor suena auténtico y su sistema de tracción resulta el más divertido, primando al conductor respecto a la eficacia pura y dura. La verdad es que, en todo momento, este C43 es un mini-AMG, y si no tenemos los 30.000 euros más que cuesta el C63, sí vale la pena gastar 20.000 euros más respecto los 245 CV del C300 Coupé. Una emocionante gran compra.

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