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Valentino Balboni, medio siglo a toda velocidad

En esta ocasión viajé hasta Suiza para reunirme con Carmen, una gran apasionada de Lamborghini, orgullosa propietaria y conductora de un Countach y un Murciélago. El plan fue viajar hasta Italia llevando sus dos Lamborghini, acompañándola su marido, un familiar, un amigo y yo. Carmen iría con su familiar en el Murciélago y el Countach lo llevaríamos cargado en un remolque.

Partimos a las 7 de la mañana desde muy cerca de Basilea, con el Countach cargado en el remolque desde la noche anterior. Tenemos casi 600 kilómetros por delante hasta Bologna. Pese a lo largo del trayecto y lo lento que vamos, resultó bastante entretenido. La primera parada fue antes del túnel de Gotardo, para reunirnos con un par de Aventador. 

El famoso túnel de más de 16 kilómetros, las cascadas con el deshielo tras este largo invierno y los preciosos lagos suizos fueron un fabuloso paisaje. Al pasar la frontera con Italia, la guardia de finanzas nos da el alto para ver el contenido de nuestra carga…

Tuvimos un pequeño incidente tras pasar Milán. Unos policías falsos nos hacen detenernos seguramente para intentar robarnos, pero cuando ven que estamos tres personas en el interior y que una de ellas es italiana y con bastante mal genio, se inventaron una excusa estúpida y desaparecen entre la circulación.

Reunión de toros

Los otros Lamborghini que van camino del evento nos alcanzan, nos saludan y se despiden con aceleraciones hasta que los perdemos de vista. Una vez llegados al hotel que será nuestro centro de operaciones, descargamos el Countach para que se una al resto de la manada. Al inicio de la tarde serían una treintena hasta llegar por encima de los setenta durante todo el fin de semana. Nos reencontramos con otros afortunados propietarios llegados desde 17 países diferentes: Alemania, Austria, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Suiza, Italia, Sudáfrica, Noruega, Suecia y Estados Unidos, con sus respectivos presidentes de club.

El primer día el Countach se niega arrancar. Estuvo lloviendo gran parte de la noche y el hotel solo disponía de un parking exterior. Primero un amigo alemán nos presta un par de arrancadores, luego un noruego coloca su Countach para hacer el puente a la batería. Como sigue sin arrancar, es la propia Polizia Stradale la que ofrece su coche para hacer el puente. Hasta el propio Valentino Balboni se presta a ayudar…

Estábamos haciendo esperar al resto de participantes, por lo que decidimos dejar el coche y salir con el Murciélago. Pese a perder la caravana de Lamborghini escoltados por la Policía y debido al atasco que había en la tangenziale de Bologna, fuimos por una vía alternativa hasta alcanzarlos, justo antes de la primera visita del día al renovado museo situado junto a la fábrica de Lamborghini en Sant’Agata Bolognese. Al poco rato de llegar, nos dicen que el Countach de Carmen al final había arrancado y que venía de camino para encontrarse con el resto de participantes.

Tras la visita, fuimos a comer a un palacio muy cerca de la factoría. Antes de comenzar el almuerzo, nos dividieron en grupos para visitar el nuevo museo y taller de Pagani
–llamar fábrica a una labor tan artesanal, me parece exagerado–. Como anécdota decir que el propio Valentino se sentó junto a mí en la comida.

Tras un breve trayecto de unos 15 minutos llegamos a San Cesario sul Panaro. Había visitado un par de veces el anterior establecimiento de Pagani y hace un par de años vi su nueva ubicación todavía en obras. La nueva factoría es impresionante. Tiene un museo con algunos de los ejemplares más destacados de su breve historia. Cuando nos encontramos con el primer grupo nos dicen que les hicieron pasar a una sala no abierta al público en la que estuvieron viendo un modelo en un gran monitor desplegándolo totalmente. Les comenté que eso no era una visita normal. Estaba configurando un coche. En efecto, el conductor del Aventador SV me confirmó que tenía encargado un Huayra Roadster y que estaba previsto que se lo entregaran este mismo año, pero que iban con retraso.

Una gran hospitalidad

Cuando terminamos la visita apareció el propio Horacio Pagani para saludarnos brevemente, todo el mundo se quería sacar fotos con él. Mayor suerte tuvo un propietario de un Countach 25º aniversario –cuyo restiling fue diseñado por el propio Horacio cuando estuvo trabajando en Lamborghini–, que consiguió una firma del argentino en el interior de su coche.

La última parada del día fue el museo de Ferruccio Lamborghini en Funo di Angelato, muy cerca de Bologna. Este museo nació como homenaje de Tonino a la memoria y obra de su padre. Desde los primeros tractores hasta el proyecto de un helicóptero que llegó a construir (y volar) pasando por todos los modelos de Lamborghini clásicos –incluyendo su Miura personal–, varios prototipos, muchos de sus coches de colección hasta una lancha offshore con motores Lamborghini que fue nada menos que 11 veces campeona del mundo.

El segundo día me tocó a mí buscar acomodo en un vehículo, puesto que tocaba una buena ruta por el paso de la Raticosa y la Futa en los Apeninos, lugar de paso de la Mille Miglia y frecuentado por motoristas, ciclistas y pilotos de pruebas de automóviles como Valentino Balboni. Así que el conductor del Aventador SV que tenía encargado su Pagani, se ofreció para llevarme. La ruta fue espectacular, así como nuestro destino, las Termas Tettucio en Montecatini. Este lugar tan especial en la historia de Lamborghini es debido a que fue donde Ferruccio organizó un concurso de elegancia para presentar sus modelos a finales de los sesenta. De hecho, cuando llegamos allí, una foto de esos concursos presidía el espacio. Frente a esa foto se colocaron los siete Gallardo edición Valentino Balboni junto a los vehículos más antiguos que fueron al evento, un par de Miura y dos 400 GT.

Tan bello era el lugar que al poco de finalizar la comida y en una parte de los jardines un joven propietario le hizo la pedida de mano a su novia junto a su Lamborghini Gallardo.

Al poco de iniciar el retorno al hotel por la autopista, toda la comitiva paramos a repostar en una misma gasolinera. ¡Imaginaros la cara que se le quedo al encargado! Una vez que estuvimos todos con el depósito lleno, fuimos directos hasta Bologna con el tiempo justo para prepararnos para la cena de gala que se celebró en el restaurante Garganelly del lujoso hotel Savoy Regency. A nuestra llegada al hotel nos esperaban un par de Miura en los jardines del complejo. Uno de ellos es la penúltima unidad fabricada, que pertenece a Simon Kidston y que participó en el 50º aniversario del modelo celebrada hace un par de años en España.

Tocándole la fibra a valentino

La cena fue muy emotiva para Valentino, se le hicieron varios regalos de parte de los presidentes de los clubes de Lamborghini presentes, pero lo que verdaderamente le tocó la fibra fue la sorpresa que le dieron sus amigos y colaboradores de todos su años en Lamborghini. Valentino fue uno por uno a todos los invitados de la cena entregándonos un bonito álbum con algunas de las fotos y además nos contó algunas de las mejores anécdotas de sus años de trabajo.

Valentino quiso agradecer nuestra presencia con estas palabras: “Vinieron a mí hace unos meses con esta idea, pidiendo mi aprobación. Los organizadores estaban seguros de que sería un éxito, pero no estaba convencido, y más de una vez les dije que, en mi opinión estaban desperdiciando su dinero. Resulta que estaba equivocado, absolutamente equivocado. Si no los hubiera visto con mis propios ojos, nunca hubiera creído que 70 autos, de todo el mundo, serían traídos aquí para este evento de tres días para celebrar mi historia de amor de 50 años con Lamborghini. Mirando a los autos que han sido enviados desde Australia o EE UU, o conducidos a 2.000 km de Noruega (10 de ellos), solo para honrarme, me siento bastante abrumado. No tengo idea de cómo puedo pagar esta muestra de afecto”.

El último día comenzó con la despedida de algunos de los participantes que tenían un largo camino de regreso a sus lugares de origen, para el resto otra memorable comitiva de Lamborghini hasta el circuito de Varano, muy cerca de la ciudad de Parma. Tras el brefing de seguridad e instrucciones del propio Valentino Balboni, los participantes se dividieron en grupos de unos 10 coches para acceder a la pista para dar rienda suelta a las prestaciones de los vehículos con total seguridad. Pese a que en un principio a mi amiga Carmen no le entusiasmó la idea de entrar al circuito con el Murciélago, se animó cuando vio al resto rodar en pista. En las últimas tandas, a punto estuvo de ser alcanzada por mis nuevos amigos venezolanos al volante de su recién adquirido Miura. Ellos sí que le apretaron de lo lindo.

Después de que Carmen descargara adrenalina tras esta experiencia inolvidable, pusimos rumbo a Suiza antes de que se nos hiciera muy tarde, sobre todo por el atasco que se forma a la entrada del túnel del Gotardo todos los domingos después de comer.

Mi aventura no terminó aquí. Al día siguiente nos fuimos a visitar el concesionario de Lamborghini más grande del mundo situado en la localidad suiza de Porrentruy. En ese momento tenían más de ochenta Lamborghini en stock sin contar de una zona reservada donde custodiaban las mejores unidades: un par de Miuras y varias ediciones limitadas. A lo mejor la siguiente vez puedo participar en un evento al volante de un Lamborghini… ç

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