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Prueba Hyundai i20N: el poder de la N

Hay algo de adictivo en la configuración del chasis del Hyundai i20N. Cuando nos ponemos en marcha al amanecer sientes un gruñido mecánico del diferencial de deslizamiento limitado; resortes inquebrantables y amortiguadores chocando a medida que avanzamos para comenzar nuestra ruta.

Hyundai i20N

El i20N no disfruta de estos primeros kilómetros. Mi ritmo, la calidad de la superficie y el clima frío, con llovizna incluida… todo conspira para alejarnos del ámbito ideal de este automóvil.

A bordo el ruido de la carretera es generoso debido a su inflexible suspensión, pero estoy cómodo. El asiento calefactable me recoge muy bien y da gusto sostener el volante. El coche recorre terreno sin esfuerzo. La efectiva y precisa caja de cambios (manual) y la entrega sin fin del motor turbo de cuatro cilindros hacen que no haya retrasos cuando se quiere más velocidad.

El Hyundai i20N es el segundo automóvil N en llegar a Europa, el hermano menor del i30N. Casi de la noche a la mañana, el i30 aumentó la credibilidad y la reputación de la División N, igualándola con otras históricas como BMW M y Toyota GR.

Para el i20N, Hyundai ha utilizado la misma metodología. Ha quitado la suspensión, los frenos y las ruedas de la versión convencional y los ha reemplazado.

En este caso monta Bridgestone 215/40 en llantas de 18 pulgadas, discos delanteros de 320 mm –40 mm más que en el estándar– y suspensión mejorada con resortes, amortiguadores y barras estabilizadoras nuevas.

En cuanto al motor, se ha optado por un 1.6 turbo-alimentado de 16 válvulas que genera 204 CV y 275 Nm, suficientes para hacer el 0 a 100 km/h en 6,7 segundos y llegar a los 230 km/h de velocidad máxima.

La potencia llega a las ruedas delanteras a través de una transmisión manual de seis velocidades con ajuste de revoluciones y un diferencial mecánico de deslizamiento limitado, opcional. Todo por unos 28.700 euros. ¿Se parece mucho al Fiesta ST? Es casi idéntico.

Los números de Ford son 200 CV y 290 Nm y hace el 0 a 100 km/h en 6,5 segundos. El peso del Ford es de 1.262 kilos y el del Hyundai, 1.190 kg. Por último, el Fiesta puede ser tuyo por 26.800 euros.

Hora de valorar las sensaciones con el Hyundai i20N

Todavía es temprano, por lo que el Hyundai y yo tenemos el mundo para nosotros solos, y ahora las carreteras son más rápidas y mejor asfaltadas. El i20N se lanza por la carretera como una fiera buscando su presa.

La tracción con los neumáticos y el diferencial calientes es impresionante; sin tirones de la dirección, sin embestidas laterales provocadas por el diferencial y sin que las ruedas patinen en ningún momento. La acción de cambio es tan dulce que su tasa de aciertos es más elevada que la de Cristiano Ronaldo tirando penaltis.

Hyundai i20N

Por último, el motor tiene todo lo que necesitas. Aquí no busques musicalidad ni matices. Es simplemente una herramienta; una herramienta convincente que transmite toda su energía a las ruedas delanteras.

Al igual que el Ford, la potencia de salida del i20N y la velocidad se sienten absolutamente perfectas para las carreteras actuales, donde automóviles como el Honda Civic Type R de 320 CV y el Mercedes-AMG A35 de 306 CV pueden ser antisocialmente rápidos.

El i20N es lo suficientemente rápido como para adelantar y exprimir su chasis, pero no tan rápido como para no poder trabajar duro sin tener ganas de cerrar los ojos, cruzar los dedos y sacar un anuncio de página completa en un periódico nacional pidiendo disculpas…

Puede dar sensación de baja presión desde poco menos de 1.000 rpm hasta aproximadamente 2.500 rpm, pero las cosas comienzan a ponerse interesantes desde 3.000 rpm con la línea roja apenas por debajo de las 7.000 vueltas.

El i20N entrega su potencia de forma lineal y que hace que el mundo pase en caída libre por las ventanillas laterales con bastante rapidez.

El motor es tan flexible que apenas necesitas reducir la velocidad en las curvas. Ahora estamos en un tramo de la carretera serpenteado, con curvas de cuarta y quinta velocidad, con algunos giros ocasionales de tercera o incluso segunda, los realmente estrechos.

Aquí el chasis del i20N es tan competente que puedes dejarlo en quinta marcha y simplemente mover el volante, acumulando kilómetros rápidos sin apenas agitar el tren motriz.

Hyundai i20N

Hacemos una parada para repostar y tomar un café, para más tarde subir un puerto de montaña. Lo que sigue es un par de horas frustrantes con carreteras demasiado bacheadas para poder sacarle todo el partido. Pero hay destellos de optimismo.

Pronto queda claro que es un digno rival para el Fiesta ST. La dirección permite controlar la carrocería a la perfección. Se podría decir que hay muy poco con lo que el i20N no se atreva. Su estabilidad genera una confianza desproporcionada, incluso con un tiempo asqueroso que vaga sin control más allá de nuestro cristal.

El Fiesta ST es sumamente divertido de manejar porque no se mueve como la mayoría de los coches con tracción delantera, que están diseñados con un colchón de subviraje. Por el contrario, el Hyundai se siente más plantado, con una gran electrónica de control de estabilidad.

Hyundai i20N

En este sentido es tentador sugerir que las respectivas pistas de prueba de las dos compañías –la tortuosa Lommel para Ford y la muy, muy rápida Nürburgring para N–, ayudaron a dirigir estos dos dispares enfoques.

Mi teléfono me dice que la niebla y la lluvia desaparecerían al mediodía. Miente. Un nuevo destino de Waze y nos vamos, cortando hacia el sureste por las montañas.

El cielo se despeja tan pronto como lo hacemos, combinamos autovías y carreteras secundarias. Una vez más, el excelente chasis del Hyundai i20N toma el control.

Establece la velocidad, deja los frenos y el motor en paz y simplemente conduce por las curvas. En seguida te encuentras sonriendo ante la compostura de este automóvil, y su dedicación inquebrantable al arte de los compactos deportivos, una gran disciplina que ya tiene medio siglo de antigüedad.

Resulta que en un día de 500 kilómetros, son los últimos 30 los que realmente rinden. Si puedes llevar tu i20N al tipo de carreteras para las que fue diseñado, al menos el 10% del tiempo, entonces serás un cliente de lo más feliz.

Este es su territorio más familiar, su hábitat natural. Un laberinto de carreteras silenciosas y espectaculares que se deslizan a través de valles, suben rápidamente cuestas empinadas y se sumergen en descensos más típicos de trineos que hacen las delicias un eje delantero de lo más sensible que se sincroniza a la perfección con un agarre trasero digno de confianza.

El i20N inmediatamente comienza a liderar el camino, su forma baja y ancha se balancea ágilmente sobre sus ruedas, mientras el estruendo de su escape alimenta más violencia en la furiosa estela de su paso.

Mágico fin de fiesta

Bajamos dos marchas y metemos tercera, dejando que el software de ajuste automático de revoluciones haga su trabajo, y ahí está de nuevo esa mano invisible en forma de par turboalimentado que nos lleva por el camino con convicción.

El crédito también se debe a la suspensión delantera, el diferencial y las gomas, ya que la dirección, aunque es propensa a ser arrastrada por los cambios de inclinación de la carretera, solo se mueve ligeramente en segunda marcha a medida que aumenta la presión de la sobrealimentación.

Una ardiente puesta de sol nos recuerda que el crepúsculo no está muy lejos. Pisamos con fuerza el pedal central y reducimos una vez más. La acción del cambio es rápida y satisfactoria, pero los frenos se sienten notables en lugar de asombrosos. En última instancia, la potencia está ahí y el desvanecimiento no es un problema. Afortunadamente, no hay tal falta de mordida en el chasis.

Empujar al Hyundai hacia el subviraje es prácticamente imposible. El pequeño compacto siempre está interesado en encajar su morro en la trayectoria prevista y girar alrededor de lo que parece un punto en algún lugar justo detrás del bloque del motor.

El equilibrio es excepcional y, al mismo tiempo, la dirección te mantiene firmemente conectado a la acción; es supersensible. Durante todo el día ha habido indicios de que teníamos algo grande entre manos y ahora estamos recibiendo la confirmación.

Hyundai i20N

Al salir de la última curva cerrada, el diferencial mecánico dulcemente calibrado hace lo suyo una vez más, convocando una tracción apenas creíble a pesar de las fuertes demandas del acelerador. El Hyundai i20N y yo nos estamos divirtiendo demasiado.

Y todo el tiempo. Nuestro coche nos ha ofrecido una experiencia de conducción tan rica, gratificante y placentera que ha hecho que el viaje sea lo que importa, no el destino.

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