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Prueba Ford Fiesta ST200 2016, el último hot-hatchback definitivo

Hubo una época en la que los coupés deportivos eran la última moda en las marcas premium, lo más en estilo y deportividad pero a un precio no apto para todos los bolsillos. Las demás marcas se esforzaban por dotar a sus modelos comunes de potentes motores, unos con más éxito y otros con menos. Pero entonces llegó una revolución enfocada a la deportividad: los hot-hatchback o compactos deportivos. Su precursor fue el Golf GTI y pronto todos quisieron seguir su estela. Entre ellos Ford se animó a lanzar su Focus RS y pronto le acompañó el Fiesta ST. Más asequible y casi tan divertido como su hermano mayor ha evolucionado hasta llegar a esta versión especial que ha pasado por nuestras manos, el Fiesta ST200.

Una versión que aporta más de todo y que llega para despedir a las quinta generación del Fiesta. Una generación que ya tiene sustituto y cómo no, ya se ha anunciado su versión ST. Sin embargo esta llegará con un motor 1.5 de tres cilindros que incluso puede desconectar uno. Esto nos ha dejado desconcertados. ¿Podrá un utilitario deportivo con un motor de 3 cilindros hacer justicia a su categoría? Como aún no podemos probarlo para salir de dudas lo mejor será despedir a la generación actual exprimiendo cada caballo de potencia de su última versión, el Ford Fiesta ST200.

El Fiesta ST estándar ya es de por si un coche muy apetecible  y llamativo, con su estética agresiva marcada por un paragolpes delantero con generosas aberturas de aire, sus llantas de 17 pulgadas, su difusor trasero muy marcado y su pequeño alerón. Pero aquí además de eso tenemos un color especial y exclusivo, el “Storm Grey”, unas llantas específicas e insignias de ST200 en rojo por doquier. Que todos sepan que tiene un Fiesta mucho más “caliente”.

Hace varios meses que pasó por nuestras manos y reunimos al Fiesta ST200 con un Fiesta XR2, pero entonces fue una prueba algo más romántica y memorial que ceñida a sacar punta al compacto moderno. La verdad es que volver a tenerlo en el garaje es una grata sensación que produce una sonrisa picaresca cada vez que los ves al llegar. El coche gana carácter en esta versión, llama la atención más que un ST normal y esconde mucho más bajo su capó.

El Fiesta ST200 conserva el mismo motor 1.6 EcoBoost que la versión estándar pero en lugar de 182 CV tenemos la cifra redonda de 200 CV. ¿Por qué no llegó de serie con esta jugosa cifra? Además los señores de Ford han guardado un último as en la manga, una función “overboost” que añade 10 CV más cuando empujas el pedal del acelerador hasta el final de su recorrido sobrepasando una especie de peldaño, el llamado “kick down”. El pie a tabla de toda la vida. Ojo porque esta función dura momentáneamente y no actúa todas las veces que usemos el truquito, el motor por seguridad aguarda un tiempo para que no hagamos volar por los aires el turbo. Un turbo que si ya debía de soplar alto en la versión estándar ahora mucho más para extraer esa cifra de 1.600 cc.

El motor es un chicle, toda una maravilla asociada a una caja de cambios manual de 6 velocidades. Estira en carretera de forma impresionante, puedes ir a 100 por una secundaria en sexta y ver que puedes adelantar al coche que vas a alcanzar y solo necesitarás hundir el pie para ganar velocidad casi como si bajaras de marcha. No digamos ya en autopista a 120…

Pero volvamos al mundo real. La autopista no es su terreno favorito pero solo si intentas usarlo como si fuera un Gran Turismo le encontrarás pegas. Su coto de caza son las carreteras reviradas. Goza de una suspensión específica en esta versión ST200 y Ford últimamente nos tiene acostumbrados a direcciones la mar de gratificantes en cuanto a respuesta y sensaciones. Aquí siguen ese camino. No es la mejor del segmento, pues para mi ese puesto se lo gana el 208 GTi y su pequeño volante, pero es muy precisa y transmite bastante información sobre lo que ocurre en el firme.

El cambio también ha sido debidamente ajustado y ofrece unas relaciones cortas y un tacto exquisito para una conducción deportiva. Reduces, el motor sube de vueltas y notas como el morro quiere despegar pero lo único que hace es catapultarte a la siguiente curva. Cuando te quieres dar cuenta estás llegando al corte y o subes marcha o achuchas el freno porque llega otra curva. Son efectivos, y mucho. Aunque el conjunto tiene su mérito pues el Fiesta ST200 pesa 1.163 kg. Se mueve con una facilidad pasmosa y aunque el culo no se insinúa demasiado no es aburrido, sino todo lo contrario. No sabes que te gusta más si la precisión con la que puedes enlazar un y otra curva o el sonido de su válvula de escape cuando sueltas el acelerador a partir de 3.500 rpm. Es un poco antes de esta zona del cuentarrevoluciones donde más notas la llegada del turbo y entonces es como si una sustancia ilegal aterrizara en tu cuerpo, ya no vas a querer parar. Pero entonces pasadas las 5.500 rpm te entra la “bajona” porque el motor puede seguir estirando pero ya no notas el mismo impulso que durante las 2.000 vueltas anteriores. Así que cambias de marcha y vuelta al chute de CV.

El motor suena de maravilla, la dirección es tu fiel servidora y la suspensión sin ser incómoda para un coche de su categoría ofrece una buena estabilidad por curva y un aplomo más que sobresaliente en autopista. Ford dice que la ha suavizado un poco para evitar rebotes innecesarios que nos hagan perder adherencia y lo cierto es que no deben mentir. Puede ser usado a diario si somos gente que adora la deportividad y si no nos pesa el pie no tenemos por qué ser el mejor amigo del dependiente de la gasolinera. En carretera sin prisa hemos podido marcar 6 litros a los 100 km, y después de abandonar un tramo de montaña con una sonrisa de oreja a oreja este marcaba en torno a los 8.5 litros.

A bordo del Ford Fiesta ST200 la sensación de velocidad quizás sea mayor debido a su pequeño tamaño, 3,97 metros de largo. Lo ciertos es que la posición de conducción no es la más cómoda del mundo pero te acostumbras rápido. Una vez te dejas encajar en sus asientos deportivos, que pueden ser calefactables por cierto, y miras a tu alrededor te das cuenta de que pie cojea Ford. Su interior es el de un Fiesta normal pero con añadidos deportivos. Es algo razonable para no elevar demasiado el precio del coche pero la competencia tiene acabados mucho más “racing” y apetecibles.

En el caso del ST200 tenemos todo lo que hay en la versión normal además de elementos únicos. Las siglas ST aparecen en una pieza metálica en la zona inferior de un volante de piel perforada, pero sin costuras de color. Los umbrales de las puertas quedan adornados en su parte inferior por una placa que se ilumina con las siglas ST en rojo. También en este color van las costuras de unos asientos deportivos firmados por Recaro que portan en la espalda la insignia ST. Una placa tras la palanca de cambios de cabezal metálico nos indica la edición en la que nos encontramos. Un atractivo del ST200 es que es tres puertas, el último compacto deportivo de tres puertas porque todo indica que el nuevo solo llegará en cinco. El acceso no es el más digno del mundo pero el espacio es suficiente para alguien de estatura media, eso si para dos personas, pues para tres sería un suplicio cualquier trayecto. Su maletero no es enorme pero es suficiente con 290 litros para dos o tres personas y su equipaje.

La cuestión es que el Fiesta ST200 como versión especial que es, con elementos únicos y ese extra de diversión bajo su capó sube de precio con respecto al ST estándar. La diferencia es de 3.600 euros, siendo el precio final 25.725 euros. Los hot-hatchback nacieron para dar al pueblo una oportunidad asequible de tener un coche deportivo y además poder usarlo a diario. El Fiesta ST200 cumple con esa premisa con un punto más de deportividad. Estamos casi seguros de que el nuevo Ford Fiesta ST a pesar de su motor 1.5 de tres cilindros será igual de divertido, pero ante la duda a día de hoy nos quedamos con el siempre dispuesto y atrevido ST200, por si acaso.

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