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Pontiac Trans Am, el mítico coche conocico como el «bandido»

¿Recuerdan la película Smokey and the Bandit de 1977, con el Pontiac Trans Am “bandido” y Burt Reynolds al volante? Pues ya han pasado cuarenta años. Aquel coche negro con techo desmontable y águila en el capó es el más recordado de los Pontiac Firebird, una saga que comenzó diez años antes. Hablamos con Rick Dieters, el hombre que ha montado en Miami un negocio dedicado en exclusiva a esta versión.

Pontiac Trans Am
Burt Reynolds al volante del Pontiac Trans Am en una escena de la película «Smokey and the Bandit».

La última mitad de los años 70 fue una buena época para el cine, cuando en España triunfaba el género “quinqui”. Los protagonistas eran jóvenes delincuentes que se interpretaban a sí mismos, atracando bancos en Seat robados. En 1977 se estrenaron en EEUU títulos inmortales como Star Wars, Saturday Night Fever o Smokey and the Bandit, las más taquilleras aquel año. En España esta última se proyectó bajo el título de “Los caraduras”, muy en línea con cumbres del cine patrio de la época como “Los bingueros” (1979), con Pajares y Esteso. En Smokey and the Bandit, Bo “bandido” Darville (Burt Reynolds) y su amigo Cletus (Jerry Reed) se comprometen a llevar un camión de contrabando lleno de cerveza desde Texas a Georgia. Bandido conduce por delante con su Pontiac Trans Am negro para desviar la atención, en un interminable duelo con la policía.

El director de Smokey and the Bandit fue el gran Hal Needham (1931-2013), uno de los grandes especialistas de Hollywood. Tras servir en el Ejército como paracaidista comenzó a trabajar de especialista, sobre todo en westers. Primero se dedicó a caerse de caballos, pelearse o saltar desde diligencias. Después las películas de vaqueros se pasaron de moda, así que se hizo experto en sobrevivir a explosiones, pegar saltos en moto, accidentes de coche y locuras de todo tipo. Según sus propias palabras, se rompió 56 huesos a lo largo de su carrera, además de muchos dientes y la espalda un par de veces. Durante años fue el responsable de doblar a los protagonistas de numerosas series, y allí fue donde conoció a Burt Reynolds.

Pontiac Trans Am
Hal Needham, director de “Smokey and the Bandit” en 2011, en una reunión del Bandit Run. Es una concentración de Pontiacs que nació en 2007 para conmemorar los 30 años de la película, y que se ha convertido en anual.

Cuando en 1977 Hal se propuso dirigir una película muy pocos le tomaron en serio. Pero gracias a contar con el apoyo de su amigo Burt Reynolds, Smokey and the Bandit se pudo rodar y fue un éxito tremendo. Tanto que hubo dos secuelas, en 1980 y 1983. Las películas de Needham no fueron muy valoradas por la crítica, pero sus seguidores disfrutaron con el humor, las persecuciones y las chicas voluptuosas. Una vez Hal declaró a Los Angeles Times: “se que nunca ganaré un Oscar de la Academia, pero seré un hijo de puta rico. Y de eso se trata”. Cannonball Run (Los locos de Cannonball, 1981) fue su segundo gran éxito. También protagonizada por Burt Reynolds, marcó a toda una generación que crecimos soñando con la melena de Farrah Fawcett (una de las tres Ángeles de Charlie) y el Lamborghini Countach negro.

Burt Reynolds con el director Hal Needham, durante el rodaje.

Esta película se inspiró en la carrera ilegal de costa a costa que ideó el periodista de motor Brock Yates, recientemente fallecido. Tras una noche de copas, Yates se comprometió con Needham a escribir el guión de la película. Por supuesto Hal era muy aficionado a los coches, y durante años tuvo un equipo de carreras en el campeonato NASCAR. En 2012 nuestro hombre recibió un Oscar honorífico como reconocimiento a toda su carrera. Se lo entregó un admirador incondicional de su trabajo, un tal Quentin Tarantino.

Nacimiento del Firebird

La historia del Firebird empieza en 1967, cuando nacen los Chevrolet Camaro y Pontiac Firebird, muy parecidos, para competir con el Mustang de Ford. Eran algo así como “nuestro” Ford Capri, pero con el triple de potencia. El Trans Am, llamado como las populares carreras, se lanzó como una opción básicamente cosmética del Firebird 400 del 69. El Trans Am se hizo mayor en 1970 con la siguiente generación, con esa preciosa trasera al estilo Ferrari 250 GTO.

Firebird de 1967, la primera generación.

El famoso firebird “pájaro de fuego” en el capó apareció en 1973 junto al motor Super Duty opcional, el último de sus grandes propulsores antes de la Crisis. La Crisis del Petróleo llegó ese mismo año, en 1973, y los precios de la gasolina y las nuevas normas sobre emisiones acabaron de golpe con los coches rápidos.

El Firebird de segunda generación (1970-1981). El famoso pájaro en el capó apareció en 1973 junto al motor Super Duty opcional, el último de sus grandes propulsores antes de la crisis. En los 80, el motor de 5 litros rendía 150 CV, e incluso el Turbo no superaba los 210 CV.

Los deportivos americanos tardarían casi treinta años en ser tan rápidos como hasta entonces. Ejemplo de ello es “nuestro” Trans Am del 77, que llevaba un V8 de 6.6 litros pero sólo desarrollaba 180 CV. En 1978 salió la opción del motor W72 con 220 CV. Esta es la clave en estos coches. Había tantas opciones y diferentes niveles de potencia y preparación que dos coches que nos parece casi iguales son completamente diferentes al volante.

Especialista de Trans Am «Bandit» en Miami

Rick Dieters, dueño de Trans Am Specialties, en Miami.

Del mismo modo que ciertas películas lanzan al estrellato a determinados actores, algunas películas convierten en míticos a determinados coches. Eso es lo que pasó con el Pontiac Trans Am de 1977. Durante algunos años estuvieron tirados, pero los niños que vieron la peli se han hecho grandes y ahora quieren (¡queremos!) ese juguete. Rick Dieters se dio cuenta y ha montado en Miami un negocio dedicado en exclusiva a esta versión. Se ha convertido así en el principal especialista en este modelo.

Nacido en Venezuela, Dieters montó su negocio Trans Am Specialties en Miami y conduce a diario un Range Rover Sport. Ahora gana dinero suficiente como para comprarse una lancha y un Porsche Cayenne a su mujer, ex modelo. Digamos que el tío se lo monta bien. Los Trans Am de 1977 y 1978 son prácticamente iguales, pero las ventas de un año a otro pasaron de 68.744 coches a 93.351, impulsadas por el éxito de la película.

Pontiac Trans Am

General Motors eliminó la marca Pontiac cerró en 2010 y entre 1969 y 2002 se fabricaron cuatro generaciones diferentes de Trans Am. Pero cuando el teléfono suena en la oficina de Rick, es casi seguro que al otro lado hay alguien que busca un Trans Am negro con un águila dorada. Puede que quieran la versión 79-81 que sale en Smokey and the Bandit II, que tiene el morro diferente.

Nuestro fotógrafo le dice a Rick: “¿puedo bajar la ventanilla?, hay una pegatina vieja en el cristal”. El jefe se acerca y mira esa pegatina original con las opciones que lleva el coche, que tiene 2.000 millas en el marcador, y que sigue ahí porque esa ventanilla apenas se ha bajado. “No puedo bajarla, esa pegatina vieja probablemente hace que el coche valga el doble”. Teniendo en cuenta que acaba de venderlo por 95.000 dólares, sería una foto un poco cara… En el mercado de los muscle car lo que se paga son las rarezas, y un coche así con ese kilometraje es algo inaudito.

Pontiac Trans Am

“Algunos clientes saben exactamente lo que quieren”, dice Dieters. “Me piden un Y82 (de 1978) special edition negro y dorado, con el techo T, el motor W72 y el cambio manual de cuatro marchas. Otros en cambio me piden simplemente el que sale en la película”.

Rick nos dice que podemos encontrar uno en buen estado por 15 o 20.000 dólares. Uno perfectamente restaurado por entre 40 y 60.000, y unos 12.000 adicionales si lo quieres con el motor potenciado. Nos dimos una vuelta en un Trans Am al que le acababan de hacer el motor, así que fuimos muy cautos. Pero de vuelta al garaje, Rick se ofrece a darnos una vuelta en el suyo, uno de 1979 con cuatro marchas y más de 400 CV. También lleva diferencial autoblocante, embrague reforzado y no se cuantas cosas más.

Pontiac Trans Am
Ciertos coches encajan con ciertas chicas. Chelsea es bailarina en el Cheetah Club de Hallandale Beach, Florida.

Tras un recorrido por el polígono para calentar el aceite, Rick pisa el acelerador a fondo y en medio de un poderoso estruendo las ruedas traseras comienzan a echar humo, y también patinan en segunda. Es evidente que es un coche rápido incluso para los parámetros actuales, por no hablar de las tremendas derrapadas con Dieters contravolanteando como un loco. No es un deportivo para ir de fino por la vida, sino para escuchar a Led Zeppelin y buscar chicas malas. Me imagino el terror que pasaron los padres de los 80, al ver salir a su hija de casa el sábado por la noche y subirse en un coche así. Y un chaval con melenas y bigote diciendo: “tranquilo hombre, tengo todo bajo control…”

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