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Petersen Museum: la mejor despedida

Los superdeportivos nos inspiraron durante nuestra etapa escolar, han llevado la tecnología automotriz a nuevas límites y han elevado el listón con cada nueva entrega. Por todo ello, el Petersen Museum acoge en su vanguardista edificio la exposición: “Supercars, un siglo de espectáculo y velocidad”.

En ella se reúnen los aspectos y modelos más destacados de los últimos 60 años. No obstante, Petersen Museum afirma que, si bien los superdeportivos se popularizaron por aquel entonces, el término se ha utilizado durante más de 100 años, lo que permite cierta elasticidad en la interpretación. En total hay más de 30 superdeportivos para admirar, que van desde los americanos Mercer Raceabout de 1913 (no podía faltar una mención a la contribución estadounidense dada la ubicación californiana), a modelos más recientes, incluido el Bugatti Veyron.

Sin olvidar muchos ejemplos que han ocupado nuestras páginas infinidad de veces: ya sean Porsche, Ferrari, McLaren o Lamborghini. Está previsto que la exposición en el Petersen Museum se extienda hasta, al menos, mayo de 2021, pero con las restricciones de la dichosa pandemia y el Océano Atlántico de por medio, hemos pensado que os vendría bien una visita guiada. Además os recordamos de primera mano historias internas de quienes trabajaron en algunas de estas emblemáticas máquinas.

Mercer Raceabout (1910)

El primer automóvil de la exposición del Petersen Museum, el Type 35-J Raceabout, fue producido por Mercer, el fabricante de Connecticut (EE UU). Montaba un motor de cuatro cilindros en T con 4.8 litros de desplazamiento e incluso llegó a participar en la Indy 500. No es lo que nosotros consideramos un superdeportivo, pero tiene un punto extra por su procedencia, ya que es propiedad del primer campeón americano de la fórmula 1, Phil Hill, quien lo compró mucho después de su retirada.

Porsche 959 (1987)

Petersen Museum

El 959 fue el primero de una nueva generación de superdeportivos, tecnológicamente avanzados, controlados electrónicamente, cómodos a la vez que rápidos y tan fáciles de conducir como demoledoramente veloces. Motor biturbo de 6 cilindros bóxer con 450 CV, tracción total, interior lujoso y 339 km/h de punta… Estableció el estándar no solo para los futuros 911, sino para todo el mundo.

RUF CTR (1987)

Conocido popularmente como “Yellowbird”, está basado en un Porsche 911 Carrera 3.2, pero su motor pasó de los 231 CV a los 469 CV. Esa potencia se consiguió al aumentar la cilindrada a 3.4 litros y al incorporar dos turbocompresores. El CTR alcanzó los 340 km/h en una prueba de carretera y pista en 1987. Solo se construyeron 29 unidades y su cotización supera el millón.

Ferrari 212/225 Inter Spyder Barchetta (1952)

Encargado por Henry Ford II, este 212 Inter Spyder es el último Ferrari Barchetta –hasta la llegada de los actuales SP1 y SP2– y montaba el motor V12 de tres carburadores del 225 (210 CV). Se dice que Henry hizo que su equipo de diseño lo examinara en profundidad antes de trabajar en el Thunderbird de 1955.

BMW M1 (1978)

Petersen Museum

El primer M verdadero, el M1, fue desarrollado en colaboración con Lamborghini, aunque la crisis financiera de los italianos provocó un retraso en la producción. Emplea chasis tubular, carrocería de fibra de vidrio y monta un seis cilindros en línea de 276 CV. Se produjeron
453 unidades entre 1978 y 1981.

Ferrari

Petersen Museum

Los esporádicos y escasos superdeportivos de Ferrari son la cúspide de la perfección. El 288 GTO (1984) escondió una innovación que incluía un motor V8 biturbo de 2.8 litros y paneles compuestos en una carrocería similar a la del 308. El F40 (1987) fue una evolución radical del GTO con 478 CV. El Enzo (2002) canalizó la fórmula 1 con su fibra de carbono e introdujo la familia de motores F140, con su V12 a 650 que todavía se utiliza en el 812 actual.

Jaguar XJ 220 (1992)

La distancia entre ejes del Jaguar XJ220 se redujo del prototipo inicial con motor V12, cuando se convirtió en un V6. Pero la parte delantera, desde el pilar A en adelante, se trasladó desde el prototipo. El equipo de diseño quería acortar el voladizo delantero para equilibrar las cosas, pero las pruebas de choque ya habían comenzado… ¡demasiado tarde! No obstante, al con sus 338 km/h de punta consiguió el récord de velocidad máxima de un coche de producción. Corría el año 1992.

Ferrari Testarossa (1984)

Petersen Museum

Tan de los ochenta como los frenos rojos, el Testarossa presentaba un original motor de 12 cilindros bóxer de 4.943 cc con 390 CV. Todos eran cupés, excepto un Spider que se desarrolló para el Gran Patrón de Fiat, Gianni Agnelli, en 1986. Hasta 1992 se produjeron 7.100 unidades. Su sustituto fue el 512 TR, antes de que los GT volvieran a un diseño más convencional, con un V12 delantero.

Maserati MC12 (2004)

Estamos desesperados por conducir el nuevo Maserati MC20 con motor central, pero el MC12 basado en el grandioso Ferrari Enzo es uno mejores automóviles nacidos en Módena. Se dice que esta unidad en concreto fue “preparada” para Michael Schumacher, quien ayudó en el desarrollo.

Jaguar XKSS

Era una versión homologada para circular por carretera del ganador de LeMans, el Jaguar Type D. Solo se fabricaron 16 unidades del XKSS (250 CV) hasta que, recientemente, la propia marca decidió volver a producir las nueve unidades que faltaban para llegar a 25 –los llamados “continuation”–. Esta unidad en concreto perteneció al actor Steve McQueen y hoy está valorada en más de 18 millones de euros.

Saleen S7 (2000)

El superdeportivo americano se presentó con el cambio de milenio. Usaba un chasis de estructura espacial, carrocería de carbono y… bueno, un propulsor V8 (560 CV) derivado de Ford. Es el sueño del empresario y piloto Steve Saleen, que en 2016 recuperó su empresa y presento una versión especial LM que desarrollaba 1.014 CV.

Mercedes 300 SL (1954)

Petersen Museum

Construido originalmente para carreras de carretera, su entramado espacial de tubos de aluminio redujo el peso (las puertas de “ala de gaviota” despejaron los tubos hasta las rodillas), lo que ayudó a compensar los modestos 215 CV del seis cilindros en línea de 3.0 litros. No habría sido un coche de carretera sin el importador americano Max Hoffman.

McLaren F1 LM (1995)

Petersen Museum

McLaren construyó seis F1 LM (cinco, más un prototipo) después de su victoria en las 24 Horas de Le Mans de ese mismo año. Más ligeros, más firmes y menos lujosos, los LM también fueron bendecidos con el glorioso motor V12, pero liberado de las restricciones de la FIA para producir 671 CV. Este de la colección Petersen Museum es uno de los dos F1 estándar que posteriormente se actualizaron con un motor LM y modificaciones de carrocería de McLaren. Una unidad parecida fue subastada por RM Sotheby’s en Moterey, en 2019, por 19.805.000 dólares.

Lamborghini Countach QV (1985)

No se puede tener una exhibición de superdeportivos sin un Countach. Esta unidad pertenece a la tercera revisión importante de la obra maestra con motor central. Se le aumentó la cilindrada hasta los 5.2 litros y se le añadió el sufijo QV para designar las culatas de cuatro válvulas “quattrovalvole” del V12. Su potencia aumentó hasta los 455 CV. El alerón era opcional pero casi obligatorio.

McLaren M6GT (1969)

El F1 no fue el primer supercar de McLaren. Este se basó en el chasis del M6 de la Can-Am. Vestía su motor V8 de origen Chevrolet (370 CV) y podía alcanzar los 160 km/h en solo ocho segundos. Se produjeron tres unidades.

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