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Panda Raid 2017, con mi Panda al fin del mundo

Exactamente 40 días antes de que tuviera comienzo la salida de la novena edición de la Panda Raid me llama mi amigo y futuro compañero de aventuras, Javier Tarazaga, para decirme que hay una vacante libre. Pertenece a un señor que la vende por Internet y, encima, al mismo precio. Ante esa oferta no me pude resistir y justo en ese momento empezó nuestra aventura, el dorsal 226 ya era nuestro.


Los días posteriores los dedicamos a buscar la segunda cosa más importante, el Panda 4×4 Sisley. Nuestra idea siempre fue participar en un Panda 4×4, puesto que habíamos oído que los 4×2 siempre lo pasan bastante peor, y ninguno se libra de utilizar la pala para quitar arena y poder sacar el coche de las dunas. Tras buscar varios días sin éxito, nuestros amigos y también participantes Marcos Fernández y Luis (dorsal 325), nos comentan que habían comprado otro Panda para preparar y que nos vendían el suyo que estaba muy bien. No lo dudamos ni un momento.

Preparación y días previos

A ritmo de buenos españoles que somos, dejamos el resto casi para el último momento. A falta de 29 días para el comienzo, fuimos a buscar el coche al taller de nuestro amigo Luis (Aerodesign), en Paracuellos. La verdad que el coche tenía muy buen aspecto, pero siempre quedan cosas por hacer, sobre todo para poder participar con garantías en un evento de este estilo. Lo primero con lo que empezamos fue con la mecánica, que es lo que más iba a sufrir durante el raid. Teniendo en cuenta que nuestro coche de motor, caja de cambios y de diferencial estaba “perfecto” –para tratarse de un coche de 1991–, había que vigilar muy bien todo el tema de transmisiones, rotulas, guardapolvos, amortiguadores, etcétera.

Tengo la gran suerte de tener acceso a prácticamente todo tipo de recambios tanto usado como nuevo por trabajar en Desguaces El Choque, pero reconozco que me quedé gratamente sorprendido cuando empecé a pedir a mis proveedores de recambios piezas para este modelo. Treinta años más tarde sigue habiendo prácticamente repuesto nuevo (de marca blanca/paralela) para todo lo que estaba buscando, y encima todo a precios muy económicos. Aún así reconozco que todo Marbella y Panda que entró al desguace durante esos días lo aparté “por si las moscas”.


Continuando con la preparación del coche, uno de los puntos críticos fue hacer un fondo plano. Durante la carrera atraviesas terrenos muy rocosos y una piedra al cárter o zona de bajos está a la orden del día. De hecho, la organización te obliga a poner un cubre cárter para poder tomar la salida, pero nosotros fuimos aún mas lejos e hicimos un fondo plano entero hasta justo la altura del diferencial trasero. No sabéis cómo lo hemos agradecido durante la carrera. El nuestro era de chapa, de 1,5 mm, e iba sujeto con unos tornillos al chasis. También es cierto que a veces rozaba con alguna ballesta trasera o el tubo de escape y hacía un ruido un tanto molesto.


Una vez revisado de mecánica en todos los aspectos, llevamos el coche a rotular a nuestros amigos de Luna Nueva. Como siempre, José encantador, y con el poco tiempo que le di, exactamente 72 horas, hizo maravillas y hasta un vídeo para Instagram. Ya teníamos el coche a punto, ahora solo faltaba ir a comprar una tienda de campaña, saco de dormir y demás provisiones para poder sobrevivir, de la mejor manera posible, en el desierto.

Hora de tomar la salida

A las 8 de la mañana del sábado 4 de marzo, en el parque del Oeste de Madrid, tuvo lugar la salida de la novena edición de la Panda Raid. Más de 200 Panda reunidos en un mismo lugar es una imagen difícil de olvidar. Desde ese momento empiezan las especulaciones sobre los coches. Sobre cuál es el mejor, qué lleva este o que lleva el otro. La gente empieza a mentir sobre lo que le ha puesto a su Panda y sobre el dinero que se ha gastado. Ningún participante jamás confesará ese dato. A priori los únicos coches que intimidaban era dos Panda exactamente iguales de unos participantes italianos. Los coches eran espectaculares y por todo el equipamiento que llevaban todo el mundo daba por hecho que formaban parte de una acción de marketing. Por supuesto, la gente también empezó a especular con el precio del Panda, y se rumoreaba que rondaban los 20.000 euros.

A las 12, una vez que todos los coches habían pasado las correspondientes verificaciones, tomamos la salida rumbo al puerto de Almería. A la altura del kilometro 20 de la A4 nos paramos en una gasolinera porque tenía que recoger unas cosas que me tenía que dar mi mecánico. Quedamos en un McDonald’s y aprovechamos para comer una hamburguesa. Cuando estábamos emprendiendo la marcha mi compañero se deja encima del techo su cartera y el móvil. Lógicamente se cayeron y no nos dimos cuenta. Empezaba “bien” nuestra aventura sin ni siquiera haber salido de Madrid. Miedo me daba pensar cómo iba a terminar… Afortunadamente el pasaporte iba en su mochila y le pude dejar otro móvil que llevaba de repuesto.

Después de haber parado tres veces a echar gasolina, y casi ocho horas más tarde, llegamos al puerto de Almería, donde nos esperaba un viajecito en Ferry de lo más movido. Embarcamos exactamente a las 12 de la noche rumbo a la cuidad de Nador, en Marruecos. Mientras hacía todo el papeleo del coche, mi compañero se puso a reservar un camarote para poder dormir. Al poco tiempo de haber partido de Almería, el mar decidió enfurecerse y todo aquel con el estómago delicado acabó expulsando la cena. Afortunadamente nosotros somos capaces de dormirnos en el filo de una navaja y nos despertó la voz del capitán indicando que estábamos llegando a puerto.

Primera etapa

Antes de empezar, la organización te da un pequeño briefing sobre seguridad, horarios y algunas pautas a tener en cuenta para toda la carrera. Lo que más miedo nos daba era el road book, puesto que nosotros nunca habíamos navegado y era una aventura total.


La primera etapa fue la más larga, 322 km en total, con enlaces incluidos. Sabíamos que era un raid de regularidad y no de velocidad pero con los nervios del primer día y con los competitivos que somos, salimos a “tabla” adelantando a muchos coches, lo que ayuda a quitarte mucho polvo. Esta primera etapa tenía tan solo 21 km de velocidad media cronometrados. Hay que reconocer que esta primera fase fue muy completa en todos los sentidos, puesto que tenía terreno empedrado, pista y algo de arena, aunque fue un poco larga.


Lo mejor fue que no tuvimos ningún imprevisto o avería, lo que provocó que pudiéramos llegar a campamento entre los 10 primeros coches. Así pudimos revisar el vehículo para el día siguiente y elegir un buen sitio para montar la tienda de campaña.


El campamento era digno de ver. La organización monta un complejo de tiendas que forma un comedor gigante donde desayunábamos y cenábamos todos los días. Hay que felicitarles también por las duchas que, aunque el agua no siempre te pillaba caliente, tenían una buena presión. Los cuartos de baño también eran muy aceptables para encontrarnos en el desierto, muy buen montaje. Lo peor de la etapa fue que mi compañero, con en el jaleo del papeleo del ferry, se había dejado el saco de dormir… No sabéis el frío que hacia en Tissaf. Se puso más capas de ropa que una cebolla.

De regularidad, no de velocidad

Nuestra sorpresa llegó al día siguiente, cuando vimos la clasificación y vimos que estábamos en la posición 224. No entendíamos por qué estábamos tan atrás. Es algo que la organización debería estudiar, porque el sistema de clasificación creo que tiene recorrido de mejora. Necesitas un aparato que se llama terratrip o algo similar para saber qué tal vas durante la etapa porque, en caso contrario, hasta que la organización no saque la clasificación no sabrás cómo lo has hecho.


A modo de anécdota, en un tramo de enlace casi llegando al campamento base un coche conducido por una pareja de recién casados que estaba de viaje de novios, sufrió un accidente. Aquí sí que hemos de dar la enhorabuena a la organización, ya que por primera vez este ha contado con helicóptero médico –lo cual te inspira mucha tranquilidad– y tanto el rescate como todos los cuidados posteriores fueron a una velocidad increíble. ¡Chapeau!

El resto de los días fueron un poco iguales. Es decir, etapas de entre 200 y 300 km, con tan solo 15-20 km puntuables, algo que, para los que llevamos en la sangre la competición nos dejó con ganas de más. No obstante, es cierto que la organización siempre informa de que la Panda Raid es una aventura y no una carrera de velocidad.

Una de las cosas más bonitas y positivas que me llevo de la semana entera en Marruecos son los buenos amigos que haces. La gente desde el minuto uno siempre está dispuesta a ayudar, el compañerismo es algo que está a la orden del día. Jamás te quedas tirado porque siempre hay alguien dispuesto a echarte una mano, desde prestarte un recambio hasta empujarte en la duna en la que estas atascado.

Llegada a meta, objetivo cumplido

Por fin llegamos al último día y no sabes si es el más ansiado por haber acabado, porque por fin tu coche va a dejar de sufrir o por dormir en una cama de verdad y poder darte una ducha de tres horas con agua caliente… Podemos decir que la Panda Raid puede ser una aventura muy económica o muy cara en función de lo que quieras preparar tu coche y la cantidad de piezas que rompas por el camino. Los presupuestos oscilan entre 800 €, por los que encuentras Panda/Marbella 4×2, hasta coches de más de 6.000 € . La inscripción vale 2.100 € por pareja y en gasolina te gastas unos 450 €. Después de todo, terminar los 87 no estuvo nada mal para dos principiantes.

Por: Álvaro Pinto

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