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Oliver Lam-Watson nos deja sin palabras

El esgrimista en silla de ruedas y medallista paralímpico Oliver Lam-Watson rompe con todos los prejuicios de forma impactante y cumple su sueño con un Porsche 911 GT3.

Un toque vertiginoso con la espada revela a Oliver Lam-Watson como un auténtico maestro de su disciplina. En garde!, resuena una y otra vez en el centro de entrenamiento londinense. El británico es un esgrimista en silla de ruedas, uno de los mejores del mundo, y ahora está preparándose para su próximo desafío.

Para Lam-Watson, la esgrima es una combinación entre ajedrez y lucha, puesto que los duelistas deben destacar por una gran agilidad tanto física como mental. En agosto de 2021, este deportista de 29 años demostró su gran dominio cuando ganó la medalla de plata en los Juegos Paralímpicos de Tokio con el equipo de florete. Después del bronce con el equipo de espada, fue su segundo éxito en solo unos días, y Lam-Watson por fin demostró su valía ante todos.

Las muletas forman parte de su vida desde la infancia debido a una anomalía en los vasos sanguíneos de su pierna izquierda. Para los demás, esta discapacidad es motivo para recordarles todo lo que no son capaces de hacer. "Quiero acabar con estos prejuicios", afirma Lam-Watson.

La esgrima en silla de ruedas es una disciplina paralímpica oficial desde los juegos de verano de 1960 en Roma. Los duelos son rápidos, emocionantes y sin concesiones. O, tal como lo describe el propio Lam-Watson: "Versátil y emocionante, ofensivo y defensivo, contraataques y preparaciones, táctica de distanciamiento, precisión y transiciones fluidas".

El británico exhibe a cada segundo su pasión por este deporte, y eso que hace solo unos años aún no sabía nada de esgrima, ni mucho menos había tenido nunca una espada en la mano. No descubrió hasta muy tarde su afición por todo tipo de deporte.

Nacido en el sur de Londres, Lam-Watson vino al mundo con el raro síndrome de Klippel-Trénaunay-Weber, que limita considerablemente su movilidad. Cuando su estado empeoró a la edad de nueve años, su vida se puso patas arriba.

"Por primera vez tuve la sensación de no ser igual que los demás niños", recuerda. "Y odiaba el deporte en el colegio, porque era precisamente lo que más lo reflejaba". Al principio no quería admitir su discapacidad. Tampoco cuando empezó a estudiar arquitectura con 20 años. Ante sus amigos se inventaba una y otra vez excusas para explicar por qué necesitaba las muletas. "La discapacidad no tenía por qué condicionar mi vida", explica. "Yo quería que me consideraran de igual a igual. Sin embargo, naturalmente, la gente terminó por enterarse de que la causa de mi limitación no había sido ningún accidente de esquí".

Entonces, a los 23 años, Lam-Watson miró cara a cara a su destino. "Si tenía que vivir con esta discapacidad, al menos quería descubrir dónde estaban mis límites". Por tanto, se apuntó al gimnasio y pronto un amigo lo convenció para participar en una Spartan Race, una carrera extrema donde los participantes deben superar todo tipo de obstáculos. "Naturalmente, los 15 kilómetros con muletas por el agua y el barro se hicieron muy duros", recuerda Lam-Watson. Más tarde superaría aún otras seis carreras de este tipo.

"Estaba tremendamente orgulloso de mí mismo", relata. "No obstante, fui al médico para comprobar si era aconsejable participar en esos eventos. Para mi sorpresa, lo único que me dijo es que no creía que las carreras de obstáculos fueran un deporte de verdad".

La esgrima en silla de ruedas le llamó la atención de inmediato y, sin pensarlo, empezó a contactar con  todos los clubes de esgrima de Londres. Uno de ellos se mostró dispuesto a acogerle, desde entonces empezó a practicar este deporte hasta seis veces a la semana.

Seis meses después, Lam-Watson fue elegido para su primer campeonato del mundo, en Hungría. "El nivel era extremadamente alto", dice el atleta. "A pesar de todo, como novato me llevaba unas buenas palizas de los mejores esgrimistas del mundo. Fue una curva de aprendizaje bastante pronunciada". Siguió entrenando cada vez más duramente y los frutos de sus esfuerzos no se hicieron esperar mucho.

“Nadie tiene derecho a decirte lo que puedes o no puedes hacer”. Oliver Lam-Watson

Tras las primeras medallas en los campeonatos del mundo de 2018, llegaron por fin los éxitos en Tokio, victoria absoluta para Lam-Watson. Con su historia, Lam-Watson quiere ser inspirador y generar un cambio en la percepción social de los discapacitados. En su canal de YouTube habla sobre temas como el miedo y la amputación, muestra a los espectadores los entresijos de los Juegos Paralímpicos y también cuelga desde hace poco vídeos de sus trucos en skateboard.

Cambio de mentalidad

Lam-Watson sus redes sociales para mostrarse sin prejuicios. "Cuando la gente ve a una persona discapacitada, la mayoría piensa en hospitales, muletas y sillas de ruedas. Pero eso es solo una verdad a medias". Añade que él mismo puede vestirse igual de bien y ser tan fuerte como todos los demás… Sin embargo, los comentarios negativos y la discriminación forman parte de su vida. Explica que el problema es que a los discapacitados se les recuerda una y otra vez todo lo que no pueden hacer, pero pocas veces los logros de los que sí son capaces.

En el caso del medallista olímpico, esto se refleja especialmente al ponerse al volante. Desde hace dos años, su compañero en el día a día es un Porsche 911 GT3. Algo que sigue despertando el asombro de muchos.

"La pierna derecha me funciona, así que a pesar de mi limitación puedo conducir un automático", explica Lam-Watson. "Por eso mi GT3 lleva cambio de doble embrague PDK. Del mismo modo, se puede equipar un deportivo con controles manuales". El hecho de que esto es un sueño hecho realidad para Lam-Watson se percibe inmediatamente en nuestro recorrido por Londres. El británico se encuentra como pez en el agua. "El GT3 me transmite la capacidad de ser rápido y ágil, algo que muchas veces me deniega mi físico. Es como una extensión de mi cuerpo".

Con todo esto, y muchos más detalles, Oliver Lam-Watson nos deja sin palabras.

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