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Michael Schumacher, el gran ídolo

En Mugello, durante el evento que conmemoraba los 70 años de Ferrari, todo el mundo tenía en la mente a Enzo, escultor del mito y la leyenda del cavallino rampante, fallecido en 1988 con 90 años, y a su piloto más exitoso, Michael Schumacher, siete títulos –cinco de ellos con Ferrari–, ganador de 91 carreras y protagonista de decenas de hazañas históricas al volante. El alemán fue cálidamente recordado por quienes hoy defienden ese inolvidable legado.


Schumi no pudo estar porque, como todo el mundo sabe, permanece en su casa de Suiza con sus funciones cerebrales seriamente disminuidas desde el 29 de diciembre de 2013 cuando, esquiando en la estación francesa de Meribel junto a su hijo Tom, sufrió fuertes golpes en la cabeza al caerse sobre una zona de rocas. Nadie sabe todavía si la parte subconsciente de su mente, mientras intentaba superar un coma de varios meses, pudo considerar la ironía de sobrevivir a los peligros de 308 carreras de fórmula 1 para verse reducida a un estado casi vegetativo tras un episodio que debería haber sido tan solo una anécdota de las vacaciones invernales.

Mucho respeto

Cuando Enzo Ferrari falleció, en agosto de 1988, Michael Schumacher ni siquiera se imaginaba que iba a superar todo lo realizado por estrellas tan queridas para “il Commendatore” como Tazio Nuvolari, Niki Lauda o Gilles Villeneuve. Muy concentrado a sus 19 años en sus primeros triunfos con monoplazas, muy posiblemente Schumi no tuviese conciencia de lo que había representado Nuvolari con su audacia, y las victorias con los Alfa Romeo de Grand Prix que Enzo gestionaba en los años treinta, enfrentado a la poderosa armada teutona de las Flechas de Plata y los Auto Unión. Claro que podía tener referencias de Niki Lauda, el austriaco campeón de 1975 y 1977 con los 312T diseñados por Mauro Forghieri. Y sabía quién era Gilles Villeneuve, un tipo tan valiente, generoso y rápido como lo fue Nuvolari en sus tiempos y que falleció prematuramente en el circuito de Zolder (Bélgica), en 1982, al volante de un Ferrari 126 C2.


Nuvolari y Villeneuve representaban ese fuego y esa entrega al equipo Ferrari que conquistó el corazón de los tifosi italianos. Lauda, rebautizado como Il Computer por su eficaz y eficiente manera de correr, era admirado por sus victorias, pero Schumi, en las 11 temporadas que estuvo con la “Squadra Corse”, fue una mezcla del valiente Nuvolari, del espectacular Villeneuve y de un ordenador de alto vuelo técnico como Lauda. Todo al mismo tiempo para lograr 72 victorias con las eficientes y rapidísimas máquinas rojas que para él crearon y gestionaron Jean Todt y Ross Brawn.

Siempre en el límite, siempre al máximo

Así que ya sabemos qué significó Schumacher para los fanáticos de Ferrari, pero, ¿para el equipo? ¿Qué le dio a la Scuderia? La absoluta seguridad de que cualquiera que fuese la calidad del monoplaza que se le entregara Schumacher lo iba a aprovechar al máximo y aún más allá. Todavía se recuerda cómo ganó por paliza y bajo la lluvia el Gran Premio de España de 1996, en Montmeló, arrancando desde la tercera posición para escaparse bajo el diluvio y sacarle 46 segundos a su escolta, Jean Alesi. Siempre se recuerda que Schumacher ganó el Gran Premio de Hungría de 1998, en Hungaroring, donde resulta casi imposible adelantar, saliendo desde la tercera posición y eligiendo, junto a Ross Brawn, una estrategia de tres paradas –contra dos de sus rivales– para realizar, vuelta tras vuelta, tiempos de vértigo y llegar primero con un margen de 10 segundos. Carreras así solo se le habían visto antes a Ayrton Senna o a Juan Manuel Fangio.


Tampoco se olvida cómo derroto en Suzuka bajo la lluvia a su archirrival del año 2000, Mikka Hakkinen (McLaren) para darle a Ferrari su primera corona de pilotos después de 21 años de sequía… Schumacher siempre le daba algo más al rendimiento de los Ferrari. Todos sus compañeros tuvieron que rendirse ante él. Y Rubens Barrichello, quizás el más brillante de ellos, pudo escoltarle en los certámenes de 2002 y 2004, el último que ganaría Michael.

Más que un piloto, una máquina de hacer dinero

Por su parte, Ferrari terminó por formar a Schumacher como un adulto profesional y le hizo rico mucho más allá de lo que hubiese podido imaginar. Luca de Montezemolo, presidente de Ferrari, y Jean Todt, patrón de la Scuderia, le obligaron a pulirse en temas de comunicación, aparcar su reticencia y cierta arrogancia que mostraba en público y aprender a estar y ser más comunicativo. Y al adquirir esa habilidad que forma parte de las relaciones públicas pudo dar más valor a los patrocinadores para pasar a ser, de lejos, el piloto mejor pagado de la historia en su momento.


Retirado al finalizar 2006 volvió a la fórmula 1, ya con el equipo Mercedes. Su edad, tenía 40 años, le había quitado ese plus de velocidad y le tocó a él perder durante tres temporadas ante su joven compañero, Nico Rosberg. Igualmente, completó la acumulación de dinero que había comenzado con Ferrari, llegando, se estima, a unos 500 millones de euros. Claro, se hacen cuentas, puras hipótesis, sobre lo que lleva gastada la familia en mantenerlo con vida –unos 25 millones hasta hoy– aguardando el milagro de que algún día pudiese retornar a la vista pública y, tal vez, recibir un homenaje merecido en otro evento importante de Ferrari.

El estado de Michael Schumacher

Michael sufrió serios daños cerebrales el 29 de diciembre de 2013 en Meribel, Francia. Llevado al hospital de Grenoble estuvo en coma inducido hasta abril de 2014. Le trasladaron a un hospital en Lausanne (Suiza) y en septiembre de ese año lucha por recuperarse en un ala especialmente adaptada en su residencia de Gland, cantón de Vaud, junto al lago Lehman.

El piloto del helicóptero que trasladó a Schumacher desde Grenoble a Lausanne, en junio de 2014, fue acusado de robar los registros médicos del heptacampeón pero fue encontrado colgado en su celda suiza, tras haber sido detenido. Desde entonces la familia ha mantenido un estricto silencio sobre su estado de salud y sobre cualquier indicio de recuperación. Amigos como su ex jefe de equipo, Jean Todt, y el ingeniero, Ross Brawn, casi nada han dicho al respecto.

Schumacher pasó su 49 cumpleaños en enero en un estado casi vegetativo. Poco tiempo después de su accidente, se comentó que parte del diagnóstico era el de una lesión axonal difusa, que implica extensos daños en la masa cerebral. Este tipo de lesiones, en caso de supervivencia, puede provocar inconsciencia permanente y, en caso de recuperar la consciencia, un serio estado de invalidez. Aún así, siempre habrá una legión de tifosi apoyándole.

Por: Orlando Ríos

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