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Mercedes SLS AMG VS Dodge Viper, Sangre y arena

No fue una noble acción, pero gustó a los accionistas. Daimler compró el grupo Chrysler y, cuando la cosa se puso fea, decidió abandonar el barco. El grupo americano estuvo tocado de muerte y todos sus nuevos proyectos se quedaron en “standby”, entre ellos el del futuro Viper, diseñado al mismo tiempo que el SLS AMG de Mercedes.

A la crisis de identidad se sumó la hecatombe económica y muchos vaticinaron, una vez más, que Chrysler cerraría sus puertas. Pero en estas surgió un mago del póquer y las finanzas: Sergio Marcchione. El presidente de Fiat se hizo con el control de la americana, renovó sus gamas y ha convertido a la empresa italiana en el cuarto grupo mundial del automóvil. En cuanto al Viper, tras intentar vender la insignia Viper sin éxito, decidió dar luz verde a un nuevo icono.

Mercedes SLS AMG Black Series vs Dodge Viper

Al mismo tiempo, Mercedes entró por la puerta grande en el sector de los supercoches, con un SLS puesto a punto por AMG y dotado de un largo capó y un maravilloso motor V8 al más puro estilo americano, un modelo que llega al final de su vida con la edición Black Series. Con las aguas calmadas en lo económico, llega la hora de ajustar cuentas en lo personal. El SLS AMG y el Viper GTS son, aunque no lo quieran, primos de sangre, y las carreteras americanas dictaminarán quién es el mejor.

Mucho más que cifras para el AMG SLS y el Dodge Viper

No es una rivalidad económica. Con el acabado Black Series presente en el SLS AMG, el Mercedes se introduce en territorio Ferrari, mientras el Viper se queda en el terreno que domina, cerca del Corvette y más al alcance del público americano, pero sí es una lucha en todo lo demás, con unas cifras de potencia, aceleración, peso o prestaciones sorprendentemente cercanas.

Mercedes SLS AMG Black Series vs Dodge Viper

Empezamos con el Viper. El modelo utiliza el mismo chasis de largueros de aluminio del Viper anterior, con una enorme barra atravesando el V10 por encima. Las vías son ahora más anchas, y la carrocería utiliza fibra de carbono y plásticos para dar un peso más ajustado de 1.550 kilos, pocos si tenemos en cuenta el enorme V10 de 8.3 litros que aloja en el frontal.

El chasis es un 50 por ciento más rígido, y rigidez es lo que sienten mis costillas cuando salimos de California en busca de las carreteras desiertas del desierto de Anza Borrego, nuestra zona preferida para eludir no solo los controles policiales, sino también cualquier atisbo de civilización. El Dodge Viper transmite cada variación del duro asfalto americano, y eso que esta versión GTS es la “civilizada”, con una suspensión regulable en la que compruebo una y otra vez que está activado el modo confort.

Mercedes SLS AMG Black Series amarillo

El coche hace ruido, pero no uno de esos sonidos de “¿quién necesita una radio?”. El túnel de transmisión, que pasa al lado de mi pierna derecha bajo el enorme cambio, genera una resonancia empeñada en meterse en los tímpanos cuando circulamos a 110 km/h por la highway americana.

Al menos el interior es bastante bueno, sobre todo comparado con los Viper anteriores, donde era realmente básico. Ahora hay plásticos de calidad, una buena piel en los asientos en este acabado y una brillante pantalla multimedia que empuja el sonido hacia un equipo Harman-Kardon. El volante no es regulable, pero sí lo son los pedales, un alivio, ya que con el pilar delantero tan cerca como en un camión, no quisiéramos estar más cerca del enorme morro de esta víbora.

Sangre

Supercars de otro planeta

Cambiamos de coche y, cuando me siento en el SLS, mi pasajero parece viajar a kilómetros de distancia. No es que el SLS AMG Black Series sea particularmente ancho, pero cualquier coche al lado del interior del Viper lo parece, y el Mercedes parece tan suave, bonito y calmado que al ver las hectáreas de capó por delante y lo bien que amortigua diríamos que es un “muscle car” de los setenta con su “agilidad”.

Pero nos sorprende con solo cambiar de carril, ya que apenas un toque al volante se convierte en un puntiagudo movimiento del frontal, demostrando que este coche es mucho más que una bonita pose. El Black Series es casi 60.000 euros más caro que el SLS normal, y gana 59 CV y pierde 70 kilos a base de fibra de carbono, titanio, batería de ión-litio y algunos detalles extra. Lo reconocerás por el alerón de carbono, opcional, pero “obligatorio” para demostrar que conduces un Black Series.

Llegamos a Anza Borrego de noche, y encontramos un hotelito apartado de la civilización, tanto que la ciudad más marchosa se encuentra a 50 kilómetros. A la mañana siguiente todo el hotel despertará con el bramido de 18 cilindros…

AMG SLS: muscle cars de otro estilo

La mecánica del SLS es la más puramente americana; de hecho su V8 suena como los de allí, con su enorme cilindrada y sin turbo, aunque por dentro la versión Black Series ha cambiado sus bielas, cigüeñal, bomba de aceite, admisión y escape, entre otros, para poder subir de 7.200 a 8.000 revoluciones su giro en potencia máxima y alcanzar así los 631 CV frente a los 571 CV de origen. Acelera de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos y alcanza los 315 km/h.

El Viper suena metálico y diferente desde sus escapes laterales. Y si los 6.2 litros del bloque Mercedes parecen una barbaridad, enmudecen ante los 8.3 del Viper, con sus válvulas accionadas por taqués. Aun así, la cilindrada le sirve para alcanzar los 640 CV y la cifra de par motor más alta (más de 800 Nm) de un motor atmosférico en el mundo. Toda esta potencia se deriva a través de una caja manual Tremec de seis marchas, frente a la AMG Speedshift DCT 7 de doble embargue del modelo alemán, que traspasa su potencia al eje trasero a través de un soberbio diferencial con control electrónico.

El Viper también acelera de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos y, de forma poco usual para un coche manual, también tiene un sistema Launch Control. Obviamente, pienso que puedo hacerlo mejor que cualquier sistema electrónico, y más cambiando “a mano”, pero después de tres intentos y poner en peligro el embrague decidimos que podemos hacer un uno contra uno saliendo los dos desde parado uno detrás de otro. Así que arrancamos y por un momento los coches no se distancian ni un milímetro el uno del otro, con sus motores empujando como animales a dos fieras tan diferentes entre sí.

Dodge Viper

No pensábamos que estuvieran tan próximos. Volviendo a un ritmo suave, da que pensar la locura de este Black Series, que cuesta casi 60.000 euros más sobre los 220.000 que cuesta un SLS normal. Que nosotros sepamos en España solo se ha vendio uno, y el Viper no se comercializa aquí. En América cuesta unos 120.000 dólares, 90.000 euros al cambio, cuatro veces menos que su rival. Cuesta pensar que un coche mucho más barato sea capaz de poner en apuros a todo un SLS edición especial, pero así hacen las cosas en América y, al menos en línea recta, el SLS AMG está contra las cuerdas.

Seguimos por la Ruta 78 en busca de curvas, y estas llegan, y no son una o dos para las fotos, sino muchas, y de todo tipo, tanto horquillas de segunda como “curvones” de los que te hacen pasar varias veces antes de atacarlas correctamente.

Dodge Viper

Con el Viper hay dos cosas claras: la primera es que hay que tener mano dura para poder llevarlo a fondo. La dirección, pedales, cambio y frenos exigen un trato casi de competición si realmente queremos que el coche responda con la precisión necesaria. La segunda conclusión es que responde como un auténtico deportivo.

Sé que muchos no lo dudabais, ya que incluso la versión preparada por ACR logró hace unos años el récord para un coche de serie en Nürburgring parando el crono en 7,22 minutos, pero lo cierto es que este es un coche ágil que hay que conducir muy a fondo para que su chasis se inquiete. Nada moverá los slicks traseros si no es de forma muy intencionada y muy al límite y, en cualquier caso, ahí está ahora el ESP, ausente en los primeros Viper, para dejarlo todo en su sitio. Y todo ello con la mejor suspensión que haya tenido nunca un Viper, con control de la carrocería y claridad en los movimientos muy notable.

Pero delante está el Black Series, y lo que destaca es la increíble agilidad del frontal. Mercedes ha querido llevar con esta versión parte de los avances de la variantes de competición GT3 a la calle, y lo ha conseguido, porque francamente, sí nos vemos en un circuito apurando al máximo los frenos de carbono, girando ágilmente la dirección y notando cómo los Michelin Sport Cup 2, en gran parte culpables del sorprendente agarre, se lanzan a morder el vértice de la curva. Parece mentira que este coche pese 1.500 kilos, porque resulta ágil en extremo.

La pega del Black Series a este nivel de precio es que se sitúa en un terreno donde Ferrari ofrece el F12 o el 458 Speciale, y los dos son mejores deportivos que el alemán, así que será difícil comprar un Black Series pensando en que puedes tener en el garaje un Ferrari V12. Es un problema que no tiene el Viper: nadie que se compre el americano estará pensando, o eso creemos, en comprarse un Ferrari, si acaso un Corvette, y esta jugada es la que realiza el Viper de forma magistral.

Nos queda por resolver este duelo de hermanos. Lo gana el SLS AMG Black Series, pero el Viper está muy cerca, mucho más de lo que indica su diferencia de precio, y solo la falta de refinamiento y la gran personalidad necesaria para extraer sus prestaciones hacen que no se termine imponiendo al que en algún momento debía ser su hermano y acabó siendo uno de sus enemigos a batir.

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