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¿Con cuál te quedas? Mazda MX-5 (2016) o Lotus Elise 111 S (2002)

Hay mucho de Lotus en el Mazda MX-5. La primera generación del japonés tomó el legado británico justo donde lo dejó en los años setenta, y lo transformó en un producto sobresaliente que triunfó de forma decidida, manteniendo su estatus icónico en los años sucesivos, pero perdiendo algo de brillo en la segunda y tercera edición debido a los mayores compromisos, el mayor peso, las nuevas normativas o todo ello junto. Pero Mazda ha mirado otra vez hacia atrás y, en lugar de ver el Lotus ha visto que el mejor roadster era su primera generación, y ha vuelto a iluminarnos con el nuevo MX-5, un coche que bien podría llevar la firma del creador del Lotus original: Colin Chapman. Además, por 25.000 euros es un chollo y hace que cualquier GTI nos parezca carísimo, pero el problema es que, por ese precio, puedes tener un auténtico Lotus Elise, el coche que mejor captura la esencia del original y auténtico heredero de la marca. Ya estás dudando, ¿seguimos?

Hemos buscado mucho hasta encontrar un Elise 111S, uno de los modelos que más nos gusta, un segunda generación con un diseño más atractivo y con el motor Rover de 160 CV que se equipó en los MG ZR. También se utilizaron en las últimas series motores Toyota de 190 CV. En la horquilla de precios, entre los 20.000 y los 25.000 euros, podrás encontrar algún ejemplar también en España. Nuestro consejo es comprarlo en tienda oficial y con garantía.

Nuestro Elise, como cualquier Lotus, tiene sus cosillas. Meterse dentro es un ejercicio de contorsión hasta que te encajas en el bastidor de aluminio, en unos asientos tan bajos que parecen subterráneos. Dicen que los Lotus están poco equipados, pero el nuestro está cargado de opciones, como las alfombrillas, los paneles insonorizantes o los elevalunas eléctricos, casi un premium. También te recomendamos comprar uno con aire acondicionado.

El Mazda MX-5 es mucho más civilizado y, en comparación, casi una berlina, y eso que es pequeño y vamos “bajitos”, pero no tiene problemas en la entrada o salida del coche, vamos, que parece un Mercedes SLK al lado del Elise.

En carretera el Mazda MX-5 no puede competir con el Lotus en sensaciones, pero sí con cualquier otro coche del mercado. La dirección es rápida y precisa, y si apuntamos al vértice de cada curva veremos cómo el coche entra con decisión, inclina un poquito de más –las versiones dos litros pueden equipar suspensión Bilstein, que limita el balanceo– y, sin forzar mucho, podemos lograr cierto derrapaje del eje trasero. El motor de 1.5 litros tiene la zona roja a 7.500 revoluciones, y da lo mejor de sí a partir de las 4.000, así que hay que pisarle a fondo, y es un gustazo.

En marcha el Elise transmite cada junta del asfalto a su conductor por medio de una de las mejores direcciones del planeta. Táctil, precisa, difícil de llevar…, menos asistencia lo tiene todo. Más potente y más ligero, acelera y corre mucho más, y se nota más deportivo asentado sobre suspensiones más duras. El cambio es mejor en el Mazda MX-5, mucho más preciso y satisfactorio. Son dos coches en los que la ligereza y la mecánica marcan su conducción, pero aunque comparten el espíritu, está claro que hay una grandísima distancia entre ambos, con el Mazda como un modelo más civilizado y el Lotus próximo a una barqueta de carreras.

En cuanto a los costes de mantenimiento, tanto el motor Rover como el Toyota que podemos encontrar en un Elise necesitan un cambio de aceite y filtros anual y operaciones algo más costosas cada dos y tres años. Se pueden hacer en los servicios oficiales de Lotus, de la propia Toyota o en talleres independientes. Las piezas como bujías, filtros o demás accesorios no revierten complicación en el recambio y tienen un precio razonable. Lo mismo puede decirse del Mazda, con la ventaja de que, en los primeros años, apenas cambiaremos más allá del aceite y algún juego de pastillas de freno o neumáticos. En cuanto al seguro a terceros, andan a la par, aunque el Lotus siempre será más caro y, sobre todo, es más difícil de asegurar a todo riesgo, dada la mayor complejidad de reparar un chasis de aluminio con carrocería de fibra de vidrio.

En lo que a fiabilidad se refiere, el Lotus siempre va a tener más pegas que el Mazda. En el inglés los dos motores son robustos, pero si nos vamos dedicar a llevar el coche al circuito es mejor optar por el Toyota. A la hora de comprarlo hay que chequear muy bien los niveles y aspecto de los líquidos del motor, si se ha realizado alguna reparación de forma poco adecuada –sobre todo en carrocería y pintura–, el ya habitual tono opaco en los faros y el funcionamientos correcto de la calefacción y el aire acondicionado. El MX-5 cuenta con tres años de garantía, así que no podemos tener mejor cobertura, y podemos añadir los packs de mantenimiento en el precio de compra o de financiación. Para elegir las opciones en el Lotus Elise hay poco margen, ya que había radio-CD, asientos de napa en lugar de piel y llantas de diferente diseño, además del aire acondicionado. En el Mazda MX-5 la versión base está bien servida, pero mejor cuanto más dulce, y las versiones adicionales añaden más equipamiento por un precio razonable. Solo hay dos opciones: pintura metalizada y el color rojo.

¿Cuál elegir? El Lotus es fantásticamente divertido, como un Caterham, pero menos utilizable en el día a día. Su valor se mantiene, sus consumibles son asequibles y lo podrás vender en unos años casi por el mismo precio si no hay imprevistos importantes, para los que tendrás que reservar un dinero después de la compra. El Mazda es un coche que va a mantener bien el precio en el mercado de ocasión, y que también vas a poder vender en el futuro sin que tu economía reciba un gran impacto. Su fiabilidad está fuera de duda y, además, su mecánica es sencilla, por lo que cualquier taller podrá meterle mano si, por algún motivo, abandonas el servicio oficial.
La decisión final es más fácil de lo que parece. Si vamos a utilizar el coche casi cada día o se lo vamos a prestar mucho a nuestra pareja, el Mazda MX-5. Si va a ser un juguete de fin de semana o de circuito, el Lotus. Ambos son roadsters brillantes, pero el inglés entronca más con el pasado mientras el japonés es el último vestigio de un mundo del automóvil que empieza a caminar hacia un futuro lleno de híbridos, eléctricos y coches autónomos.

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