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Escapada Mazda MX-5 RF 2018: a la caza del eclipse

Domingo, 13.10 horas. Apoyado en su nuevo Mazda CX-5, Jeff Stockwell observa un nubarrón que se asemeja a una tortuga con dos cabezas. “Quedan 24 horas y 17 minutos”, anuncia Jeff echando un vistazo a su teléfono, antes de volver a mirar al cielo, donde una de las cabezas de la tortuga se ha interpuesto entre el sol y la ciudad de Nashville –la capital del estado de Tennessee, en EE UU–.

No parece el mejor de los presagios. Como muchos otros estadounidenses, Jeff, fotógrafo profesional de Los Ángeles, y un servidor, hemos batallado contra el tráfico, el calor y la escasez de alojamiento para presenciar el eclipse solar total que cruzará Estados Unidos de punta a punta, un fenómeno que no se ha visto en 99 años.

El eclipse total, ese momento en el que la luna cubre el sol por completo y los humanos pueden admirar los dos astros superpuestos a simple vista, llegará a Nashville mañana a las 13.27. Durará 1 minuto y 55 segundos; dos minutos escasos en los que, según los cazadores de eclipses, puede cambiar todo. Por ejemplo, Jeff podrá cumplir el sueño de su vida: filmar un eclipse. Así que en estos momentos las nubes de cualquier clase no son amigas nuestras, ya que en sus manos está el éxito de nuestra misión.

mazda MX-5 RF 2018

Salimos a la búsqueda del lugar ideal en nuestra montura elegida: un Mazda MX-5 RF. Con su techo duro retráctil automático, no cabe duda de que es el vehículo ideal para esta aventura. Jeff reclama su turno al volante, pero de momento no tengo ganas de soltarlo.

Con su motor de 160 CV integrado en un ligerísimo chasis, conducir el MX-5 RF con transmisión manual de seis velocidades por estas carreteras secundarias llenas de curvas es demasiado divertido como para ceder el volante. Además, es muy espacioso para ser un biplaza: pese a su imponente estatura, Jeff viaja muy cómodo en el asiento del pasajero.

Cazadores de eclipses

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Jeff busca en la radio alguna emisora para escuchar buena música de Nashville, pero se detiene en las noticias sobre el eclipse. Como si leyera telepáticamente nuestra ansiedad, el periodista recuerda que el último eclipse solar que se dio en Estados Unidos —en Hawái, 1991— apenas se vio a causa de las nubes. A continuación, el mismo periodista entrevista a Mark Bender, cazador de eclipses, que se enganchó a estos fenómenos cuando presenció un eclipse solar total en Reino Unido. El cielo estaba nublado, pero justo en el momento culminante, “las nubes se separaron”, explica, “igual que las aguas del mar Rojo”. La imagen le impresionó tanto que Bender se hizo cristiano practicante y cazador de eclipses.

Jeff desconecta la radio, tal vez para no dar más carga emocional a nuestras expectativas, que están ya demasiado disparadas. Una cosa parece clara: no podemos dar por seguro que las nubes se aparten de nuestro camino. Por eso, repasamos nuestras opciones. Si uno de estos nubarrones decide plantarse en medio en el momento clave, lo suyo sería tener suficiente carretera por delante para salir de debajo de la nube. Me gusta el plan, aunque solo sea para poder disfrutar un poco más al volante del MX-5 RF.

mazda MX-5 RF 2018

Es la primera vez que intento adelantar a una nube, pero con la aceleración del MX-5 RF y lo bien que se le dan las curvas, tengo plena confianza. Jeff echa mano del sistema de navegación para conducirnos hasta la carretera Natchez Trace, con un paisaje espectacular de abedules, arces y robles, que llega hasta la costa de Luisiana. Da la casualidad de que también pasa por una zona donde el eclipse total durará más que en cualquier otro lugar.

La carretera es perfecta para el MX-5 RF, pero los árboles amenazan con bloquear la vista del eclipse. El lugar más abierto es el Natchez Trace Parkway Bridge, un puente larguísimo sin un solo árbol a los lados, pero teniendo en cuenta las proporciones de las nubes, está claro que no es lo bastante largo para esquivarlas. Aun así lo anotamos en la lista de planes B. Todavía no tenemos plan A.

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Nos encaminamos al centro de la ciudad para hablar con Jon Dragonette, un fotógrafo local amigo de Jeff. Jon es un neoyorquino de raíces italianas y amante de las Harley que, poco a poco, nos va contagiando su optimismo. Nos dejamos arrastrar por Jon para probar otra de las actividades típicas de esta ciudad tan musical: el karaoke. Fran’s, situado en el barrio más rabiosamente hipster de Nashville, es un local donde los lugareños beben cerveza y cantan a voz en grito clásicos de la música country.

Inmediatamente nos hacemos amigos de Bill, un granjero local que nos oye hablar de nuestra búsqueda del eclipse y nos da una localización perfecta. “Hay una loma con una vista de 360 grados, al lado de una carretera rural larguísima. Si llega una nube, os lanzáis a la carretera. Allí os esperamos”. A la mañana siguiente, amanece despejado, noticia que recibimos con gran alegría. Bob, el hermano de Bill, nos recibe en la casa de campo como si fuéramos amigos de toda la vida y nos cuenta la historia de la granja, que lleva tres generaciones en su familia.

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Ya en el cerro, Jeff descarga su material fotográfico del enorme maletero del nuevo Mazda CX-5. Estamos un poco apartados de la carretera pero, sin nubes a la vista y con una panorámica de 360 grados, no nos preocupa lo más mínimo. Jeff monta dos trípodes: uno para fotos y otro para capturar la secuencia desde el primer contacto de la Luna con el Sol, pasando por el eclipse total hasta la salida, un proceso que durará unas dos horas. “Llevo años pensando en esta foto”, confiesa Jeff, embargado por la emoción. “La verdad es que no se suelen dar muchas oportunidades”, sonríe. Utiliza una aplicación para predecir el lugar donde estará situado el Sol durante el eclipse y monta tres filtros oscuros en su Canon 6D. “Es como ponerle veinte gafas de sol a la cámara”, explica.

mazda MX-5 RF 2018

Son las 11.45 y ya solo nos queda esperar. Feliz de poder vivir esta extraña caza celestial, me tumbo sobre el capó del Mazda MX-5 RF. Observo con sosiego cómo va cambiando la luz al tiempo que desciende la temperatura y el sol pierde su redondez. De repente, oigo susurrar: “Esas nubes se están acercando”. Alzamos la vista y divisamos un rebaño de cúmulos todavía lejano. No parece que vayan a acercarse siquiera hasta donde estamos, pero a 12 minutos del eclipse total las tenemos justo encima, pasando una a una por delante del sol.

Nuestras posibilidades de éxito caen en picado y ni siquiera lanzarnos a la carretera nos puede salvar. Solo nos queda esperar… Queda un minuto para el eclipse total y yo estoy al borde de un ataque de nervios. Una nube deshilachada se pasea por delante del Sol, eclipsado ya en un 98%, con otra mucho más densa detrás. “Vamos, vamos…”.

Las nubes desaparecen

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Cuando el reloj marca las 13.27, quedan algunos flecos de nube, pero no importa. La luz se vuelve plomiza y las nubes ya ni se ven. La temperatura cae casi 10 grados y nos vemos rodeados de un crepúsculo que parece un milagro. Los pájaros y las cigarras, hasta entonces incontenibles, enmudecen. Debemos estar soñando o en otro planeta que gira alrededor de una estrella plateada.

“¿¡Qué está pasando!?”, exclama Jeff mientras acciona sus dos cámaras enloquecido y yo observo, paralizado, un sol negro rodeado de una corona perfecta. Disfrutamos un minuto entero de un eclipse total de libro. Parece que todo ha pasado en una décima de segundo. O en una hora. La realidad se ha deformado de una manera que las palabras no alcanzan a describir. Mi gratitud no hace sino aumentar, sobre todo al volver a la ciudad, donde las nubes han impedido contemplar el eclipse en todo su esplendor. ¡Bill!, ¡Bob! ¡Gracias para siempre!

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