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Magnus Walker: “He comprado unos cincuenta 911, y solo unos pocos me costaron más de 25.000 dólares”

Me gusta subirme en un coche y conducir. Esa es mi meditación, mi ejercicio, mi droga, mi religión…”. Así comienza el libro Urban Outlaw (forajido urbano), la biografía de Magnus Walker (Sheffield, UK, 1967). Puede que no sepas mucho sobre él, pero casi seguro que alguna vez le has visto y le recuerdas como el loco de los Porsche y las rastas. Pudimos conocerle en la reciente presentación del Lamborghini Urus, y descubrimos que es un tipo interesante que tiene mucho que contar. Como él mismo reconoce, su vida cambió en 2012, cuando se presentó el documental Urban Outlaw, un retrato de su personalidad y de su pasión por los Porsche 911. De pronto los grandes medios del motor querían entrevistarle, las redes sociales ardían, los fans alucinaban con su historia, la propia Porsche le invitó a visitar la fábrica y a colaborar en eventos. Algo curioso para un tipo que jamás ha comprado un Porsche nuevo y que tampoco pisa los talleres oficiales. “El rebelde preparador de Porsche que transformó su hobby en una obsesión, y la obsesión en un exitoso negocio”, decía el comunicado de prensa sobre el documental. 

Magnus Walker
A los 25 años se compró su primer Porsche, un 911 de 1974 rojo y modificado con el morro plano.

Puede que el aspecto de Walker no sea el del típico propietario de un Porsche, pero su pinta de fumeta despistado puede llevar a equívocos. De familia humilde, llegó con 19 años a Estados Unidos desde Inglaterra, sin estudios y sin dinero, y seis años después se compró su primer 911. Actualmente tiene más de veinte. Alguien así debe tener la cabeza bien amueblada. 

¿Cómo lo hizo? Con esos pelos no superaría muchas entrevistas de trabajo, pero es que desde que comenzó a trabajar solo tuvo jefe los primeros meses, luego se lo montó por su cuenta. Urban Outlaw marcó un antes y un después en su vida, pero hubo otros giros radicales que han condicionado su existencia. El primero, embarcar rumbo a EE UU, “lo mejor que he hecho”.

Algunos le acusan de ser un producto de marketing, pero lo cierto es que Magnus Walker es así, no posa ni va disfrazado. Desde que tenía 14 años y se aficionó por el rock siempre ha llevado el pelo largo, aunque su look ha pasado por diferentes fases: desde los primeros tiempos con el pelo rubio platino y los ojos pintados al estilo Mötley Crue o Poison, hasta los tiempos actuales en los que le basta con los vaqueros, la camiseta y la gorra. 

Magnus Walker

De pequeño odiaba su nombre porque otros chavales le fastidiaban, pero con el tiempo concluyó que aquello le ayudó a reforzar su carácter. Además el colegio no le gustaba, nunca fue buen estudiante. Creció en la ciudad de Sheffield, al norte de Inglaterra, la ciudad del acero. Durante los años ochenta, sectores como la metalurgia y la minería sufrieron una brutal reconversión, y en ese ambiente creció nuestro protagonista. Respecto a su pasión por Porsche, Magnus cree que comenzó cuando su padre le llevó al Salón de Earls Court, en Londres, y vio un 911 Turbo blanco, con las líneas decorativas de Martini Racing. De niño era más bien solitario, pero se dedicó mucho al atletismo y guarda como un tesoro un diploma firmado por el campeón británico Sebastian Coe. Cree que aquello también le fortaleció su carácter luchador. Pero en cuanto llegó la adolescencia, las chicas y el rock, lo de levantarse los findes para salir a correr se le hizo cuesta arriba. Saxon, Motörhead y Deff Leppard, que eran de su ciudad, molaban más. Entonces empezó a personalizar su ropa con parches y cosas por el estilo. 

Magnus Walker

Sus dos pasiones: el automóvil y el rock

Su padre, que era comercial, iba al pub a beber cerveza y a fumar John Player Special, y él no tenía ni idea de lo que quería hacer con su vida. Trabajó en reformas de casas, un curso de diseño gráfico, otro de gestión deportiva, pero nada le apasionaba. Hasta que se enteró de una experiencia llamada Camp America, una especie de campamentos de verano. Allí encontró el mundo que él soñaba, el país del automóvil y el rock. La ciudad de Los Ángeles, que entonces era el epicentro mundial de la música. Comenzó a frecuentar el área de Venice Beach, una bonita zona frente al mar llena de hippies, skaters, colgados y turistas, perfecta para su estilo de vida. Contra lo que podría parecer dice que jamás ha consumido drogas, y se lo pasaba en grande con su novieta y sus nuevos colegas, durmiendo en el sofá que le dejaban. Su primer trabajo fue en una tienda, atrayendo turistas para que compraran camisetas por 10 dólares al día. Pero pronto comenzó junto a su novia Linda a comprar Levi’s 501 usados (en L.A. hay muchas tiendas de ropa usada), modificarlos con parches y revenderlos. Lo hacían con el estilo que a ellos les gustaba y tuvieron éxito. Después también lo hicieron con camisas: “Eran del estilo west-coast rocker, y también un estilo sureño en plan Lynyrd Skynyrd”. Más tarde comenzaron a fabricar sus propios sombreros, enormes y llamativos, al estilo de la película Alicia en el país de las maravillas. El ambiente era propicio y la demanda potente, tanto que en 1989 publicaron su propio catálogo. Cuando llegó la Guerra del Golfo, se pusieron a fabricar ropa con barras y estrellas y también se hincharon a vender. 

Pero vayamos a lo que nos importa

Su primer coche fue un Corolla de 1977, y después un Saab 900 Turbo. Era 1992 y el negocio iba viento en popa, ya que vendían a muchas tiendas. A los 25 años se compró su primer Porsche por 7.500 dólares, un 911 de 1974 rojo y modificado con el morro plano (slant-nose). “Fue, literalmente, un sueño hecho realidad. No podía pagar un Turbo antiguo, que costaría más de 25.000 por aquel entonces. Hay gente que odia los slant-nose pero a mi me encantan, con ese estilo Miami Vice”. “Los Porsche 911 eran asequibles en aquellos tiempos. He comprado unos 50, y solo unos pocos me costaron más de 25.000 dólares, y muchos por debajo de 10.000”. Sí que pagó sumas altas por su 911 de 1964 o por alguno de los Turbo 3.0 (tipo 930), pero nada que ver con los precios actuales.

Magnus Walker
Nuestro director, Emilio Olivares, con Magnus Walker sujetando el número especial Porsche de CAR.

En cuanto a su vida personal, en 1993 se divorció de Linda, tanto personal como empresarialmente. Fue entonces cuando conoció a Karen, el amor de su vida. Recuerda el día de su primera cita: “Ella tenía el estilo más increíble, llevaba una minifalda, una camiseta que ponía Star Fucker, unas botas de motorista, y conducía un enorme Cadillac de los sesenta”. Desde el principio se hicieron inseparables. Juntos relanzaron la empresa, que acabó haciendo ropa a medida para estrellas del rock. Y juntos también compraron una vieja y enorme casa de principios de siglo en el downtown de Los Ángeles, que entonces era una zona muy degradada. La decoraron a su estilo, un poco retro y un poco gótico-rockera, pero con mucho encanto (se puede ver en www.locationshub.com).

Como Magnus Walker siempre dice, siguieron su instinto rcar19_y una vez más se anticiparon. Poco a poco la zona se fue rehabilitando y la gente comenzó a comprar viejas naves y a convertirlas en lofts. “Cinco años antes de que escribiera este libro no encontrabas ni una sola grúa en el downtown de Los Ángeles. Ahora hay edificios y locales nuevos por todas partes”. No solo alquilaban su casa de dos plantas para películas y anuncios –tanto que tuvieron que irse a vivir a otra– sino que ellos mismos se introdujeron en el mercado inmobiliario. Por su casa, para los rodajes, pasaban actores como Bruce Willis, cantantes como Prince o celebrities como Victoria Beckham. Cuando la gente preguntaba a los del equipo de grabación de quién era la casa decían: “¿Sabes esa pareja rockera que anda por aquí de vez en cuando? Pues ellos son los dueños”. Mientras, el negocio de la ropa iba mal y lo acabaron cerrando. 

Magnus Walker

Magnus guarda su colección en un garaje de Los Ángeles, y según dice “los coches siempre están abiertos y con las llaves puestas”. A principios de 2002 participó en su primer track day, y como le suele pasar con todo lo que le gusta, se lo tomó muy en serio. Se convirtió en instructor del Porsche Owners Club –más de 100.000 socios en EE UU– y a mediados de la década llegó a hacer unos 50 track days al año, o sea, uno por semana aproximadamente. Pasaba mucho tiempo fuera de casa y gastaba mucho también, así que sobre 2008 decidió apartarse un poco de todo aquello y dedicarse más a comprar, vender y modificar coches.  

Magnus Walker

La vida de Magnus Walker era como un sueño, tenía el amor de su chica, dinero, un trabajo que le apasionaba y hasta fama mundial tras el documental de 2012. Pero una mañana todo cambió. Magnus lo recuerda así: “El 28 de octubre de 2015, mi maravillosa esposa Karen murió de noche, de repente. Espero que entiendas que no quiero entrar en detalles sobre lo que pasó. Todo lo que quiero decir es que murió de una forma completamente inesperada y aquello me  devastó. Honestamente me resulta muy difícil, pero quiero hablarte sobre Karen, mi melocotón de Georgia, mi compañera del alma y la mujer más fascinante que he conocido”. Eran inseparables y se habían casado 10 años antes en Las Vegas. A ella, que siempre le apoyó en todos sus proyectos y en su locura por los Porsche, le dedica un capítulo de su libro. El primer tatuaje que se hizo (hoy tiene los brazos cubiertos) fue el que rezaba: “Karen Forever”, y cuando falleció se hizo otro con la fatídica fecha. 

Magnus Walker

Han pasado ya casi tres años. Nuestro protagonista sigue con su vida y ha abierto su mente hasta el punto de empezar a comprar otros Porsche, como un 924 GT o un 928. También le reclaman para dar charlas de esas en las que te dicen que seas tu mismo. Él ha destilado lo que ha aprendido y nos parece interesante: “En cierto modo es muy simple. Escucha a tu instinto, lo que sientes en las tripas. Asume riesgos y aprovecha oportunidades, proyecta tu personalidad en todo lo que hagas y asegúrate de que te apasione tu trabajo. Recuerda de dónde vienes, nunca te rindas antes de la meta, no renuncies a tus sueños, permanece motivado, trabaja duro, no te restrinjas por convencionalismos y tradiciones, ve siempre hacia delante y no dejes que la suciedad te frene”. Querido lector, si todo esto te sirve para hacerte con tu primer 911, acuérdate de tus amigos de CAR.

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