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Lamborghini Urus, Mercedes-AMG G 63, Range Rover, El diablo siempre acierta

Extraño lugar en el que nos encontramos. Un lugar donde el Range Rover es el más sutil, seguro, así como un buen valor a futuro. Ha estado con nosotros 39 años y a lo largo de las décadas ha sido criticado por ser demasiado grande, caro y con una sed inagotable. Sin embargo, esto llegó a su fin. Nuestro día de hoy comienza con un test que mide grandes colosos, donde el Range Rover se asienta plácidamente en mitad de la carretera y fuera de ella porque su reputación todoterreno le avala. Su precio comienza desde los 76.000 euros, pero nuestra unidad Autobiography es casi 50.000 euros más cara. En el otro extremo mira el Lamborghini Urus con un diseño salido de la película de Batman: El caballero Oscuro, con prestaciones similares a las de un superdeportivo y con un precio de salida de 234.073 euros (Lamborghini Madrid, único concesionario oficial de la marca en España).

Flanqueado por el británico y el italiano, Alemania despliega su artillería pesada, el Mercedes-AMG G 63, un modelo que vence a todos en experiencia (40 años) y que llega con su última actualización lanzada en 2018. Parece preparado para dejar de ser un “clásico culto” al que admirar, y entrar en el fuego real. El coche está claro que ha cambiado, pero más lo ha hecho el mercado.

Cuando el Clase G vio por primera vez la luz, solo captaba la atención de leñadores, ejércitos y servicios de emergencia. Ahora, más de la mitad de las ventas de este modelo pertenecen a la variante AMG. Para España llegan tres motores, el G 350 d, por 114.500 euros, seguido por el G 500 por 127.450. Y, sin duda, el más caro de todos es el que hoy se mide contra los demás en esta comparativa, el G 63. Para este último, necesitarás más de 170.000 euros para que duerma en tu garaje.

El trío de hoy no deja indiferente a nadie, representa lo mejorcito que el segmento SUV puede ofrecer. A este test también podríamos haber traído al Rolls-Royce Cullinan y al Bentley Bentayga, así como sus relativos Audi Q8 y Porsche Cayenne. Además, en el horizonte tenemos al Ferrari Purosangue y al Aston DBX. Como veis, hasta las marcas más poderosas del mundo sucumben al fenómeno SUV. Hoy tenemos a tres máximos exponentes de este segmento cada uno con unos atributos, cada uno con sus fines.

Suv por excelencia, ambiciosos por naturaleza

Está claro que tanto el Urus, el Range Rover y el G 63 están relacionados por sus prestaciones en carretera, así como fuera de ella, rudeza, elegancia, elementos premium y seguridad que invaden sus entrañas. Todos, por tanto, son deliberadamente SUV por excelencia. Pero a pesar de sus similitudes, cada uno tiene su propio set de ambiciones. El Urus quiere ser el más rápido de todos. El Range Rover, exclusivo y preparado para todo. El Clase G es un todocamino que es capaz de ir muy rápido en asfalto. Si el Urus es un superdeportivo con botas de montaña, y el Range Rover como una navaja suiza multiusos, el G 63 es un alpinista polivalente. No solo les estamos juzgando y comparando unos con otros, sino que también su “ego” está a prueba.

Range Rover

El Lamborghini deja claro sus prioridades: alma de superdeportivo en una armadura SUV. Tiene como objetivo arrojar altísimas prestaciones en cualquier condición, y se asegura de tener el mejor ratio peso-potencia del segmento. Su estructura es musculosa y agresiva, con las proporciones de un coche deportivo y los patrones en forma de hexágono y de “Y”. Es el más bajo de todos.

Para reafirmar su estatus, el Urus equipa un motor V8 de 4.0 litros con 650 CV, el bloque más potente con el que cuenta el Grupo Volkswagen, desarrollado por Porsche. Sin embargo, el Range Rover está disponible con un V6 y V8 diésel, así como una variante híbrida enchufable (PHEV) que utiliza un motor cuatro cilindros. Hoy está con nosotros el V8 sobrealimentado que monta la unidad Autobiography. El G también equipa motores diésel, pero ahora el que tenemos es la variante más vitaminada, así que hoy no hay cabida para este tipo de motorizaciones.

El Urus tiene dirección a las cuatro ruedas, así como tracción total, junto con un control de par vectorial trasero, suspensión neumática adaptativa, barras estabilizadoras y frenos carbonocerámicos. Tiene tres modos para carretera y otros tres para off-road.

Nuestro Range Rover es el más “extraño” en este sentido, ya que equipa un motor sobrealimentado por compresor en vez de turboalimentado. Monta un 5.0 V8 con 525 CV. La suspensión es independiente, de doble brazo delante y multi-link atrás. La amortiguación es completamente variable. Tiene un diferencial activo trasero junto con tres modos de conducción para asfalto y otros tres para tierra, más un sistema de Launch Control en condiciones de bajo grip, así como el sistema de control de descenso. La altura general del coche puede elevarse a cotas de off-road extremo y ser rebajada para mejorar el acceso al interior. A partir de 100 km/h la altura se rebaja automáticamente para reducir el drag.

Como ocurre con el Range Rover, el Clase G tiene un patrimonio predominantemente off-roader, pero siempre ha habido variantes un poco más picantes. El ejemplo claro es el G 63 que nos acompaña hoy, el cual se propulsa gracias a un V8 biturbo firmado por AMG, capaz de hacer relinchar a 585 CV. Además de eso, llega con detalles AMG por aquí y por allá que le hacen distinguirse, como una parrilla diferente, luz en las puertas al abrir estas –con el anagrama AMG–, llantas de 20 pulgadas, pinzas de freno rojas y un nivel de acabado interior sobresaliente. A pesar de que sigue manteniendo esa atmósfera interior propia del Clase G, la nueva tecnología y diseño que vemos dentro no defraudaría al comprador habitual de un Clase E o S.

Se asienta en un chasis de largueros reforzado con resortes helicoidales en toda su estructura. Delante monta una configuración de doble trapecio, mientras que en la parte trasera posee eje rígido con suspensión multilink. La amortiguración adaptativa ajustable viene de serie, al igual que la dirección electromecánica, por primera vez en un Clase G. La transmisión es la familiar 9G tronic de Mercedes, con un software específico para el modelo. Tiene cinco modos de conducción para carretera, y tres fuera de esta. Los pasos de rueda del G 63 están más acentuados que un G al uso; se pueden montar llantas de 21 y 22 pulgadas. Entre los opcionales a elegir destacar el paquete AMG Driver, el cual deslimita la velocidad desde los 220 km/h hasta los 250 km/h.

En comparación con el Urus, este último parece más corto y bajo en su compañía, pero en realidad es 112 mm más largo que el Range Rover (no la versión de batalla larga), mientras que eclipsa al Mercedes por 239 mm de longitud. Y si con esto tenemos en cuenta la gran batalla que posee, se espera que tenga ventaja en lo que pueda ofrecer dentro. Sin embargo, el Urus es el que menos espacio ofrece en el maletero –616 para el italiano, 667 para el G–, posicionándose muy por debajo del Range en este campo –900 litros–. Estos tres pesos pesados del segmento SUV tiene diferentes formas a la hora de acceder al espacio del maletero. El Mercedes tiene el portón trasero más pesado con diferencia, ya que de este “cuelga” la rueda de repuesto. El Range Rover está dividido horizontalmente; es bueno para un picnic, pero no para cargar maletas pesadas. El Lamborghini tiene bisagras localizadas en la parte superior, lo que dificulta la visión trasera.

Pasamos dentro

La cabina inspirada en un caza de combate del Lamborghini tiene tres pantallas: una para el panel de instrumentos, una para el sistema de infoentretenimiento y otra para funciones del climatización. El interior puede venir con una configuración de la segunda fila en dos o tres asientos –puede variar el espacio en el maletero hasta en 41 litros–. Asientos sofisticados y materiales muy caros, la atmósfera interior intenta fusionar lo práctico para los trayectos diarios con cierta herencia vista en vehículos deportivos. Fórmula que parece tener éxito.

El Range Rover sigue en la misma tónica de ofrecer una calidad interior extremadamente elegante, tanto delante como detrás, con una calidad en los ajustes excepcional –algunos pueden controlarse vía smartphone–. Los apoyabrazos calefactables son uno de los muchos detalles que marcan la diferencia.

Dentro del G 63 te sientes invencible. La posición elevada posibilita una buena visión general, con superficies mimadas al detalle pero no tanto como el sistema de infoentretenimiento MBUX, que es de los mejores del mercado. Los controles del volante son numerosos, la lista de sistemas de asistencia a la conducción  tiene todo lo necesario para sentirnos seguros en carretera. Los asientos traseros no son demasiado grandes, pero son muy cómodos y se pueden plegar individualmente.

Estos coches son bastante capaces de sortear una gran variedad de escenarios y condiciones, gracias a los innumerables sistemas electrónicos que reparten el par y trabajan sin descansar para mantenerte a salvo. El Urus es muy versátil, a pesar de estar destinado a la velocidad en exclusiva. Con la suspensión neumática colocada en la posición más alta, los amortiguadores en posición más blanda y el ESP en Corsa, el Lamborghini se desliza fuera del asfalto como pez dentro del agua.

El Range Rover, cuando se enfrenta a las colinas y cruces de ríos, está a la altura de su reputación. Hace un gran trabajo a la hora de amortiguar, aislar y alejarte del terreno sobre el que yace bajo sus pies. No es solo producto de un elemento especial la que hace aparición, sino una combinación de virtudes y habilidades. La conjunción entre su motor, chasis, suspensión y tracción le hace conquistar cualquier cima.

Por otro lado, al carecer de un chasis ajustable en altura, el único terreno al que tiene pavor el G 63 es la arena profunda. Con un gran recorrido de la suspensión, el sistema de tracción a las cuatro ruedas 4Matic y la transmisión automática con un ratio entre marchas reducido hace que el Mercedes gobierne el terreno rocoso.

En carretera, el Lamborghini logra extender sus alas al máximo. No solo estamos hablando en términos de aceleración y velocidad punta, sino también en comportamiento en curvas, dirección, frenos y sensaciones. Con el modo “Corsa” activo y determinación por nuestra parte, el Lambo-furtivo gris nunca deja de sorprenderme a mí y a todo aquel que pose su mirada en él. Puedo frenar absurdamente tarde y duro, confiando en que los neumáticos no me van a abandonar. E incluso durante el frenado, el giro temprano no pone nuestra vida en riesgo. Sí, hay algo de subviraje, pero nada que no se puede solucionar con un giro momentáneo del volante o levantando el pie del acelerador.

El Urus vuela por debajo del radar del Range y el Mercedes en velocidades entre 200 y 300 km/h. La respuesta instantánea de los turbos, el pedal del acelerador con tendencia a leer la mente y una transmisión de ocho velocidades que se comunica con el motor casi de forma telepática, transmiten los 625 Nm de par a las cuatro ruedas como si de una pequeña implosión nuclear en miniatura se tratara. Es cierto que el SQ7 enseñaba el par a menores vueltas, pero en términos de impacto y efecto, incluso el majestuoso Jeep Grad Cherokee Trackhawk de 710 CV debe conformarse con un segundo lugar. El Urus es, en la carretera, el SUV más rápido que el dinero puede comprar. Con una velocidad máxima de 305 km/h, es solo 20 km/h más lento que un Huracán, todo un pata negra, el cual solo le gana en el 0 a 100 km/h por dos décimas.

Hacen su trabajo de forma brillante

El SUV inglés se siente completamente diferente. Más tranquilo, más suave. Sin embargo, todavía tiene garra para jugar. Pero al lado del Urus puede sentirse algo desplazada en carretera. Su carácter carece de extremos y excesos. Simplemente hace su trabajo de forma brillante. Está a la par de la competencia en ergonomía y está equipado con una cantidad de sistemas de ayuda similares a los que podemos encontrar en otros modelos. El motor sobrealimentado nunca fue una lección de eficiencia y refinamiento, pero la entrega de par es progresiva y subraya la “S” (Sport) del segmento SUV.

Viajar “al corte” con el Range es más relajado que en cualquiera de los otros, y es envolvente y gratificante en lugar de provocar emociones fuertes. El Urus y el G 63 pueden subirnos la adrenalina con más facilidad, pero ambos se sienten más nerviosos. El que tenga el honor de conducir el Range Rover Sport les permite alejarse, no porque sea más lento sino porque el SUV británico fomenta un enfoque más “zen”. Sin embargo, es el que puede alcanzar los 100 km/h en solo 5,4 segundos y llegar a los 250 km/h si es necesario. Pero se trata más bien de la velocidad promedio en carretera, gracias a su comodidad y refinamiento durante todo el día.

Sobre el papel, el británico es el más sediento, con un consumo de 13,6 l/100 km, muy cerca seguido del Mercedes (13,1 l/100 km) y el Lamborghini (12,3 l/100 km). En una autopista alemana vacía –sin límite de velocidad–, sin embargo, el G 63 fue el menos económico, subiendo su consumo hasta los 40,4 l/100 km en algún punto

El AMG es, a su manera, tan extravagante como el Lamborghini. Es todo un espectáculo; ruge, gruñe, chilla a través de cada poro de su cuerpo. La estabilidad a la hora de girar depende mucho de la calidad del asfalto. Su alto centro de gravedad plantea un desafío con el que los amortiguadores adaptativos a veces lidian. Nunca deja de sorprender. Incluso a velocidades cercanas a 200 km/h, si hundes el pie a fondo la transmisión automática de nueve velocidades baja dos o tres marchas para darte siempre la mayor cantidad de potencia sin perder el pulso con el asfalto. Como todo buen AMG, los petardeos que se escuchan son adictivos, lo que le hace ser muy ruidoso, con 78 decibelios, 8 más que el Range Rover a esa velocidad. Es ruidoso incluso comparándolo con el Lamborghini.

Si estás buscando diseño retro con tecnología contemporánea, el Clase G es tu coche. Es un SUV con el que ir en modo crucero por la carretera como un verdadero señor. El Range es el GT-SUV elegante por excelencia. Es menos ostentoso que el Bentayga o el Cullinan; inventó un segmento, y aún lo posee, al menos una buena parte de él. Puede ir por el campo, por ciudad, por carretera y trepar montañas. Pero ya lleva muchos años en el mercado, y esto se nota en ocasiones. Su frenado y dirección podrían ser mejores, y en términos dinámicos puede ser eclipsado por la forma en la que el Lamborghini y el Mercedes combinan deportividad, idiosincrasia y emoción. Tu eliges qué sentir

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