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Lalama Sillah: el black iron de las Six to Six

Su carisma y su carácter alegre le han convertido en uno de los miembros más queridos de la familia Six to Six. Le hemos pedido que nos cuente su historia y nos enseñe su colección. 

La primera vez que vi en vivo a Lalama Sillah (1986), o Lala, como le gusta que le llamen, pensé que me iba a pegar un puñetazo "de boxeo”; luego deduje que era una estrella de la NBA a lo Kobe Bryant, o un futbolista del Barcelona o de rugby americano, de esos sin corazón, que hablan español en la primera rueda de prensa. Sus fornidas manos parecían de titanio, y el tacto al estrecharlas daba una sensación de guantes de esquí incluidos. Sus interminables pantalones oscuros de príncipe africano le quedaban como si fuese el maillot de una patinadora sobre hielo ucraniana. Su piel deslumbraba, resultaba más brillante que la de un mandatario de Gambia, y sus gafas al estilo luna de parabrisas F8 brillaban más que los embellecedores de su Bentley.

El tórax de Lala es mayor que el de dos Sylvester Stallone en sus mejores años y, además, debes sumarle unos pectorales de aleación, como si llevase debajo tres tabletas de chocolate negro Valor. Sus hombros son como si se hubiese dejado bajo su camiseta tatuada de Philipp Plein seis perchas de abrigo de El Corte Inglés, y su mirada es como la de un Miura al que le hubiese increpado el picador. Su discreto Patek Philippe desprende tanta luz como el pelo dorado de Beyoncé, y pobre del que se lo intente quitar…  Su atrevido calzado estilo hip hop, color azabache, eran como dos góndolas venecianas en paralelo, relucían más que el féretro de Isabel II y, desde abajo, parecían no tener punta y final.  

En definitiva, un espectáculo de tipo, que en el mismo Hollywood sería imposible que pasase desapercibido, y más aún si conduce un Urus, un F8, un Continental GT o un SVJ amarillo, entre otros, todos formando un ideal contraste de arcoíris. Confiesa no poder dormir tranquilo sin antes leer CAR, mientras espera inquieto a que le llegue su Ferrari Purosangue, que recibirá de manos del propio Manzoni por iniciativa nuestra.
“Hola, Emilio Olivares i Camps", repitió tres veces nuestro personaje ante nuestro despiste, haciendo que nuestro pelo se moviese como si estuviese cerca el huracán Ian. "¿Es usted el director de CAR verdad?”. Mi pulso se aceleró como el de un ratoncito atrapado, mi perrito caliente y mi cerveza –que en ese momento comía y bebía– se estrujó y sudó como un plátano negro al sol, mientras mi cebada prensada Mahou vibraba como un maremoto. Pensé que iba a decirme que nuestra revista no le gustaba o que se había aburrido en los AutoBello… En dos segundos cambió mi percepción de Lala, y encontré un aliado para siempre, un personaje muy propio de la trasgresora comunidad Six to Six. Gente que piensa que son mejores los amigos del resto de la vida que los de toda la vida. 

Pero, ¿quién es Lala realmente? Pues un empresario hecho a sí mismo, un tipo grande en todos los sentidos, casi como un poste de luz, fuerte como un trapecista circense, y a primera vista, serio como un general de la Royal Navy destinado en Guantánamo; hasta que descubres que más grande que sus coches es su corazón, y su desmesurada afición por su familia, el deporte en equipo y el mundo del motor y de la náutica. Su sueño es viajar al espacio antes de 2030, patrocinado por Reset, y seguro que lo consigue. Su carisma y su carácter alegre han convertido a Lala en uno de los miembros más queridos del potente lobby de la SixtoSix. Sentados en la bahía de Cádiz –mi tacita de plata, como dice él–, le hemos pedido que nos cuente su historia y nos enseñe su garaje-museo. "Es difícil pasar desapercibido si eres negro –como Simone, mi mujer, y sin complejos de decir que soy moreno o de color–, mides uno noventa y tantos y vas en un Lamborghini amarillo pollo, y de eso soy consciente y estoy orgulloso". 

Lala proyecta una imagen que impone, aunque luego resulta ser un tipo afable, con el que es fácil conectar. En CAR le conocemos desde hace mucho tiempo, porque hemos compartido aventuras automovilísticas con él, y gracias a la 6to6 y a su adicción a AutoBello y CAR. Cuando era un niño, en Gerona (sus padres son de Gambia, pero nacio en España), ya estaba loco por los coches, y con el tiempo ha podido hacer realidad sus sueños sobre ruedas. Recuerda que su primer coche fue un Peugeot 106 Sport, después un BMW 325i, y su primer deportivo biplaza, un Mercedes SLC (sucesor del SLK). Le gustaron tanto, que se compró un Porsche 911 Carrera y cuando le cogió el gusto, adquirió nada menos que un Lamborghini Aventador SVJ. Preguntado por quiénes son sus proveedores de coches especiales, Lala se queda pensativo y rápidamente comienza diciendo que es cliente de Puerto Motor, especialista en coches de alta gama en Andalucía y con sede en el Puerto de Santa María, y que estos días estrena unas instalaciones de nivel internacional.

Fue Marcos Arcadio, CEO de la empresa –nos cuenta Lala– quien le animó a acudir a las rutas de Six to Six, y a comprar coches como si de una colección de miniaturas se tratase. Otro de sus grandes amigos y proveedores son JM Automoción, de Cataluña (Sant Cugat/Sabadell), sin olvidar a su amigo Jairo, de Ryan Mille Exclusive de Marbella, a Lamborghini Madrid, a C. de Salamanca de San Pedro de Alcántara-Costa del Sol o a Porsche Sevilla, que ya le prepara una sorpresa exclusiva.  Actualmente desarrolla su labor profesional en el mundo inmobiliario, con intereses adicionales en el sector de los gimnasios –acaba de abrir un Club deportivo de alto nivel llamado Reset, centrado en la vida saludable, fisoterapia y suplementación deportiva de élite– que lo han llevado al olimpo empresarial. También tiene tiendas de nutrición y se mueve en el ámbito de los restaurantes y los bares de copas. Fue aficionado a las motos, pero tuvo un accidente hace un año y medio y decidió dejar las dos ruedas.  

Tras vivir una temporada en Madrid, se asentó en Cádiz con su familia: “Aquí con poco se vive bien” nos dice… Su esposa es gaditana, y en Andalucía nuestro protagonista se siente como en casa. Disfruta del clima y de la gente de la zona, y a diario prefiere conducir el Range Rover Vogue o el Bentley Continental que compró hace un año. Le preguntamos si cuando le ven por ahí con esos coches tan llamativos la gente le toma por futbolista, y nos confirma que el tópico funciona: “Todo el rato, vaya donde vaya, jugador de fútbol o basket, o producto de la criptomoneda y los NFT... Entiendo que la gente tenga curiosidad. Cuando digo que no, a veces se quedan un poco cortados, pero no pasa nada”.  Además, la locura por los coches es un virus familiar, teniendo en cuenta que su esposa Rosco también se apunta a las actividades de Six to Six, “conduce nuestro Ferrari F8 Tributo Spider y un Lamborghini Urus a diario”. Personajes irrepetibles como Lala siempre tienen sueños inalcanzables para el resto de los mortales, pero él ya está pensando en un Bugatti Chiron o un Pagani Utopia. 
 

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