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Joseph Kosinski, director de cine: “la velocidad siempre ha sido lo mío”

El pasado sábado 8 de julio, en la jornada previa al British Grand Prix celebrado en Silverstone, el ambiente en los boxes despertó tanta expectación como lo que ocurría en la pista. La razón era que allí se estaban grabando escenas para una película, con Brad Pitt como protagonista. Y no será una más, sino la más realista y espectacular jamás rodada sobre la categoría reina del automovilismo.

Al director Joseph Kosinski (Iowa, 1974) le gusta alcanzar el máximo realismo en sus filmes, como ya dejó patente en “Top Gun: Maverick”. En ella tanto el protagonista (Tom Cruise) como los actores principales convivieron con los pilotos de los cazas F-18 que aparecen en la película. Y también tuvieron que pagar mucho dinero a la Armada por usar sus aviones, barcos e instalaciones para el rodaje.

Para el rodaje de su nueva cinta, Kosinski y sus socios han llegado a un acuerdo con la organización de la F1, que puso a su disposición un box como el que usan los equipos “de verdad”. De modo que por el pit lane de Silverstone anduvieron los actores Brad Pitt y Damson Idris vestidos con los monos de la escudería APXGP, ficticia e inventada para la película.

 

Los derechos de la Fórmula 1 pertenecen a Liberty Media, también norteamericanos, quienes lógicamente están encantados con el empujón de popularidad que la futura película puede dar a su deporte, especialmente en EE UU. Recientemente la serie documental de Netflix “Drive to survive” ya sirvió para aumentar la audiencia de las carreras y los seguidores en redes sociales en Norteamérica. En la nueva cinta confluyen el dinero y el talento necesarios para que sea un éxito. Los productores son Jerry Bruckheimer (quien ya financió “Top Gun” en 1986), Plan B Entertainment (propiedad de Pitt) y Dawn Apollo Films, propiedad de Lewis Hamilton (que también trabajará como asesor), y tienen además un acuerdo con Apple TV+.

En la película, que aún no tiene nombre oficial, Pitt interpreta a un piloto de carreras veterano llamado Sonny Hayes, que se retiró tras un grave accidente y al que se le negó el éxito definitivo, como explicó el propio actor en Sky Sports. Entonces un viejo amigo, dueño de un equipo mediocre que nunca ha ganado, le propone volver para correr junto a un joven talento, el actor Damson Idris. Para rodar la película ambos actores pilotan monoplazas a altas velocidades, con cámaras acopladas para grabar cada detalle. Al parecer el coche que están usando para los rodajes es un F2 modificado para que parezca un Fórmula 1, con el apoyo de Mercedes (y de su piloto Hamilton) incluyendo los logos de AMG y una elegante pintura negra y dorada. También es más que probable que en la película haya cameos de pilotos “de verdad”, especialmente de Hamilton. Pitt ha comentado, con pasión y honestidad: “nunca había visto en una película una velocidad, una fuerza G como esta. Es realmente emocionante, y es también realmente humillante. No sé si puedes llamar a mis vueltas ‘rápidas’, son más bien de calentamiento, y he tenido algunas salidas por el césped, pero ha sido un subidón”.

El máximo responsable de que el resultado final sea apasionante es por supuesto Joseph Kosinski, quien en “Top Gun: Maverick” demostró que sabe trasmitir como nadie la emoción de pilotar un caza de combate. En estos tiempos en que hasta las quinceañeras retocan su imagen digitalmente, Kosinski tiene claro que “cuando hay que representar ante el público estas fuerzas y velocidades, las imágenes deben ser totalmente reales”. Por eso, como buen ingeniero, es un apasionado y un experto en equipos de rodaje de la máxima calidad, capaces de inmortalizar esas situaciones límite.

Cómo nos gustan las persecuciones de coches

Otro gran director que sabe valorar la autenticidad de las escenas es Quentin Tarantino, quien en 2007 estrenó “Death Proof”. Fue un homenaje a las películas de serie Z de los años 70, aquellos filmes con efectos especiales baratos, chicas con poca ropa y mucha acción, sin olvidar por supuesto las persecuciones. En “Death Proof” el protagonista era Kurt Russell, un asesino que conducía un Chevy Nova con una calavera en la capó. Tarantino declaró entonces: “Soy un apasionado de las persecuciones de coches, pero ya no son lo que eran. Desde que entraron los efectos especiales carecen de sentido, no provocan emociones, adrenalina... la última gran persecución fue la de Terminator 2 por el canal seco de Los Angeles”.

En una reciente entrevista en Chistophorus, la revista oficial de Porsche, Kosinski declaró: “la velocidad siempre ha sido lo mío. En la película hablamos sobre las relaciones únicas entre la técnica, el talento de conducción y el negocio. Queremos trasladar esto al público, junto con la idea de la máxima velocidad”. También habló sobre otras películas de género automovilístico que le han servido de inspiración. Desde su punto de vista, el documental de 2010 sobre Ayrton Senna es la mejor obra sobre automovilismo que se ha rodado en la historia. “Eso se debe a su veracidad. Nunca se había visto tan claro lo que significa pilotar en carreras de Fórmula 1”. También considera la película “Grand Prix” de 1966 como un hito cinematográfico: “La acción, incluida la historia de amor, es ficción, pero John Frankenheimer grabó en carreras reales con pilotos reales”. Kosinski muestra una gran admiración por la labor pionera del director estadounidense. “Diseñó una cámara que se podía montar en los coches de carreras e incluso girarse. Para mí, sigue siendo uno de los logros más vanguardistas de la historia del cine. Pero lo cierto es que hoy podemos ir incluso más allá en el ámbito técnico”.

Kosinski recuerda que cuando era joven quería construir un coche de carreras y soñaba con ello desde niño, mientras contemplaba el póster de un Porsche 959 que tenía en su habitación. Fue ese el motivo por el que estudió Ingeniería Mecánica y Tecnología Aeroespacial en la Universidad de Stanford (California). Llegó a licenciarse pero rápidamente un profesor detectó la intuición especial de Kosinski para el diseño y lo reorientó hacia la arquitectura. Estudió durante tres años esta carrera en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y comenzó también a hacer sus primeros cortometrajes digitales. Uno de ellos, “Desert House”, convenció a un experto en marketing de Nike, y después ha dirigido muchos más anuncios llenos de acción. También ha demostrado su dominio a la hora de usar los efectos especiales en películas como “Tron: Legacy” (2010), Oblivion (2013) y “Spiderhead” (2022). Curiosamente asegura: “tengo la gran suerte de no haberme convertido en director estudiando en una escuela de cine”.

Un porschista confeso

Su pasión por los deportivos siempre ha estado ahí, y en “Top Gun: Maverick” incluyó un Porsche 911 S, el que conduce Penny (Jennifer Connelly), la novia de Maverick, como un guiño al Porsche 356 Speedster (réplica) que usaba Kelly McGillis en “Top Gun” en 1986. El 911 S que aparece en la reciente película pertenece a Nick Psyllos, de San Diego, un entusiasta de la marca germana. Probablemente su papel en el cine no disparará su cotización (recordemos que el 911 S de 1970 que McQueen conduce en Le Mans se subastó por 1,3 millones de dólares en 2011). Pero sí que le dará a ese 911 un valor añadido, directamente proporcional al entusiasmo que la película despierte en el potencial comprador.

Las motos también fueron muy importantes en “Top Gun. En la primera Tom Cruise pilotaba una Kawasaki GPZ 900 R Ninja (recordamos como el mundo se llenó de moteros imitadores con chaquetas llenas de parches). En la más reciente pilota otra Kawa, en este caso una Ninja H2R Carbon. Cuentan que la firma japonesa, encantada con la repercusión que lograrían, suministró a la productora cuatro unidades (cada una, con más de 300 CV, cuesta en España unos 55.000 euros).

Sin perder ni un gramo de pasión

Respecto a la vida personal de Kosinski, con 33 años se compró su primer Porsche, un Cayman S. “Era un coche con un equilibrio fantástico por su motor central, pero cuando nació nuestro primer hijo me compré un 997 Carrera S”. Le siguieron otros 911. “El más llamativo era un 911 Turbo (991)”, relata. “Estuve mucho tiempo configurándolo y tuve que esperar seis meses a que me lo entregaran”. Eso fue en 2017. Pero pudo disfrutarlo durante poco más de un año. “Un aparcacoches se dedicó a hacer carreras con él y terminó chocando de frente”. Ahora que Joseph y su mujer Kristin ya tienen dos hijos, de doce y ocho años, y una hija de dos, el coche que más usa es el Cayenne GTS Coupé. Pero un tipo así no puede permitirse perder ni un gramo de pasión, así que al lado del SUV tiene aparcado un 993 Carrera del año 1996. “Es compacto y ligero, adoro el sonido del motor refrigerado por aire y soy capaz de realizarle yo mismo el mantenimiento”. Para poder conducirlo en pista a fondo y sin los ridículos límites de velocidad de California, acude cada pocos meses al Porsche Experience Center de Carson. Pero parece que el 993 se le está quedando corto, así que el próximo miembro de la familia será un 992 GT3 Touring que ya tiene encargado.

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