Entrevista a Enzo Ferrari. Primera parte
Entrevista a Enzo Ferrari. Primera parte
Escrito el 19 de mayo de 2017
Enzo solo abandonó Italia una vez para ir a Le Mans, y tras la muerte de su hijo en 1956 apenas salió de Módena y sus alrededores. En 1977, nuestro entrevistador pasó dos horas con él en su oficina y otras dos en el restaurante que está en la puerta de la fábrica. De aquel hombre de casi 80 años le llamaron la atención especialmente tres cosas.
La primera fue su elocuencia, su vocación comunicativa y su interés por autoexaminarse. La segunda, su absoluta franqueza, a veces dura y desnuda. La tercera fue definitivamente su evidente brillantez, su carisma, su visión, su calma y su control. “Entiendes cómo muchos hombres brillantes y valientes lo han dado todo por Ferrari”.
No es extraño que cuando le preguntaron a Ecclestone quién ha sido el personaje más importante de la F1 respondiera sin dudar: “El señor Ferrari”. Más que una entrevista, Ferrari nos dio una lección sobre la vida.
“Soy un hombre que ha vivido una aventura”
La mayor parte de mi vida me he ocultado a mí mismo. La mayoría creen que soy duro, pero es porque no quiero que la gente me conozca. Me considero a mí mismo débil y por eso me pongo una máscara, para ocultarme. De pequeño no estudié mucho, así que no tengo mucha cultura.
Con el tiempo he adquirido una pequeña erudición, pero no creo que eso se deba confundir con cultura. Vivo en un constante autoexamen. La alucinante fragilidad de la vida me ha enseñado a preguntarme todo sobre mí mismo.
Sé que soy un hombre que ha vivido una aventura. He aprendido de mis percances, desgracias que han rodeado mi vida. Uno debe consultarse a sí mismo sin defensas ni límites. Si soy capaz de ver los defectos de las máquinas que he creado, ¿cuál es la mejor forma de ver los míos?
La gente dice que el suicidio es una cobardía, un acto vil. Yo creo que es un acto de coraje. No puedes decirle a un hombre que viaja hacia lo desconocido que es un cobarde. Cuando un hombre lo hace, se equivoca.
Yo voy todas las mañanas al cementerio a ver a mi hijo, que murió hace 25 años, sabiendo que un hombre no es nada hasta que está muerto. Es la muerte la que nos da su personalidad. Lloramos, llevamos flores a la tumba.
En pocos días las flores se marchitan y el césped crece. Veinticinco años y la tumba sigue ahí y no hay nadie presente. Tenemos ilusiones de ser algo. Yo me disecciono a mí mismo lleno de dudas. ¿Cómo pueden juzgarme los demás?
“No creo que exista tal cosa, la felicidad”
No me enfurecen las críticas, como la gente cree. Lo que me enfurecen son las mentiras, porque yo nunca miento. Las mentiras hacen la vida muy complicada y yo simplemente tengo miedo de que me descubran. Y la gente concluye que soy astuto.
Siempre he dado al público lo menos posible sobre mí. Yo ahora podría ir por el mundo sin gastar un céntimo, pero ¿dónde estaban esas invitaciones cuando estaba hambriento y pobre en Turín tras la primera Guerra Mundial? ¿Quién me invitó entonces?
Tenía mi orgullo entonces y también lo tengo ahora. Ahora no voy a ninguna parte, no lo he hecho desde que mi hijo murió. Si voy a ver a alguien, tendrá una opinión previa sobre mí. Pero si vienen aquí verán mi obra. La opinión que se formen no será sobre mi persona sino sobre lo que he creado.
No creo en eso que llaman la felicidad. La felicidad nunca es pura. Si nos preguntamos, “¿somos felices?”, podemos encontrar fácilmente 1.000 razones para no serlo. Vivimos en una enorme cárcel, presos por nuestro instintivo egoísmo.
¿Felicidad? Ya he tenido demasiado, supongo. Nuestro proverbio reza: “El que tiene salud es rico y no lo sabe”. Debemos considerar la fragilidad esencial de la vida. Esas son las pequeñas cosas que me enfurecen. Los grandes traumas son sencillos.
“En Ferrari hacemos un trabajo de élite”
Constantemente pienso que estoy haciendo realidad un sueño de la infancia. Soy un promotor de ideas. Tengo que vender ideas que más tarde serán realizadas por otros. Es parecido a pensar soñando. En mi cabeza pienso: vamos a hacer un coche así, o de otra manera. Mi trabajo es formular una idea o un concepto, el siguiente paso es explicársela a los técnicos, y juntos encontrar el camino.
No creo que haya un coche en el mundo que no haya sido influido por otros. Hay grandes diseñadores hoy en día, pero el desarrollo y la construcción siempre es el trabajo de un equipo, un esfuerzo en común. Estoy convencido de que un técnico brillante no es imprescindible para crear una máquina innovadora.
Lo que es necesario es un hombre de altura, capaz de trabajar con otros, cada uno con sus propios talentos, para hacer realidad la idea original. Todos los logros son la consecuencia de la capacidad y la técnica humanas, y lo que hacemos en Ferrari es un trabajo de élite.
Si ellos tienen preparación y experiencia, normalmente tienen una personalidad propia. El problema entonces es cómo conseguir que trabajen bien juntos. No es una cuestión de buena o mala suerte. Mala suerte es lo que no sabemos o no prevemos, y buena suerte es lo que planeamos. Hay un punto en que todos los elementos de un equipo empiezan a trabajar conjuntamente.
Acabo de perder dos de mis mejores colaboradores, de los más cercanos, hombres en sus primeros 50 años. Ahora tenemos un bache. He seleccionado personalmente dos sustitutos, con poco más de 20 años. Hasta que puedan ayudar tendré un problema.
“Un fabricante de coches debe ser alguien que ama el automóvil”
Un fabricante de coches no tiene por qué ser un ingeniero o un técnico. Debe ser alguien que ame los coches con pasión y que sepa mucho sobre la naturaleza humana. Su trabajo es armonizar las ambiciones de sus colaboradores.
Cuando Fiat ganaba, no la dirigía un técnico sino un abogado. Y Dassault no era un ingeniero, y creó el Mirage (avión de caza) francés. Yo doy a mis colaboradores mucha confianza. Es la única forma de ver si se la merecen. Si son buenos, harán lo que puedan para mostrar su gratitud. Si no lo son, ¿qué mejor manera de ver sus fallos? Pero ahora no me dedico al ámbito industrial.
Pienso en la competición, en nuevos coches. Del resto me informan. Puedes decir que hago de consultor. Aquí todo el mundo tiene plenos poderes. Nos reunimos cada semana, el jefe de cada departamento me reporta y decidimos juntos.
Segunda parte de la entrevista.