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El juego de las llaves, amores dentro de la Fórmula 1

Jugarse la vida activa los instintos básicos de los pilotos. En la F1 de ayer y hoy, con la discreción de los años 50/60 y entre Hunt, Eddie Irvine y Lewis Hamilton o Sebastian Vettel y Max Verstappen hay grandes diferencias. Personalidades y valores las explican. 

Sus claros ojos almendrados lo embrujaron. No podía dejar de observarlos cuando ella miraba para otro lado, sentada junto a Daniil, su compañero en los equipos Red Bull. Mejor disimular… Se sentía invadido por un extraño cosquilleo, como cuando de niño se enamoró de su maestra de la escuela.
De ella le gustaba su felina elegancia. No podía evitar un sigiloso vistazo a ese cuerpo esbelto. Una verdadera mujer, claro, quizás porque era nueve años mayor que él... “¡Basta! –se dijo– no quiero tener problemas”. Y vaya si los podía haber. Sobre todo porque a veces ella le sostenía la mirada y mostraba una sonrisa cómplice. ¿La estaba interpretando bien?
Dos meses antes ya le había quitado la butaca a Daniil en el equipo Red Bull. No iba ahora a meter la pata con su novia. Así que se concentró en leer una revista, ignorar el ronroneo de las turbinas y relajarse en la butaca del Falcon Jet que los transportaba de Mónaco a Luton, para disputar el Gran Premio de Inglaterra de 2016. 

En los años cincuenta  la probabilidad de muerte al volante era de un 20%. De ahí que se viviera más al límite, tanto dentro como fuera de los circuitos.

No obstante, en los años cincuenta del siglo pasado, había que tener una resignación especial, porque la probabilidad de muerte al volante era de un 20%. De ahí que se viviera más al límite, tanto dentro como fuera de los circuitos.
Nos transportamos hasta 1933, durante los entrenamientos del GP de Montecarlo. Rudi Caracciola no podía evitar admirar a esa chica, que hablaba italiano, alemán, francés e inglés como si fuese nativa. Delgada, atractiva, se la veía muy independiente y segura de sí misma, cronometrando al coche de su novio, Louis Chiron. Louis era su socio en el equipo CC (Chiron-Caracciola), que presentaba dos Alfa Romeo Monza en la carrera de ese año. 

‘Charly’ Liesen, la esposa de Caracciola desde 1927, había establecido una especial conexión con esa distinguida dama, la estadounidense de origen alemán, “Baby” Hoffman. En la tarde anterior a los primeros entrenamientos oficiales ‘Charly’ le confiesa a ‘Baby’: “Hace unos días pedí que me hicieran un horóscopo sobre Rudy. En él la influencia de la esposa cesa en su vida desde 1934 hasta una fecha muy lejana. Sé que gustas de Rudy, y tengo presentimientos sombríos, ¿cuidarías de él si algo me pasara?”. “Claro, claro”, fue la respuesta, entre sorprendida y melancólica.  

Ese día, unas horas después, Caracciola sufría un tremendo accidente. Tras siete meses de hospital, se retiró a su casa de Arosa, en Suiza, para reponerse. Un día de 1934, Charly salió a esquiar y no volvió: fallecía sepultada por un alud de nieve. Deprimido, Caracciola estuvo al borde del suicidio. 
Fue “Baby” Hoffman –que ya conocía el veredicto del tarot– quien acudió a darle ánimos. Meses después decidieron casarse. Pero antes mandaron una carta a Mónaco, donde Louis pasaba mucho tiempo atendiendo sus asuntos comerciales (y otros, seguramente). En dos semanas llegó la respuesta: “Baby es la jueza de su propia vida…”.

Las cosas han cambiado mucho

Seguramente no hubo carta entre Kelly Piquet/Max Verstappen y Daniil Kvyat. Tampoco se sabe si lo suyo comenzó cuando todavía estaba vigente la relación de ella con el ruso. El caso es que la hija del tres veces campeón mundial brasileño, Nelson Piquet, había roto con Kvyat en marzo de 2020. Claro que Kelly conocía bien a Max, con robadas miradas durante los festejos por triunfos en boxes.
Corría el año 2020, y allí en la discreta semi penumbra, al fondo del salón del café “Princesse Pirate” de Montecarlo, a metros del Casino, hubo algún contacto que, metafóricamente, la FIA habría penalizado…
Kelly (Hamburgo, 1988), hija de la modelo holandesa Silvya Tamsma, segunda esposa de Piquet, conocía bien el tema, porque su padre Nelson había tenido cuatro matrimonios y muchas novias pasajeras. Según rumores, llegó a tener una doble relación sentimental contemporánea en los años ochenta, una en su piso de Montecarlo, otra alojada en su yate en el puerto del Principado.
Max y Kelly, reconocida “influencer” y modelo, “blanquearon” su relación a finales de 2020. Si alguien le tira las cartas del tarot a Kelly le dirá que la ve posando, a finales de 2022, en una foto junto a cinco copas mundiales de la FIA, tres de Nelson, dos de Max.

Del tarot a la superstición

Gran Premio de Francia 1958, en Reims. Luiggi Musso, 32 años, de aristocrática y acaudalada familia, corre como un demonio para alcanzar a su compañero de equipo en Ferrari, Mike Hawthorn. Supersticioso, conducía disgustado porque su pareja, Fiamma Breschi, había llegado tarde al box para ayudarle, a modo de cábala, con sus guantes, las gafas de correr y el casco. Tenía que ganar, sí o sí, esa carrera. Debía una pequeña fortuna perdida en el juego, y sus acreedores tenían apellidos del sur de Italia. Vivía al límite. Había conocido a la bellísima Fiamma cuando esta tenía 18 años y era aspirante a actriz, con actuaciones junto a Virna Lisi y Boris Karloff. Dejó a su esposa, Mary Tirapani, y a sus dos hijos, y Fiamma pasó a acompañarlo a las carreras. Era menor. En los hoteles figuraba como “Sra. de Musso” porque, en aquellos años, el adulterio era un crimen en Italia…

Con cada vuelta, Musso se desesperaba más. Entrando en la curva del “Calvario” su Ferrari se salió de la pista, Musso voló fuera del coche. Mortalmente herido, lo trasladaron al hospital Maison Blanche. Horas después, Fiamma, “viuda” a los 24 años, regresaba sollozando al hotel; y allí, en la pequeña plazoleta frente al edificio, jugaban al fútbol con una lata de cerveza vacía, riéndose, Mike Hawthorn y Collins. Ella los maldijo…Peter Collins fallecía un mes más tarde en Nürburgring, y Hawthorn, tras consagrarse campeón en 1958, moría tras un accidente de tráfico en enero de 1959 en Inglaterra.

En el Gran Premio de Inglaterra de 2021 también pasó algo parecido. Esta vez porque Hamilton empujó a Verstapen fuera de pista, a más de 250 km/h. El piloto fue trasladado al hospital y, por suerte, resultó ileso pese a la fuerte desaceleración (51 G) que sufrió en el golpe en el trazado de Silverstone. Kelly fue la primera en indignarse ante el exaltado festejo de Lewis en el podio por su victoria. Y lo maldijo a través de Instagram. Pero no tuvo que llorar ni deprimirse. 

Sesenta y cuatro años antes, Fiamma Breschi quiso suicidarse tirándose desde el balcón de su habitación en Reims. “Beba” Fangio, la esposa de Juan Manuel Fangio, y “Lulu” Trintignant llegaron para salvarla a tiempo. Meses después, Enzo Ferrari ocuparía su corazón. Era 35 años menor que “Il Commendatore”, un tipo duro al que ablandó. Incluso se dice que estuvo a punto de dejar todo para vivir solo para ella...

Max y Lewis, opuestos en todo. 
En la pista y en su vida cotidiana 

Max logró su primera corona en un controvertido final en Abu Dhabi y festejó la Navidad 2021 en Lençóis Maranhenses, en el norte de Brasil, junto a su suegro Nelson, Kelly y Penélope, hija de esta y Kvyat.
Max creció junto a Jos, su padre, ex piloto de F1, después que se separase de Sophie Kumpen, su madre, cuando este era muy pequeño. Le faltó, sin duda, la presencia de la “exkartista” Sophie. Quizás ha encontrado una compensación en el sentido familiar de Kelly, y la comprensión total de su no menos coronado suegro (tres títulos mundiales de F1). 
Lewis, codiciado soltero, transita muy rápido por muchas curvas fuera de los circuitos: su carnet de baile ha incluido famosas modelos, cantantes y actrices. La lista es larga, y su estética, variopinta. Solo citaremos algunos nombres: Danielle Lloyd, Nicole Scherzinger, Kendal Jenner, Rihana, Rita Ora, Barbara Palvin, Sofia Richie…

La modelo de 26 años Verónica Valle, repetida compañera de excitantes momentos con el piloto en Barbados, cuenta: “Lewis es como ‘Jekyll y Hyde’, estalla con agresividad verbal por pequeñeces. Tiene un complejo con los baños. A punto estuvo de despedir a uno de sus pilotos porque tuvo que utilizar el toilette de su avión durante un vuelo. Se burlaba de mi ante otras personas llamándome “gorda”, porque mis posaderas son bastante generosas. Me hacía sentir mal”.¿Un Lewis con dos caras? 

Hamilton, con mucha mayor difusión mediática, sigue en parte los senderos de Eddie Irvine, piloto de Jaguar y Ferrari. Él lo tenía muy claro: “Si me das a elegir entre una bella mujer y el mejor coche de F1, me quedo con la mujer”. Eddie, ganador de cuatro grandes premios, tuvo amistades especiales con Pamela Anderson, Kate Moss, Manuela Arcuri y una larga lista... Se retiró en 2002, a los 37 años y hoy, con 56, sigue soltero y saltando de flor en flor. Hunt, campeón en 1976, se equivocó en 1974 y se casó con la modelo Susan Miller. No le fue fiel, claro. Susan se consoló con el actor Richard Burton, entonces casado con Liz Taylor. Miller huyó a Nueva York con Burton, y este le firmó un talón de un millón de dólares a James para arreglar el divorcio. Hunt siguió a lo suyo. Su debilidad eran las azafatas. Contó alguna vez que llegó a salir con 33.

“Si me das a elegir entre una bella mujer y el mejor coche 
de F1 me quedo con la mujer”,  Eddie Irvine

La tribu de la F1 tiene acotados territorios, y algunos de sus habitantes prefieren pescar, por falta de tiempo o empuje, en ríos cercanos. Max lo hizo con Kelly, que había sido pareja de Kvyatt, pero hace poco menos de 30 años Michael Schumacher contraía matrimonio con Corinne Betsch, la exnovia de su excompañero de equipo en Mercedes y rival en la F1, Heinz-Harald Frentzen. Un matrimonio feliz, tocado por el drama cuando Michael quedó en estado casi vegetativo tras su accidente de esquí en 2013.
Los pilotos famosos atraen la atención. Muchos los consideran seres especiales; algunos, modelos a imitar –para bien o para mal–, pero más allá del glamuroso  mundo de la F1 en el que se mueven, son personas con emociones, deseos, miedos, complejos, virtudes y defectos. Por qué iba a ser su vida, en los niveles más íntimos, diferente de la del común de los mortales, con amores, desilusiones, aventuras, romances, éxitos y, por su puesto, fracasos. 

 

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