Constantin Buschmann está llevando Brabus al siguiente nivel
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Escrito el 21 de febrero de 2024
La vida de Constantin Buschmann parece de ensueño. Como si fuese de la realeza, nació al calor de la empresa familiar, uno de los preparadores alemanes más conocidos y respetados del mundo. De hecho, Buschmann tenía solo 34 años cuando se convirtió en CEO de la empresa y ahora disfruta de una vida a todo color, llena de coches, que podría dar envidia al mismísimo Lewis Hamilton.
Pero, como ocurre con la mayoría de los perfiles de las redes sociales, esta parte de la historia es bastante superficial. En realidad, Buschmann ha tenido que crecer muy deprisa. Su padre, Bodo Buschmann, propietario de la empresa durante 41 años, murió repentinamente en 2018, dejando a Constantin la difícil papeleta de tener que lidiar con su dolor y también planificar un futuro para una de las compañías más famosas del sector.
La empresa la fundaron Bodo Buschmann y Klaus Brackman en 1977, y el nombre de la marca deriva de la fusión de ambos apellidos. Como los lectores más fieles de CAR sabrán, su génesis es muy curiosa. Buschmann trabajaba en el concesionario Mercedes-Benz de su padre, pero conducía un deportivo de cierta marca de Stuttgart. Esto, lógicamente, no le hacía gracia a su progenitor, quien le impuso utilizar un modelo de la estrella. Bodo accedió: “Vale, pero no uno de serie”, y así fue como comenzó a preparar modelos de Mercedes. Unos años después, Buschman compró las acciones de su socio. Parte del éxito de la empresa fue, que mientras otros muchos preparadores se limitaban a poner asientos de cuero, llantas, equipos de sonido o televisores (lo que también hacía la empresa de Bodo Buschmann), Brabus inauguró en 1984 su propio centro de desarrollo técnico para fabricar coches con sus propias tecnologías. Por eso también es un fabricante de automóviles, como reconoce la Federal Motor Transport Autority alemana.
Siempre innovando
El hecho de que hoy sigamos hablando de Brabus, cinco años después del fallecimiento de Bodo, demuestra que el plan está saliendo bien. Constantin ha empujado a la marca hacia mercados cada vez más diversos, manteniendo su esencia de las preparaciones de Mercedes-Benz y Smart (como el #1 Brabus), pero ampliando el negocio a las motocicletas (tienen un acuerdo con KTM), las lanchas motoras e incluso relojes (tienen varias colaboraciones con Panerai).
Brabus siempre ha tenido fama de extremo, pero está claro que Buschmann va más allá. En 2022 presentaron el Crawler, un buggy todoterreno hecho a medida para gente con mucha arena en el jardín... Aunque se inspira en el estilo de la Clase G de Mercedes, es totalmente Brabus, con todos los riesgos y recompensas inherentes a hacer tus propios productos.
El Crawler se ha diseñado como un coche de diversión sin concesiones para su uso lejos de las carreteras asfaltadas y, por lo tanto, no está homologado para circular por la calle. El nuevo superjuguete de Brabus se fabricará en una edición limitada de solo 15 vehículos, y su precio es de 750.000 euros en Alemania –antes de impuestos–. Su corazón es el mismo que el del Brabus Rocket 900, el glorioso V8 biturbo con 900 CV y un par máximo de 1.250 Nm.
En combinación con la tracción permanente a las cuatro ruedas y una transmisión automática de nueve velocidades, cuyas marchas pueden cambiarse automática o manualmente con las levas en el volante, este potente vehículo de 2.065 kg de peso es capaz de catapultarse desde parado hasta los 100 km/h en tan solo 3,4 segundos. No obstante, debido a los neumáticos todoterreno de alta resistencia, la velocidad máxima está limitada electrónicamente a 160 km/h.
Puede que no sea el único modelo cien por cien Brabus en el futuro, pero lo que está claro es que todo lo que sale de sus instalaciones en, sencillamente, espectacular. Cuando le preguntamos por el denominador común, Constantin lo tiene muy claro: “Si nos fijamos en la gama actual, todos nuestros productos comparten el one-second-wow (que se podría traducir como un guau al instante). Si alguien se pone delante de un Brabus Rocket por primera vez, o de un Six-by-Six o de un barco Shadow 900, es más que probable que lo reconozca como un Brabus. Hay un lenguaje de diseño que funciona y que apoya nuestra individualidad”.
Está claro que nuestro protagonista no se deja intimidar por la historia de la marca. “Hay algunos ingredientes más que consideramos importantes para seguir generando espectáculo. No tenemos que ceñirnos obligatoriamente a los coches, a las cuatro ruedas o a un volante. Le hemos dado a la empresa un nuevo enfoque”.
Parece que el hecho de que Brabus no hiciera algo en el pasado ya no es motivo para que no lo haga en el futuro. “Los clientes venían y nos decían que les encantaban nuestros coches. Pero había muchos que tenían un 911, y nos pedían insistentemente que trabajáramos en él... Siempre decíamos que no porque nos dedicábamos y estábamos especializados sobre todo en Mercedes-Benz. Pero, pensé ¿hay alguna razón por la que no lo estemos haciendo? Si una empresa dice que no lo hace porque nunca lo ha hecho, no es suficiente”. Ese fue el punto de partida y, desde entonces, han potenciado el Porsche 991 Turbo S hasta los 900 CV e incluso se han atrevido con el Taycan. Pero también han trabajado con modelos de otras marcas como Range Rover o Rolls-Royce.
¿Dónde está el límite?
La siguiente pregunta es obligatoria. ¿Tanta extensión puede llegar a desvirtuar Brabus? “Si no prestamos atención a nuestras raíces y a nuestra misión principal, entonces sí [existe un riesgo]”. Pero Buschmann es optimista sobre las perspectivas de Brabus, invirtiendo más que nunca y con una visión clara de lo que se necesita. “Siempre digo al equipo que si no fracasamos lo suficiente, no experimentamos lo suficiente... no podemos convertirnos en una empresa capaz de hacerlo todo”.
Esa claridad no se queda solo en palabras y llega hasta los propios cimientos de la empresa. Buschmann está orgulloso de que Brabus sea independiente de cualquier fabricante de automóviles, pero no es tan arrogante como para no darse cuenta de que puede haber cambios en el futuro. “¿Podemos hacer todo esto [la continua expansión] y seguir siendo independientes? Hasta ahora, sí. Pero podría cambiar en dos escenarios. Podríamos perderla, por circunstancias internas o externas. Internas, de momento no las veo. Externamente, por supuesto, esas cosas son siempre impredecibles. El segundo escenario es que tengamos ideas que no podamos realizar como empresa independiente porque necesitemos más dinero para hacerlas. Y eso nos pondría en un camino en el que probablemente saldríamos a bolsa o conseguiríamos un socio inversor”.
La relación con Mercedes sigue siendo la misma, pero la empresa va por un camino distinto al que recorría el padre de Buschmann. Es consciente de la “mochila de la responsabilidad”, pero sabe que tiene que recorrer su propio camino; triste por la muerte de su padre, pero consciente de que de ella surgió una oportunidad, porque significó una transición muy clara de una generación a la siguiente.
Siendo fríos y visto desde fuera a Brabus le permite tener más claridad. “Si tú y yo fuéramos hermanos y tuviéramos una empresa juntos, la complejidad de las comunicaciones habría aumentado un 100%. Dos personas con dos opiniones, dos perspectivas. Lo que Brabus necesitaba en 2018 era empuje, velocidad y energía. Mi padre falleció demasiado pronto, pero la empresa necesitaba una nueva perspectiva y una visión de las próximas décadas”. Después de escuchar estas palabras estamos más que convencidos de que Bodo Buschmann estaría más que orgulloso de como su heredero está llevando la compañía. No obstante, su memoria siempre está muy presente. Prueba de ello es el Brabus 750 BB Edition con el que nos deleitaron el año pasado, un Mercedes SL potenciado hasta los 750 CV que rinde homenaje a uno de los coches preferidos de Bodo, el Brabus 7.3S presentado en 1996 y basado en el antiguo SL 600. Constantin es tan detallista y perfeccionista que incluso hizo una sesión fotográfica similar, sin capó para demostrar de lo que Brabus es capaz. Un hombre con las cosas muy claras, orgulloso de su pasado, pero acelerando sin miedo hacia un futuro de lo más prometedor.