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Comparativa Range Rover - Bentley Bentayga - Porsche Cayenne

Lucha por la supremacía

Los SUV más exclusivos del mundo siempre demuestran que se puede mejorar con cada generación. Es momento de comprobar si el nuevo Range Rover está por encima de su soberbia competencia.

Auténticos iconos hay pocos, y su aparición no es frecuente en el tiempo. Podemos afirmar que los tres protagonistas de nuestra comparativa se merecen entrar en esta selecta categoría. Políticos, empresas de éxito, modas, tendencias... van y vienen, pero hay cosas que permanecen – por eso se convierten en iconos.  Con más de cincuenta años de edad, de hecho esta es la quinta generación del SUV inglés. Distante pero atractivo, aspiracional pero práctico, contemporáneo pero atemporal. Por muy tentador que parezca superar el paso del tiempo, Land Rover se enfrenta a un segmento que ha cambiado mucho y que ahora está repleto de rivales.

Este nuevo Range parece, huele, se siente y se conduce sospechosamente como una reinterpretación magistral de la fórmula original, que mantiene el estilo, la comodidad y la capacidad todoterreno que caracteriza a este modelo. Pero, ¿es tan bueno como parece? Hoy lo descubriremos.

Desde el trono del Range Rover, todos los paisajes parecen más bonitos. Felizmente perdidos en una pacífica contemplación, sentimos como dos V8 rugen detrás de nosotros. El Porsche Cayenne –un ejemplo de conducción dinámica– y el Bentley Bentayga –uno de los SUV más lujosos y confortables del planeta–.

Comienza el juego

El anterior Range Rover es un coche magnífico, pero que requiere un estilo de conducción particular. No tiene porqué ser lento, pero debemos aplicar una estrategia de entrada lenta y salida rápida. Hasta cierto punto, esto sigue ocurriendo en el nuevo, pero ha ganado muchos enteros en conducción alegre en carretera.

El control en curva en este D350 HSE es mucho mejor que en la generación anterior, pero nos encanta que no haya perdido este carácter Range Rover; sigue habiendo más balanceo que en el Porsche o en el Bentley y, después de un bache, hay uno o dos movimientos de rebote antes de que se estabilice, pero esto no supone ningún problema ni resulta molesto, y la dirección de las ruedas traseras es toda una revelación, aumentando enormemente la agilidad del coche y haciéndolo infinitamente más maniobrable en espacios reducidos.

Abordamos una carretera de montaña llena de curvas, y el Range Rover sigue siendo majestuoso, y su conducción muy satisfactoria, conservando sus clásicos atributos: fantástica visibilidad, elevado confort y pétrea estabilidad en línea recta, a los que ahora se suman la sorprendente agilidad a baja velocidad, el control del balanceo, que inspira mucha confianza, y una dirección muy precisa, perfectamente alineada con la suspensión.

En ese momento de disfrute, el Porsche nos pasa a toda velocidad. El Range no pretende ser un Cayenne –aunque algunos compradores eligen entre los dos indistintamente–, pero este Porsche enchufable nos recuerda que todo es relativo; se enfrenta a estas complicadas carreteras sin complejos, con una fantástica velocidad de entrada en curva, y sin inmutarse ante los abruptos cambios de dirección. Deja atrás al Range Rover al instante, y al Bentley poco después. La confianza que transmite en este tipo de trazado es formidable.

El Turbo S E-Hybrid ofrece de un par de 900 Nm, frente a los 770 Nm Bentley y los 700 Nm del Range Rover. Empuja de una forma que parece que allana el terreno y comprime el tiempo, mientras esparce nuestras compras por todo el coche. En modo Sport o Sport +, a bajas revoluciones la respuesta del motor es suave y agradable; pero no nos dejemos engañar, esto es solo la punta de un grandioso iceberg. Aplicándonos con las levas del cambio y dejando que el motor suba de vueltas, la aceleración parece irreal por encima de 5.000 rpm, con el motor eléctrico y los ochos pistones trabajando en armonía para dejarnos sin palabras.

Sacarle partido a este potencial podría ser aterrador, pero nada más lejos de la realidad, gracias a su fenomenal chasis. El Cayenne puede presumir de una dirección muy precisa, unos frenos épicos, una estabilidad asombrosa y un altamente divertido comportamiento, con el tren trasero llevando la voz cantante, poniendo el coche de lado cuando lo deseamos, siempre que bajemos la intrusión del programa electrónico de estabilidad.

Todo esto deja al nuevo Range Rover un poco desconcertado. A pesar de contar un chasis más rígido, nueva suspensión, más rápido control de balanceo electrónico más rápido y la nueva dirección a las ruedas traseras, no consigue derrocar al Cayenne como la referencia entre los SUV de altas prestaciones. Pero tampoco ha sido diseñado para eso; si lo que queremos es un SUV grande, pero que podamos conducir como un deportivo si lo deseamos, el Porsche es nuestro coche. El Range también va muy bien, y tiene su propio carácter, ofreciendo otros atributos, como un habitáculo que podría pasar por primera clase de la mejor aerolínea, excelentes habilidades todoterrreno, o un confort y silencio de marcha difíciles de igualar.

Dejamos el asfalto

Empezamos por configurar el Range. Un primer vistazo al panel de control nos produce alivio, porque ahora es mucho más intuitivo que en la versión anterior. En solo unos segundos ya estamos metidos en faena. El seis cilindros mild-hybrid (híbrido ligero)se apoya en una batería de 48V, y trabaja en armonía con la caja de cambios automática de ocho velocidades para llevarnos sin esfuerzo por las primeras pistas de tierra que abordamos. El coche es tan confortable en este ambiente que resulta difícil elegir dónde repartir los elogios, pero sin duda la suspensión  neumática los merece, así como el excelente propulsor. Este D350 ofrece tanto par como el V8 biturbo gasolina –de origen BMW– del P530. Es un gran motor, y su consumo de 7,8 l/100 km en ciclo combinado proporciona una autonomía descomunal entre repostajes. Los neumáticos también son clave en su comportamiento; mientras que los otros dos optan por gomas de perfil bajo, el Range monta unos Pirello Sottozero 285/45 de perfil alto, que aportan tranquilidad, versatilidad y agarre en cualquier tipo de terreno.

Nuestra excursión continúa, por salvajes subidas desde las que disfrutamos de espectaculares vistas del cielo, rápidas pistas de gravilla por las que volamos como un cometa de 2,5 toneladas, y sinuosos vados, en los que el agua elimina algo del barro acumulado. A pesar del lujo que ofrece a sus ocupantes, no cabe duda de que este sigue siendo un auténtico Range Rover, capaz de llevarnos a cualquier parte; el límite lo pone nuestra valentía.

Es momento de cambiar de montura, turno del Bentayga S. Con una carretera despejada delante de nosotros, el Bentley V8 biturbo (básicamente el mismo motor del Cayenne, pero sin la asistencia híbrida), ganamos altitud a una velocidad que parece que vamos a necesitar una máscara de oxígeno. Este Bentayga es tan efectivo que se nos olvida la eterna discusión de las verdaderas aptitudes o utilidad de los súper SUV; y la polémica se borra de nuestra mente cuando nos bajamos y lo admiramos.

Los elevados asientos nos proporcionan una visibilidad que no tendríamos en una berlina, un compacto o un deportivo, y es muy importante para las capacidades todoterreno del Bentayga. Al mismo tiempo, la distancia libre al suelo evita que apoye el morro en el asfalto, incluso en tramos  en los que exprimimos al máximo las posiblidades de la suspensión, al más puro estilo WRC. En estas circunstancias, el Bentley añade un fantástico control del balanceo de la carrocería, un agarre descomunal y el empuje de su aterciopelado motor, que parece no tener fin.

Esta versión S añade una puesta a punto más ágil del chasis, escapes más deportivos, que emiten un delicioso sonido cuando pisamos con alegría el acelerador, y una calibración menos intrusiva del control electrónico de estabilidad. Quizá echamos en falta un sistema de dirección trasera, que será de serie en la versión de batalla extendida que llegará a finales de este año. Aun así, el Bentayga cambia de dirección con una deliciosa precisión.

El precio no lo es todo

El Bentayga no existia cuando el L405, predecesor de este Range Rover, fue lanzado en 2012. El range siempre ha perseguido acaparar el lujo en el segmento muy por encima de las seis cifras –el precio de partida de este modelo es de 140 k€, y el del SV, más de 200 k€–, y este Bentley  ha llegado para ser un duro rival. Es probable que Land Rover deseara que el Bentayga no existiera, pero sería imposible imaginar a la actual Bentley sin él. Está llamado a convertirse en la piedra angular de su éxito.

Es difícil imaginar dos coches más parecidos sobre el papel, pero más opuestos en sensaciones y carácter. Si el Range Rover es un lujo moderno, impecablemente presentado y enormemente capaz, aunque un poco distante, el Bentayga es un bon viveur, un canalla, un descarado. Fue actualizado en 2020, con algunos cambios estéticos y en el interior, y ajustes en el chasis. Al volante no se siente como el espacioso Range Rover. Es más bien un GT alto, con un volante de diámetro pequeño y bordes gruesos, una consola central ancha y alta, y un interior parecido al de un caza. Las pantallas son más pequeñas que las del Range Rover, aunque no menos elegantes, e igual de intuitivas de usar. El control por voz es mejor.

Hay un Bentayga híbrido, que representa un cuarto de las ventas a nivel mundial, pero no podemos obviar el carsimático V8, fundamental para el carácter y personalidad de este Bentley. Planta cara al Porsche, con una alegría en el pie derecho de la que no disponemos en el Range. Pero también es capaz de desempeñar sin problemas su papel de expreso tranquilo, avanzando con suavidad a bajas revoluciones, haciendo desaparecer los baches e irregularidades del firme.

Paramos a tomar un café, y casi todas las miradas se van hacia el Bentley, que es más extrovertido y carismático, una vez que nos hayamos acostumbrado a su tamaño. El Range es más sobrio y discreto, y sin duda, más práctico y versátil. Ofrece más espacio para los pasajeros de las plazas traseras, una conducción más silenciosa y cómoda y, con esta mecánica, una factura de combustible menos dolorosa y más autonomía entre repostajes. Del mismo modo que la llegada de la televisión dejó tocada a la radio, parece que los SUV quieren acabar con las berlinas de lujo. Inlcuso Rolls-Royce fabrica un SUV, y sus ventas están siendo un éxito, hasta el punto que cuando Bentley retiró el Mulsanne, deicieron no reemplazarlo. En su lugar, podemos optar por un Flying Spur o un Bentayga de batalla larga.

Esta edición del Range Rover también representa una amenaza para el Mercedes Clase S y sus rivales directos. Hay disponibles versiones largas, y la división SV puede hacer realidad los sueños de sus clientes –y exprimir sus carteras– con opciones que van desde neveras para bebidas hasta mesas abatibles, pasando por  marquetería fina y deslumbrantes combinaciones de materiales.

Nos quedamos con los tres

Estos coches rellenan la escala entre lujo y prestaciones, con el Range y el Porsche en los extremos, y el Bentayga en el centro.

Si estamos pensando en sustituir nuestro 911 para poder llevar a los niños y al perro, iríamos a por el Cayenne. Probablemente podríamos ser igual de felices con una versión no híbrida y más barata que este Turbo S E-Hybrid, aunque es eficiente como vehículo eléctrico y efectivo como coche de gasolina. Independientemente de la motorización, las aptitudes de su chasis desafían la física que aprendimos en el cole y, a pesar de ser el más pesado, a sus mandos parece el más ligero de los tres.

El Bentayga destaca por su dinamismo, acercándose al Porsche y compitiendo con el Range en cuanto a vesatilidad. La calidad de rodadura es sensacional, pero sin comprometer el comportamiento, filtrando las imperfecciones del firme sin dejar de conectarnos con la carretera. El V8 de Bentley es suave a baja velocidad, pero muestra carácter y fuerza cuando se lo exigimos. Es posible que no necesitemos la versión S, más firme y ruidoso que el V8 ‘básico’. El Range es el más cómodo, tanto en los asientos delanteros como en los traseros, ofrece unas sensaciones de conducción muy satisfactorias en carretera, y se muestra muy eficaz fuera de ella. Tiene un aspecto muy elegante y sobrio, y ofrece un suntuoso interior, que es increíblemente acogedor. Es un coche de incuestionable capacidad para llevar a cabo cualquier tarea que le pidamos –aunque no puede llevarnos a nuestro destino tan rápido como el Bentley o el Porsche. Su motor es suave y agradable, y la dirección a las ruedas traseras hace que parezca más pequeño de lo que es.

No podemos proclamar a ninguno de estos maravillosos automóviles como vencedor de esta comparativa, porque en culquiera de los tres podemos llevar a los niños al colegio, ir cada día a trabajar, hacer la compra o viajar a nuestro destino favorito, con absoluta comodidad y, siempre que las condiciones lo permitan, con una enorme sonrisa dibujada en nuestra cara.

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