Mr Brabus, el versace del automóvil

Hoy tienen una imagen más juvenil, pero durante décadas Mercedes-Benz no destacó por la deportividad de sus modelos. Por lo tanto, quien quería un Mercedes con prestaciones brutales, debía recurrir a Brabus. La empresa la fundaron Bodo Buschmann y Klaus Brackman en 1977, y el nombre de la marca deriva de la fusión de ambos apellidos. Buschman compró las acciones de su socio unos años después. Buschmann sigue siendo el único propietario y es uno de esos apasionados y adictos al trabajo que durante años apenas ha visto a su familia. Su cabeza nunca para de idear nuevos proyectos y complicados retos. Lo último es la división Private Aviation, para trabajar con jets privados.

Durante toda su historia, Brabus ha sido capaz de adelantarse a Mercedes; cuando lanzaron el SLK con motor V8 en la marca de la estrella no se explicaban cómo habían podido encajar ese enorme motor, y luego ellos sacaron el SLK AMG V8. Lo mismo ha ocurrido con el Clase G. Los primeros en meterle el motor V12 biturbo fueron los técnicos de Brabus, y años más tarde se incluyó en la gama Mercedes. Aun más disparatado parece el GLK V12 con 750 CV.

Mientras otros muchos preparadores de los años ochenta, todos ya desaparecidos, se limitaban a poner asientos de cuero, llantas, equipos de sonido o televisores –lo que también hacía la empresa de Bodo Buschmann–, Brabus inauguró en 1984 su propio centro de desarrollo técnico para fabricar coches con sus propias tecnologías. Así nacieron máquinas como el 500E con motor 6.9 V12 de 500 CV, de 1993. En el 500E (W124) que fabricó Porsche para Mercedes “solo” se atrevieron a montar un 5.0 V8 de 326 CV.

Bodo Buschmann ha tenido siempre muy claro que no quiere fabricar un coche propio bajo su propia marca, aunque tiene infraestructura para hacerlo y sus coches más potentes son muy diferentes técnicamente de los Mercedes de los que derivan. “Si hiciéramos un coche con nuestro propio diseño y carrocería, perderíamos las ventajas de la calidad Mercedes. Y con esto me refiero a cosas aparentemente tan sencillas como la forma en que cierran las puertas, el sellado de los techos eléctricos o los diferentes mandos. Es muy importante para nosotros que todo funcione a la perfección en el uso diario”.

En la actualidad, esa vocación de Brabus de colocarse siempre por encima de Mercedes en cuanto a lujo y potencia sigue más viva que nunca. Además no hay competencia entre ambas compañías sino todo lo contrario, una sana colaboración. De hecho, Brabus fabrica cada años 10.000 Smart Brabus que se venden en la red de Mercedes-Benz. Sven Gramm, responsable de comunicación de la empresa, nos confirmó además que hay futuros proyectos de colaboración en marcha.

Y le preguntamos cuáles son los productos más demandados de Brabus: “Los Clase G y Clase S, sin ninguna duda. El 90% de lo que venden es exportación. Por eso, Alemania tiene poca importancia comparado con lo que venden en los países petroleros del Golfo Pérsico, China y los antiguos países de la URSS. La capacidad de producción de Brabus es más que sorprendente: “Unos 7.500 coches completos al año, sin contar los accesorios que fabricamos y vendemos, y 10.000 Smart. Estos últimos se hacen en serie, pero los 7.500 se hacen coche por coche”.

De ellos, unos llevan preparación mecánica, otros estética, o ambas. En la localidad de Bottrop hay cinco fábricas instaladas en el mismo área, y hasta una calle y una avenida con su propio nombre. El volumen de trabajo es tan grande que tienen 3.000 plazas de aparcamiento exteriores, solo para coches esperando para ser modificados. Hay 360 trabajadores fijos en la plantilla. De ellos, 50 personas en el departamento de desarrollo.

Respecto a los componentes que fabrican, la producción de piezas se hace en Alemania, y el montaje se puede hacer también allí o bien en otros países, donde hay representantes autorizados para que el montaje de esos componentes se haga de la forma más profesional posible.“Pueden ofrecer colores, materiales, pero aquí no hay límites. Si quiere una cafetera rosa que de leche rosa, se le pondrá”.

Hace poco un cliente encargó para regalo de bodas un S Coupé blanco, con el cuero blanco y con las costuras rosas. Y por supuesto se lo han hecho. El plazo de entrega de un modelo nuevo, desde que ellos lo reciben hasta que lo pueden entregar a su cliente, es de unos tres meses. Dependiendo de la preparación, el precio de un coche se puede hasta triplicar respecto a su precio como modelo nuevo. Así, los 600S Maybach blindados pueden superar los dos millones.

También comercializan la marca Startech, que comenzó a preparar modelos Jeep y Chrysler a raíz de la fusión de Daimler y Chrysler –que luego se deshizo–, y lo han ampliado con Land Rover, Jaguar, Bentley y hasta la eléctrica Tesla. Un área de negocio de creciente importancia para la empresa es el de los clásicos. Y contra lo que podría suponerse, no hacen modificaciones ni potenciaciones. Solo restauran Mercedes Benz y la regla es muy clara: mantener el 100% de originalidad, tanto de piezas como de motor, y hasta del color original que llevaba cuando salió de fábrica.

Todos los coches que se restauran en Brabus tienen un precio muy alto, pero también un valor excepcional. El precio es mareante: uno de sus SL Pagoda, restaurado y en un estado mejor que cuando salió de fábrica, cuesta 260.000 euros. En uno de estos descapotables hay 1.500 horas de trabajo. Por el Mercedes 600 Pulman que tenían en el stand, pedían 1,5 millones de euros. Curiosamente, esa misma unidad se exhibió en el salón de Fráncfort en 1967, y en 2015 ha vuelto en el mismo estado que cuando se presentó.

Cuando una pieza ya no puede ser suministrada por Mercedes, Brabus tiene acceso a los planos de originales de esos componentes y las fabrica. ¿Los sueños de la gente dónde terminan, dónde acaba el dinero?, preguntamos. “Bueno, el problema es que para muchos clientes el dinero no tiene final, así que el límite tenemos que ponerlo donde llega la tecnología”.