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Retro-prueba Alfa Romeo 8C Spider (2007): un sueño fabricado a mano

Tan aerodinámico como un Ferrari F430 y más rápido que un Maserati GranSport, el Alfa Romeo 8C Competizione es la prueba tangible de que Alfa despega. Nacido por obra y gracia de la gente que produce Ferrari, exhibe una sugerente silueta tallada en fibra de carbono y arroja cifras de escalofrío. Tome nota para saber de qué hablamos: motor de 4.7 litros, 450 CV, 0-100 km/h en cuatro segundos, 300 km/h de punta…  Impresiona, ¿verdad? Y lo mejor es que el 8C no es una maqueta, pues Alfa lo va a construir. Como su secuela desnuda está el Alfa Romeo 8C Spider que CAR ha conducido en exclusiva.

perfil del Alfa Romeo 8C Spider

Lo asombroso es que hace cuatro años la marca estaba al borde de la quiebra, perdiendo 4,5 millones de euros diarios. Sergio Marchionne, a la cabeza de Fiat Auto, andaba ocupado pagando facturas y en 2002 la firma cierra la planta de Arese, símbolo del desmoronamiento de la industria automovilista italiana. Irónicamente, es el escenario de nuestra exclusiva a bordo del Alfa Romeo 8C Spider, protegiéndonos del iracundo cielo lombardo. Tres fábricas desiertas se erigen ante nosotros como si de fantasmas se tratasen. Una espesa capa de polvo cubre las pocas máquinas restantes, extrañas excavaciones penetran el suelo, pasillos silenciosos… En los sesenta aquí se producía el anhelado Giulia y hace dos años ochocientos hombres deambulaban fabricando el último propulsor en serie que también ha sido una obra de arte de la automoción: el 3.2 V6.  Ahora ha sido reemplazado por otro de origen General Motors, los obreros han desaparecido y las autoridades intentan desesperadas llenar el vacío producido por el constante retroceso de Alfa.

vista de la trasera del Alfa Romeo 8C Spider

Sin embargo, y pese a la penuria de Arese, parece que la corriente cambiase. Marchionne ha obrado milagros reduciendo costes y, aunque la firma aún está lejos de ser solvente, parece que sucumba a una nueva energía.  Hace poco desvelaba el Brera y el fabuloso 8C Competizione Coupé. Ambos se nutren de ADN Alfa y simbolizan la evolución de meros Fiat camuflados a productos de primera. Inspirado en los Giulia TZ y 22 Stradale, el 8C debutó entre alabanzas en el Salón de Frankfurt de 2003, llega a final de año por 164.000 euros y supondrá la vuelta de Alfa a Norteamérica. Su autor es Wolfgang Egger, jefe del Centre Stile Alfa y responsable del Alfa Romeo 8C Spider que ilustra estas páginas, un prototipo pendiente de aprobación mostrado en Pebble Beach. A punto de conducirlo, me pregunto si podremos comprarlo algún día: “Es un debate, apunta Egger. Nos gustaría que así fuese, pues el trabajo básico está hecho: sabemos dónde meter el techo, hemos rescatado sitio para equipaje y contrastado la resistencia de la carrocería. El Spider tiene personalidad y sabemos cómo construirlo. Estamos tan entusiasmados como con el Coupé, pero falta ver si hay clientes para justificarlo”.

El Alfa Romeo 8C Spider en Arese

El Alfa Romeo 8C Spider permite acomodar a Pavarotti. Su volante se ajusta en altura y profundidad, los asientos se desplazan un buen tramo y hay anchura; sólo el techo manual desmerece… Sorprenden la decoración –cuero y aluminio– o la consola, común a otros italianos, toberas redondas, fila de botones–. Atrapado al baquet Sparco, inicialmente desarrollado para el Ferrari Enzo, pongo en marcha la planta motriz, un hermoso 4.7 V8 evolución del 4.2 de los Maserati Coupé y Quattroporte potenciado a 450 CV.  El Spider está hecho a mano, pero funciona sin pega. A fondo, y con los escapes soplando como trompetas, las lámparas del techo traquetean. Con la marca roja a 7.800 rpm, el V8 me hunde en el respaldo. Su pedalier de aluminio está bien situado, pero manejar el embrague es labor titánica. Peor es el cambio manual: la primera no se queda quieta, la marcha atrás no aparece ni con navegador y tiene mucha holgura.

interior del Alfa Romeo 8C Spider

Por suerte, el V8 juega en otra liga: su sonoridad es un deleite, como su aceleración. Y se conduce como un sueño. Sustentado sobre gomas Pirelli P Zero, se ciñe con precisión gracias a una distribución de pesos del 50% driblando en un bosque de vigas de hierro. La dirección es rápida e informativa, y los frenos vigorosos. La suspensión, de doble brazo, lee a la perfección y el ESP se puede desconectar, aunque no es momento de gamberradas. El Alfa Romeo 8C Spider ha sido construido por Carozzería Marazzi, responsable del Autodelta GTA de los sesenta. “Una experiencia maravillosa colaborar con esos artesanos. Muchos, ya jubilados, volvieron para este proyecto”,  recuerda Egger. “Con salami, queso y vino trabajábamos hasta tarde, y si necesitábamos inspiración desenfundábamos los Alfa clásicos almacenados. El techo plegable fue un hueso duro de roer, pero dos pensionistas que hicieron el del Duetto completaron el trabajo en seis semanas”. Plegado se esconde bajo una cubierta de cuero sujeta por velcro, ultimada en el túnel de viento de Dallara, que también ayudó al desarrollo de una variante de competición.

Foto del Alfa Romeo 8C Spider rojo

La producción del 8C Coupé será de 500 unidades, con un alto número reservado por propietarios del 8C 2300 de los años treinta. Tras una larga espera, todo parece encajar. Si hay demanda, Alfa producirá 50 coches de competición, y desde luego el Alfa Romeo 8C Spider, todos con volante a la izquierda. Su propósito no es relanzar las finanzas, sino recuperar la imagen de una marca capaz de crear automóviles deseables por el placer de conducción que exhalan. Al menos en este frente, la misión se ha completado con éxito.

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