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Toyota explora la tercera vía para la movilidad

Con los coches de gasolina arrinconados por la legislación y los eléctricos poco adecuados para ciertos usos, Toyota está desarrollando una tercera opción, el hidrógeno.

El mayor fabricante del mundo no está convencido de que los coches eléctricos de batería sean una solución universal. Además, conlleva mucho riesgo poner todos los huevos en la misma cesta con un solo sistema que depende mucho de materias primas muy escasas y situadas en zona geopolíticas no muy estables.

Por tanto, propone el hidrógeno llega como una solución adicional muy factible para fomentar la descarbonización, proporcionado muchas de las ventajas de un coche eléctrico de batería, pero evitando la mayoría de sus inconvenientes.

Aunque hablar de coche de hidrógeno, a secas, es un poco impreciso porque hay dos tipos de vehículos propulsados por este material. El FCEV (vehículo eléctrico de célula de combustible) que básicamente es un coche eléctrico en el que se sustituye la batería por una célula de combustible. Y el de combustión, que es muy similar a un modelo de gasolina cuyo motor se ha “adaptado” para que funcione con hidrógeno en vez de con un hidrocarburo (en el extremo se puede considerar que una molécula de hidrógeno es un hidrocarburo al que se le han quitado los carbonos…).

 

Vehículo eléctrico de hidrógeno FCEV

Como hemos comentado ya en numerosas ocasiones, el problema de los coches eléctricos radica en sus baterías. Almacenan muy poca energía, son pesadas, caras y necesitan unos materiales muy escasos. Esto los hace válidos para ciertos usos, como trayectos cortos para vehículos ligeros. Pero muy difícil de encajar para uso generalizado, trayectos largos y vehículos pesados. Es resumen, ideal para un patinete eléctrico pero complicado para un camión de largo recorrido.

Aquí es donde entra en juego el hidrógeno. Consiste en sustituir la batería por un tanque de hidrógeno y una célula de combustible. Simplificando, es como equipar al vehículo con una pequeña central eléctrica, alimentada por hidrógeno, que va produciendo la electricidad según lo requiere el motor. Por tanto, comparte motor y chasis –salvo la batería– con un coche eléctrico. Tiene todas las ventajas de silencio y cero emisiones de un vehículo eléctrico –porque lo es– pero es más ligero, con más autonomía y con tiempo de recarga muy corto, de unos tres minutos. Ya existe un vehículo, el Mirai, que es totalmente operativo. Tuvimos la oportunidad de probarlo y es un coche completamente desarrollado y de un funcionamiento exquisito (no en vano, está basado en un Lexus LS). Si no explicásemos al conductor de qué tipo de modelo se trata, éste pensaría que es un eléctrico convencional de batería.

Pero Toyota no descansa y está desarrollando otra alternativa

 

Vehículo de combustión de hidrógeno

En este caso, se parte de un coche normal de combustión interna de gasolina (un GR Corolla) y se adapta para funcionar con hidrógeno. Es un cambio similar a la transformación de un motor de gasolina a GLP solo que algo más complicado. Ya está en pruebas en Japón y ha participado en varias carreras de resistencia. La idea no es nada nueva y BMW ya lo probó hace años con un Serie 7.

 

Quizás no es tan eficiente como el Mirai pero exige mucho menos cambios respecto a la situación actual de motores de combustión interna. Y, para nosotros los aficionados, nos permitiría seguir disfrutando de los motores como lo hacemos ahora porque el sonido y el tacto del propulsor es muy parecido al habitual.

Entonces, si son todo ventajas, ¿por qué no tenemos todos coches de H2? Porque aquí surge el único y gran problema de estos vehículos, ¿dónde reposto? Pues en una “hidrolinera” que es una gasolinera especial adaptada para suministrar hidrógeno. Para el cliente, el proceso es muy sencillo y similar a recargar GLP. Pero, para la gasolinera, esta adaptación es muy costosa, sobre todo porque el H2 debe ir presurizado a 700 bares lo que exige un equipamiento muy especial. Y aquí tenemos la pescadilla que se muerde la cola. No compensa montar una hidrolinera porque hay poquísimos coches de H2. Pero, no puede haber coches de H2 hasta que no haya hidrolineras disponibles.

 

Así funciona el Mirai

 

Japón está apostando muy fuerte por esta tecnología y está invirtiendo grandes cantidades para crear la infraestructura necesaria. En menor medida, la Unión Europea y California también están avanzando con la idea de crear unos “corredores de hidrógeno” para que las rutas principales –especialmente de los camiones– queden garantizadas.

Por nuestro lado, como aficionados, cuando el hidrógeno cuaje nos brindará dos alternativas fantásticas, pudiendo elegir entre un FCEV como el Mirai, que es más ecológico que un EV, más fácil de repostar y sin la angustia de la autonomía, o el GR Corolla, tan divertido como un GR Yaris pero casi sin emitir CO2. El futuro pinta bien.

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